Crear o morir: cinco claves de la innovación en América Latina

El último libro de Andrés Oppemheimer resalta la necesidad de crear una cultura de la innovación en la región para afrontar los grandes retos que plantea el siglo XXI

Si a Ud. le interesa el desarrollo económico de América Latina y todavía no leyó Crear o Morir, el último libro de Andres Oppenheimer, no puede dejar de hacerlo.

crear o morirPor dos razones. La primera se refiere a que América Latina no pasará a su próximo estadio de desarrollo sin innovación. Luego de casi una década de crecimiento económico, como nunca antes se vio de manera continua en la región, será muy difícil hacerlo sostenible si no se mejora la competitividad, trayendo innovación a todos los niveles, que generen un aumento de la productividad. Innovación que no solo se refiere a nuevas tecnologías, sino también a introducir valor a industrias tradicionales, a mejorar procesos. Crear o Morir traer muy buenas ideas de como lo han hecho en otros países, y lecciones para nuestra región.

La segunda, porque Oppenheimer relata lo mucho que ya está pasando en la región en lo que se refiere a innovación. Siempre buscamos ejemplos de innovación en otras partes del mundo, en Sillicon Valley, en los países asiáticos, en Noruega, Suecia, pero muchas veces nos perdemos lo que está pasando entre nosotros. Si bien la región está muy retrasada en términos de inversión en investigación y desarrollo, la generación de patentes (por ejemplo Corea y Israel producen más patentes que todos los países de América Latina juntos), y en la creación de nuevas empresas, se pueden encontrar muchos ejemplos de emprendedores innovadores que servirían de modelo.

En los capítulos centrales de su libro Oppenheimer nos lleva por estas fascinantes historias. Por ejemplo, el peruano Gaston Acurio, que revolucionó la industria de la gastronomía en su país, y la hizo famosa en todo el mundo; o el mexicano Jordi Muñoz, el CEO de 3D Robotics, una de las principales empresas de drones comerciales; el científico español Rafael Yuste, que está definiendo el mapa de la actividad del cerebro; e innovadores con gran impacto social como el chileno Alfredo Zolezzi que ha inventado un sistema de purificación de agua, o el guatemalteco Luis Von Ahn, que fundó Duolingo, un sistema de enseñanza de idiomas que utilizan millones de personas en el mundo.

¿Que hacemos para acelerar el proceso de traer innovación a América Latina? ¿Cómo se logra replicar estos modelos exitosos? Definitivamente necesitamos un marco de reglas claras, derechos de propiedad sólidos, una justicia que los haga cumplir y estabilidad macroeconómica. Todos factores necesarios, pero no suficientes. “Las más recientes investigaciones de los estudiosos de la innovación muestran que las concentraciones de mentes creativas son de lejos el principal motor de la creatividad colectiva y la innovación”, sostiene Oppenheimer.

Por lo tanto, la primera recomendación del autor es crear una cultura de la innovación, “un clima que produzca un entusiasmo colectivo por la creatividad, y glorifique a los innovadores productivos de la misma manera en que lo hacemos con los grandes artísticas y deportistas”. Existe multiplicidad de formas de hacerlo, desde políticas de estado, hasta campañas de la sociedad civil, o la participación de los medios, o el establecimiento de premios y competencias nacionales que resalten la innovación. Y primordialmente, reducir en las sociedades de América Latina el miedo al fracaso.

Mejorar la calidad de la educación es el segundo factor que destaca Oppenheimer. “El secreto de la innovación radica en el talento de la gente, más que en los recursos o incentivos económicos”. Pero este no es posible sin modernizar los sistemas educativos de la región, desde los primeros años hasta la educación superior. No figura ninguna universidad latinoamericana entre las mejores 100 del mundo, y es ahí donde se produce en la mayoría de los países la investigación y desarrollo para crear nuevos productos y servicios.

Tercero, facilitar la creación y cierre de empresas, el registro y protección de patentes y derechos de propiedad. Desde el estado se pueden establecer políticas que fomenten el emprendimiento innovador. A su vez, se debe estimular la inversión en investigación y desarrollo, a nivel estatal y a nivel privado, el cuarto factor que resalta Oppenheimer, y de fundamental importancia en todo país que ha logrado aumentar la innovación.

Y en quinto lugar, el autor resalta la importancia de globalizar la innovación, de permitir que las universidades de la región acepten alumnos que hayan empezado en otros países, que el inglés, que se ha convertido en idioma universal de los negocios, se enseñe en las escuelas, que el capital de riesgo sea valorado a escala regional.

Muchos países de América Latina ya han empezado a transitar este camino de la innovación, consientes que en la sociedad del conocimiento del siglo 21, “el gran dilema no será capitalismo o socialismo, estado o mercado, sino innovador o quedarnos estancados, Crear o Morir”.

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Imagen: revdev.mx