Los mercados emergentes quizás no sean el entorno salvaje que fueron en algún momento para los inversionistas socialmente responsables. La mayoría de los inversionistas atraídos por el destello del crecimiento en mercados como Brasil, Sudáfrica y China aceptan los mayores riesgos políticos, cambiarios y de liquidez en esos países, frente a otros más desarrollados. No obstante, los llamados inversionistas socialmente responsables —que buscan combinar resultados financieros competitivos a largo plazo con objetivos sociales— deben lidiar con otro riesgo más en las economías emergentes: la relativa falta de transparencia y de estándares de información universal, que podrían dificultar detectar un comportamiento corporativo no ético. La inversión socialmente responsable —recientemente llamada inversión “ESG” (por las siglas en inglés de medioambiental, social y gobernanza— ha sido promocionada desde hace décadas. Los filtros comunes evitan las “acciones del pecado” como empresas de tabaco, alcohol y de juegos de azar.
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