La era de la computación portable ya está aquí. Olvida el debate sobre cómo de capaces o de elegantes son los primeros dispositivos, cómo de populares pueden llegar a ser, o si comprendemos del todo dónde nos estamos metiendo al adoptarlos (ver “La paradoja de las tecnologías portables”). La gran pregunta es sencillamente: ¿Qué serán capaces de hacer? Y la respuesta tendrá mucho que ver con las aplicaciones que surjan.
Tanto los fabricantes de hardware como los desarrolladores de software esperan que los portables, igual que el smartphone, las tabletas y la televisión, se conviertan en una nueva plataforma para el desarrollo de aplicaciones. Las dos plataformas más prometedoras son los dispositivos que se llevan en la cabeza, y el reloj inteligente. Pero mientras que el único dispositivo para la cabeza viable sigue siendo Google Glass, que aún está en versión beta, los relojes inteligentes y las aplicaciones para relojes inteligentes ya están aquí. Estos primeros relojes inteligentes también pueden servir para aclarar qué funciona y qué no en el desarrollo de software en la categoría emergente de la tecnología portable.
Entre los primeros dispositivos que han aparecido se incluyen el Galaxy Gear de Samsung (US$ 300, unos 221 euros), el Toq con pantalla Mirasol de Qualcomm (US$ 300), y el Pebble (US$ 150 dólares, unos 110 euros), financiado gracias a Kickstarter. Además se cree que Apple también está desarrollando su propio iWatch.
Samsung ha lanzado el Galaxy Gear, que ejecuta una versión modificada del sistema operativo móvil Android, con un pequeño grupo de desarrolladores de aplicaciones externos a la empresa. Lo han hecho así tanto para resolver cualquier posible fallo de su interfaz de programación de aplicaciones, como para crear unas buenas prácticas en el desarrollo de aplicaciones. Uno de los socios de Samsung en el lanzamiento del Galaxy Gear es Runkeeper, que ya ha tiene una aplicación popular de ejercicio para los teléfonos inteligentes y para el reloj inteligente Pebble.
Hace nueve meses, Runkeeper empezó a trabajar con Samsung en aplicaciones para otros dispositivos. El director ejecutivo de Runkeeper, Jason Jacobs, compara esta generación de relojes inteligentes con las primeras tabletas. “Como siempre con cualquier nueva categoría que surge, se trata de conocer la categoría y averiguar cuáles son los casos de uso”, sostiene.
Para el Galaxy Gear, Runkeeper está siguiendo la táctica de Samsung y Pebble de usar el reloj inteligente como un complemento del smartphone. Este enfoque influirá en cómo se diseñan las aplicaciones.
“No se trata de un sustituto para la aplicación que tienes en el teléfono”, explica Jacobs de la aplicación de Runkeeper para Galaxy Gear. “Es un control remoto para que puedas dejar el teléfono en el bolsillo y empezar y parar sin tener que sacar el teléfono. Son los mismos datos, la misma aplicación, pero cambia la experiencia para que sea menos intrusiva”.
Jacobs cree que irán surgiendo algunas formas inesperadas de usar los relojes inteligentes según vayan apareciendo aplicaciones. “Nadie imaginaba que los médicos usarían tabletas para hacer sus rondas”, afirma Jacobs. “Los escépticos que afirman que ‘nadie haría algo así’ [refiriéndose a los relojes inteligentes] son algunos de los mismos que decían que nunca usarían un portátil sin teclado”.
Mientras que una aplicación de ejercicio parece un complemento natural para un reloj inteligente, la utilidad de otras aplicaciones está menos clara. Pocket, por ejemplo, que sirve principalmente como forma de compartir artículos y vídeos entre dispositivos, también está disponible para el Galaxy Gear.
El fundador y director ejecutivo de Pocket, Nate Weiner, reconoce que la pantalla de un reloj inteligente es limitada. “Este dispositivo no es para periodos largos en los que alguien consulte su reloj para consumir contenido”, afirma. “No íbamos a soltar una lista de Pocket en él y suponer que la gente querría leer o ver un vídeo en su reloj durante un periodo prolongado”.
