La lógica de Elon Musk

¿Como podemos prosperar como región? Mientras nos rascamos las cabezas tratando de encontrar la respuesta, podría tal vez servirnos de algo atrevernos a desafiar el pensamiento de nuestros gobiernos

“Estoy decepcionado de la Gobernación de California”. Estas fueron las palabras que pronunció Elon Musk cuando se enteró que el sistema de trenes de alta velocidad iba a ser finalmente construido en la 8ª economía del mundo. Musk – quien se caracteriza por crear compañías para asumir retos titánicos como convertir el mundo a energía solar o colonizar Marte en 2025 – reaccionó así ante el anuncio oficial de la construcción del proyecto, cuyos trenes no alcanzarían más de 220 mph – una velocidad inferior a los sistemas de países como Japón, China o Italia – y no estaría disponible hasta antes de 2029, cuando se piensa que ya sería obsoleto[1]. El total de la inversión rondaría los US$ 68.4 billones, convirtiéndolo en el proyecto más costoso de infraestructura pública en la historia de EE.UU. 

La lógica de Elon Musk: ¿Por qué pensar en mejorar el sistema actual de transporte de forma incremental – y de forma mediocre – a 15 años habiendo una oportunidad única para innovarlo de forma disruptiva ahora?

Pero Musk no se limitó únicamente a criticar. Tomándose un “pequeño” receso de su apretada agenda tratando de cambiar radicalmente el mundo a través de sus compañías SpaceX, Tesla y Solar City, el y su equipo de ingenieros trajeron a la mesa una propuesta completamente nueva en materia de sistemas de transporte público: el Hyperloop[2]. En corto, el sistema consiste en transportar pasajeros entre Los Angeles y San Francisco dentro de unas cápsulas impulsadas por energía solar, a una velocidad promedio de 598mph, en un tiempo de 35 minutos. ¿El costo? Estimado en US$ 6 billones, o una décima del costo del sistema de trenes ya aprobado y en marcha (Plop!).

Extrapolando la simple pero contundente lógica de Musk a la situación que vivimos día a día en Latinomérica, cuando los diferentes gobiernos hablan de modernizar sus respectivos países o de mejorar la calidad de vida de sus habitantes, me surgen las siguientes tres reflexiones que quisiera compartir:

  • Seguimos anclados a un discurso de desarrollo del siglo XX

El siglo XXI lleva 15 años de corrido, y pareciera que varios países y gobiernos de la región no hubieran pasado la página. Aún priman viejas medidas proteccionistas por encima del diseño sistémico de políticas industriales, cuando países como Israel, Singapur o China se han inclinado por esta última y han logrado así insertarse en la economía global y con esto cerrar la brecha de riqueza per cápita con los países desarrollados[3]. Estos tres países hoy cuentan con miles de empresas de alto crecimiento apoyadas en talento altamente especializado y una infraestructura adecuada para incentivar y comercializar innovación radical en el mercado global. Por el contrario, nuestra región – salvo contadas excepciones – es gobernada por una cultura proteccionista y de poca eficiencia empresarial y pública, dando como resultado la alta dependencia de la exportación de commodities para generar la riqueza y el empleo.

  • Debemos articularnos con las nuevas revoluciones tecnológicas

Empleada correctamente, la innovación puede ser un motor de generación de riqueza e inclusión social, beneficiando a la mayoría de la sociedad en conjunto. Si por el contrario no es aprovechada de forma sistémica e inclusiva, su adopción puede llegar a tener externalidades negativas y acentuar las brechas sociales y económicas de la población.

Y de que manera esto puede llegar a suceder.[4]

Para evitar perder el bus de las nuevas revoluciones tecnológicas, podemos empezar a generar proactivamente iniciativas en los siguientes frentes:

Políticas públicas: Diseñar e implementar políticas de innovación inclusiva, la cual está orientada a mejorar el bienestar de las poblaciones de bajos ingresos y/o de grupos tradicionalmente excluidos a través de hacer accesibles las nuevas tecnologías e innovaciones. Según la OCDE[5], estas iniciativas solo tendrán éxito si logran abarcar una base poblacional mucho más amplia de personas vulnerables y de grupos excluidos. Por otra parte, su escalabilidad dependerá de si estas iniciativas están estructuradas sobre (i) modelos financieros sostenibles y (ii) procesos de participación y co-creación con los beneficiarios.

Sector privado: Crear sistemas de incubación de compañías orientadas a solucionar problemas complejos en la región a través del uso de nuevas tecnologías y mecanismos de mercado. Dichos sistemas pueden provenir de iniciativas del sector privado o de un híbrido resultante entre los diferentes sectores, siempre y cuando conserven su autonomía de gobierno y sean eficientes en la ejecución de los recursos y el apoyo brindado a los emprendedores. Para ser exitosos, estos sistemas además deben tener la capacidad de articular un sistema de alianzas con actores globales que faciliten la debida transferencia de conocimientos, permitan el acceso a estructuras mixtas de capital financiero y la venta de productos y servicios en los mercados globales.

  • La tecnología avanza exponencialmente y no espera

Algunos de nuestros países parecieran estar atrapados en telarañas políticas y problemas estructurales crónicos, sufriendo daños irreversibles en el tejido social, empresarial e institucional. Lo anterior genera climas de desconfianza e incertidumbre e incita – en muchos de los casos –a la fuga de cerebros y de capital. Lo anterior es muy costoso en un mundo tan competitivo e interconectado como el de hoy, y lo que es peor: dicho impacto se acentúa cada día más con el avance exponencial de las tecnologías actuales y emergentes.

El único problema de esta dinámica: La tecnología no espera, y por el contrario duplica su capacidad y poder con el paso de los años, algo que el gran científico futurista Ray Kurzweil llama la Ley de Retornos Acelerados de la tecnología[6].

¿Como podemos entonces evitar sucumbir en esta debacle y prosperar como región? Mientras nos rascamos las cabezas tratando de encontrar la respuesta, podría tal vez servirnos de algo atrevernos a desafiar el pensamiento de nuestros gobiernos a la Elon Musk e invocar su lógica.

[1] The Deal With the Hyperloop – Wait But Why (http://waitbutwhy.com/2015/06/hyperloop.html)

[2] The Hyperloop (http://www.spacex.com/hyperloop)

[3] Ver Startup Nation, p. 113)

[4] Ver: Juan Enriquez – As the Future Catches You (http://hbswk.hbs.edu/archive/2616.html), y Andrés Oppenheimer – Crear o Morir (http://www.andresoppenheimer.com/crear-o-morir/)

[5]Innovation Policies for Inclusive Growth – OECD, 2015 (http://www.keepeek.com/Digital-Asset-Management/oecd/science-and-technology/innovation-policies-for-inclusive-growth_9789264229488-en#page7)

[6] http://www.kurzweilai.net/the-law-of-accelerating-returns