Rediseñando las calles de Nueva York con pintura y sillas de playa

Janette Sadik-Khan emprendió en el ambicioso proyecto de re-imaginar las calles de Nueva York

Las grandes metrópolis del mundo están en constante competencia entre ellas en cuanto a cuál tiene el mejor sistema de transporte público, las plazas con más vida, el arte urbano mas innovador, los jardines mas magníficos, la menor cantidad de basura en sus calles y la menor cantidad de crimen. Tener ciudades limpias y seguras ya no se trata solamente de proveer a los ciudadanos una mejor calidad de vida, sino también es esta una estrategia para el desarrollo económico una ciudad.

Como comisionada del Departamento de Transporte de la ciudad de Nueva York, bajo la administración del alcalde Michael Bloomberg, Janette Sadik-Khan emprendió en el ambicioso proyecto de re-imaginar la manera en que la ciudad se moviliza – cómo la gente llega a sus trabajos, a sus familias y a sus encuentros – y romper las barreras que existían entre los espacios públicos y los ciudadanos para lograr una ciudad del futuro: eficiente, ecológica, sostenible y segura.

Durante sus seis años de jefatura, y con un presupuesto ajustado, Sadik-Khan adopto una nueva manera de concebir el diseño y la innovación urbana para fomentar la cohesión de los ciudadanos y redefinir la manera en que se conecta la ciudad. Para ello se basó en una metodología de ensayo y error. En otras palabras, tras caminar incansablemente las calles de Nueva York implementaba un cambio estructural de carácter provisional para ver si funcionaba; si no funcionaba, intentaba algo diferente sin causar ningún cambio estructural permanente. Estas pequeñas alteraciones en el espacio físico no requieren de grandes insumos públicos, explica Sadik-Khan, quien con apenas pintura, plantas, sillas y mesas logró invitar a los neoyorquinos a disfrutar espacios públicos que habían sido sustituidos por calles, estacionamientos y basureros. En Times Square, un emblemático lugar de la ciudad de Nueva York visitado por unas 350.000 personas cada día, esto implicó la creación de zonas peatonales, pintando el asfalto y colocando algunas sillas de playa. De esta misma manera se lograron convertir más de 100,000 metros cuadrados – previamente utilizados por carros – en 50 zonas nuevas para el uso público.

De la mano con la invitación que el equipo de Sadik-Khan extendió al público para el disfrute de los espacios públicos, se logro un cambio imprevisto en la manera en que la gente se movilizaba de lugar a lugar dentro de la ciudad. En el 2013, bajo la dirección de este mismo equipo, se introdujo en Nueva York el programa de bicicletas Citi Bike basado en el modelo desarrollado en la ciudad de Copenhague el cual ha sido replicado en mas de 600 ciudades alrededor del mundo. Las bicicletas fueron un éxito instantáneo en Nueva York. Los datos recolectados tras su implementación indicaron que hubo un alivió en el tráfico de vehículos. Además, los negocios y tiendas de estas áreas incrementaron sus ganancias, se fomentó la seguridad en las calles, redujeron los accidentes peatonales y los neoyorkinos se convirtieron en ciudadanos ecológicamente conscientes sin ni siquiera darse cuenta. Nadie hace 10 años se hubiese imaginado que hoy en día llegar en bicicleta al trabajo en Manhattan podía ser mas eficiente y rápido que llegar en carro. Nueva York es ahora una de las capitales del ciclismo en Estados Unidos.

En la guía para el diseño de calles globales (Global Street Design Guide), preparada por Sadik-Khan junto con su equipo en NACTO (la Asociación Nacional Oficiales de Tránsito Citadino), están delineadas las normas y estándares para el diseño de calles citadinas que ponen, por primera vez en la historia, a los peatones, la seguridad, el tráfico, y la sostenibilidad como prioridad. La misma busca establecer una base de referencia mundial y redefinir el diseño de calles y espacios públicos para fomentar el desarrollo económico y social de los ciudadanos.

Poniendo los descubrimientos de Sadik-Khan en un contexto latinoamericano podemos ver cómo pequeños cambios que no requieren de grandes insumos públicos pueden, junto con políticas publicas que los sostengan, llegar a romper las barreras que hemos erigido entre clases sociales, promover discursos que nos acerquen, acabar con el miedo y la hostilidad que integran la vida cotidiana y fomentar la creación de capital social en las ciudades. Re-imaginar y re-diseñar el espacio físico que ocupamos es el primer paso para lograr sociedades inclusivas, seguras y sostenibles.