En cambio, Pocket lo que ha hecho ha sido pasar de la pantalla e ir a por el audio. Los usuarios pueden escuchar artículos ya guardados en Pocket en un reloj inteligente con la misma función de texto a voz que ya está disponible en la aplicación para Android de Pocket. No es recomendable usarlo en sitios muy concurridos y quizá resulte raro sujetar el diminuto altavoz del Galaxy Gear junto al oído como un transistor, pero Pocket ha podido transportar Listen fácilmente al Galaxy Gear porque Samsung ha construido su teléfono inteligente en Android, el sistema operativo móvil más popular del mundo.
Kevin Packingham, director de producto de Samsung afirmó en el evento de lanzamiento del Galaxy Gear en Nueva York a principios de este mes que la sencillez será clave en el caso de las aplicaciones para reloj inteligente. “Según innovamos, a veces añadimos demasiada complejidad a los dispositivos”, declaró a MIT Technology Review. “Hay quien quiere toda la potencia que pueda conseguir, y quieres permitírselo, pero también quieres que sea aprovechable por el usuario medio que quiere un dispositivo complementario”.
Samsung ha experimentado con el grado de funcionalidad que añadir a la aplicación del Gear para hacer y responder a llamadas telefónicas, explica Packingham. El principio de diseño que les guió fue quitar el dispositivo de en medio cuando no se está usando. “Algunos dispositivos, y no mencionaré nombres, son muy intrusivos”. afirma. “Pueden interferir en cómo vives tu vida cotidiana. No queremos que ese sea el caso para nuestros portables. Queremos que sean naturales, no que destaquen“.
Esta quizá sea una crítica velada a Google Glas, pero también forma parte de nuestras expectativas para un reloj de pulsera: además de ser relativamente manos libres, el atractivo de comprobar la hora, el tiempo o las notificaciones en un reloj inteligente, es que es algo rápido, natural y discreto. Idealmente, las aplicaciones desarrolladas por terceros seguirán el mismo enfoque.
Adam Stroud, desarrollador jefe de aplicaciones para Android en Runkeeper, afirma que para las aplicaciones de ejercicio, el hecho de que la computación portable adopte la forma de un reloj ofrece el mismo número de ventajas que de desventajas. “Una pantalla de reloj inteligente es genial para mostrar cosas, pero mala para interactuar”, afirma Stroud. “No queda mucho espacio para el input: en cuanto muestras un teclado en esa pantallita, se acabó”.
Es probable que otras empresas creen relojes inteligentes basados en Android con distintas pantallas y especificaciones de hardware. Stroud sostiene que los desarrolladores de Android ya están acostumbrados a resolver este problema con los teléfonos. Sin embargo, la información recogida por los relojes inteligentes es muy distinta a la de un teléfono. “Los sensores son muy interesantes en un reloj”, afirma Stroud.
En un reloj inteligente, el software de Runkeeper competirá más directamente con las bandas de ejercicio como el Fitbit (US$99, unos 74 euros) y con relojes para corredores como el Forerunner de Garmin (US$ 250, unos 185 euros), que ya se están peleando por el escaso espacio disponible en la muñeca. La esperanza es que, con el tiempo, los dispositivos que hagan más cosas, cuesten menos, tengan mejor aspecto y sienten mejor, ganarán.
Los fabricantes de relojes inteligentes también creen firmemente que todos los dispositivos de computación portable mejorarán. Los ejecutivos de Samsung han definido al Galaxy Gear como un “dispositivo de concepto”, y hay informes que sugieren que ya podría haber un nuevo Galaxy Gear para la próxima feria de electrónica de consumo en Las Vegas en enero del próximo año.
“Lo bonito de estar en este negocio es que en realidad no nos importa qué forma acaba ganando”, afirma Jacobs de Runkeeper. “Cuando surjan portables que sean compatibles con hacer ejercicio y que usen cientos de millones de personas, queremos hacer el software. No nos importa que sea tu reloj, tu teléfono, tus gafas o el teléfono que se enlaza con sensores que lleves en la ropa”.
Fuente: Reportaje original de Timothy Carmody publicado en MIT Technology Review