¿Cuál es el futuro del periodismo?

Cuatro periodistas españoles disertan sobre el controversial y angustioso tema. Las experiencias van apuntando a medios pequeños, especializados, transparentes y sostenibles con su propio esquema de negocio

La cifra es tan desgarradora como paralizante: desde 2008 hasta la fecha, coincidiendo con la crisis europea, 11.151 periodistas han perdido sus puestos de trabajo, 284 medios han cerrrado y el desempleo en el sector es de 184%. Solo el año pasado 73 medios echaron la llave a la puerta, según datos recogidos en un informe anual que elabora la Asociación de Prensa de Madrid. ¿Cuál es el futuro del periodismo?

El problema afecta a todos: la información corre libre -y gratuita- por Internet y redes sociales, la instantaneidad ya no es un territorio colonizado únicamente por los profesionales de la comunicación social, la multiplicación de los blogs y el nacimiento de una especie de “periodismo de low cost” ha minado seriamente las bases sobre las cuales se vertebraban los medios clásicos. En igual medida la publicidad migra a opciones más rentables, el marketing se apodera de los contenidos, los periodistas han entrado en una competencia feroz con profesionales  de otras áreas, aprendices del oficio  o ciudadanos de a pie, -algunos muy capaces, otros advenedizos- y terminan aceptando salarios basura.

El asunto de fondo es la propia crisis de los medios de comunicación, tal y como los habíamos venido entendiendo. La democratización de la información por vía de la tecnología ha puesto en jaque el modelo de negocios sobre el cual se edificaba el periodismo. El viejo esquema es cada vez más insostenible.

De eso hablaron precisamente cuatro respetados periodistas españoles de dos generaciones en un coloquio abierto el pasado jueves en Madrid: Soledad Gallego-Díaz, Iñaki Gabilondo, Pere Rusiñol e Ignacio Escolar, todos con gran experiencia en medios tradicionales, los dos últimos promotores de iniciativas novedosas que, hasta ahora, parecen tener buena estrella.

Si algo puede levantar el ánimo en este diagnóstico trágico aunque realista, es que “la sociedad ha terminado por entender que serán otras estructuras, pero el periodismo seguirá; que no está muy claro que el periodismo haya muerto; lo que ha muerto es la estructura tradicional”. Es lo que piensa Gabilondo, quien añade que aún cuando no se ve “el cuerpo macizo” de un naciente modelo sostenible del quehacer periodístico “hay ya bengalas que anuncian por dónde va”.

Para Gabilondo, no solo el periodismo sigue siendo necesario sino que, en medio de tanta abundancia informativa, lo que se necesita son “referencias de potabilidad”.

Podrá seguir siendo una necesidad pero para Rusiñol lo que se requiere en estos momentos es que sea rentable: “el mundo del periodismo tradicional se ha acabado. Para seguir haciendo información hay que crear nuevos instrumentos, ya no vale escribir bien, nos tenemos que enfangar y hacer cosas a las que no estamos acostumbrados, aprender a hacer empresas”.

Lo cree también Gallego-Díaz, columnista del diario El País:  “Lo fundamental es el financiamiento del periodismo. Hasta ahora no hay ningún modelo de negocio sustentable en ningún lugar del mundo. Hay muchos experimentos, ideas buenas, pero también mucha confusión”.

A contrapartida, Rusiñol, adjunto a la dirección de una revista especializada Alternativas Económicas, también percibe necesario un “compromiso del ciudadano” con un nuevo soporte del periodismo. “Que la información circula a toneladas impresionantes por la web y que nadie la pague es un imposible; siempre hay alguien que paga por la buena información”.

Escolar, editor del joven diario digital eldiario.es que ha apostado por un modelo de usuarios socios y el año pasado ya reportó ganancias, afirma que el problema no es el periodismo en sí, sino que la gente ya no paga por los contenidos y eso ha terminado por afectar el negocio periodístico.

Gabilondo opina que quienes lo llevan peor en la transición a un nuevo modelo de negocio son los grandes medios con sus estructuras pesadas.

Desde otro ángulo, Gallego-Díaz apostilla: “hay que tenerlos como referencia porque todavía existen y en todos los países. Si desaparece el papel no es el fin del mundo. El fin del mundo es la mezcla de periodismo con comunicación y marketing”.

Escolar ataja el tema con una oportuna metáfora: “lo peor es que los grandes grupos mediáticos no logren adaptarse al cambio y terminen siendo como los dinosaurios, y solo sobrevivan los mamíferos más pequeños que logren adaptarse a la nueva era pero con un periodismo más debilitado”.

¿Es el momento de pasar página y apuntar a fórmulas innovadoras y sustentables, que garanticen la independencia? Parece que Rusiñol concuerda con la idea: “llevamos mucho tiempo discutiendo si el papel ha muerto (que ha muerto), cuando el problema es la propiedad de los medios”.

Expone el caso de Alternativas Económicas, una cooperativa de periodistas (despedidos la mayoría de medios tradicionales) en el que los trabajadores disponen de la mayoría accionaria. Hay socios que hacen aportes pero hasta un máximo de 4.000 euros (US$ 5.414), pero el control de los contenidos y de la operación en general lo tienen los periodistas.

Tercia en el debate Gabilongo: un medio de comunicación es básicamente un proyecto intelectual y la idea es que se mantenga y no se transforme en un proyecto financiero. Los dueños de los medios tradicionales han vivido pendientes del negocio y han descuidado el proyecto intelectual, aunque hay muchos empresarios comprometidos y dispuestos a participar.

Gallego-Díaz reafirma la idea: necesitamos empresas fuertes, solventes, capaces e independientes, sostenidas por lo que pagan los lectores.

La transparencia hacia afuera también es una variable que los ciudadanos estiman, según Escolar. “Cada año contamos cuáles son los sueldos en la redacción, cuánto pagamos a los colaboradores, cuánto hemos ingreso y en qué hemos gastado cada céntimo”, asegura.

La clave está en que se regrese al punto en que sea más importante tener “ese medio” nuevo e independiente, que no tenerlo, porque te ayuda a tomar decisiones, a votar, a invertir, dice Rusiñol.

Gabilongo, desde el optimismo, ve posible un renacimiento del periodismo con nuevas fórmulas, pero advierte que hay que blindarse ante intereses exteriores que pudiesen verse afectados por la información e intenten fagocitar las iniciativas independientes. En ese momento habrá que colgar un cartel en la puerta de la redacción: “Atención, ¡peligro! Estamos teniendo  éxito”.

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AFN | IQLatino