La cruenta invasión de Rusia a Ucrania ha vuelto a poner en primera plana el debate entre democracias y totalitarismos, entre las ideas de la libertad y autodeterminación de los pueblos versus el control estatal y la opresión de la ciudadanía. Este contraste de ideas y formas de gobierno está impactando el orden geopolítico, pero también el futuro de la globalización económica manifestado en la integración comercial y cadenas de producción global.
En este contexto, el nuevo libro de Moisés Naim, The Revenge of Power, how autocrats are reinventing politics for the 21st century, llega en el momento justo para buscar explicar muchos de estos fenómenos, como el crecimiento que ha tenido en los últimos años la valoración de los autoritarismos, el impacto de las redes sociales en la difusión de los populismos, y cómo las democracias pueden luchar contra estos atropellos. La obra ya tiene su versión en español titulada “La Revancha de los Poderosos”.
Naim es probablemente el pensador y escritor latinoamericano de no ficción más exitoso en Estados Unidos. Todos sus últimos libros han sido best-sellers, y debatidos y mencionados por los principales políticos y académicos del país. The Revenge of Power es la explicación de lo que ha pasado desde su anterior obra The End of Power, donde detallaba cómo el poder institucional consolidado luego de la Segunda Guerra Mundial se estaba diluyendo y fragmentando en miles de nuevas instituciones, civiles, empresariales, individuales, que lo hacían fácil de obtener, difícil de usar y fácil de perder.
Pero nuevos dirigentes, usando metodologías del pasado, pero también nuevas tecnologías, tácticas y organizaciones, han vuelto a concentrar el poder, principalmente en autocracias, que según el autor tienen tres factores en común. Tres P resumen la estrategia para consolidar y permanecer en el poder: populismo, polarización y posverdad, que principalmente apuntan a los decepcionados, a los desilusionados con el sistema, y no tanto a los más vulnerables. Naim define nuevos marcos de referencia, estructuras y estrategias graficados claramente con cientos de ejemplos de gobiernos nacionales y locales.
Estas 3p se han expandido por la habilidad y abusos de sus líderes, pero también por el silencio de los que se oponen, en el orden nacional pero también en el internacional. En este punto se hace necesario pensar también una narrativa competitiva, que sea capaz de mostrar como el respeto a las normas, a las opiniones diferentes; la valoración del mérito, del esfuerzo, del trabajo, son mejores fórmulas para el desarrollo de los países, pero también para el bienestar y felicidad individual.
La narrativa del populismo busca exacerbar el miedo, la frustración y el enojo, proponer soluciones simplistas a los desafíos del desarrollo, y como toda buena historia, tener claros héroes y villanos. Para los verdaderos demócratas, es muy difícil competir con esta posverdad, y con las promesas y regalos. Pero también se hace más desafiante en un contexto donde ya no hay público, ciudadanía, pueblo, sino una total fragmentación individual, donde cada persona con un celular es una demanda y un interés, donde pareciera que están gritando y peleando entre ellos, cada uno desde su burbuja.
Para contrarrestar esta narrativa es clave atenerse a la verdad, proponer ideas, evidencia, pero también explicar, y explicar otra vez, persuadir. Es común ver entre los dirigentes políticos opositores a los populismos cierto desdén por hacerse entender, asumiendo que la narrativa fantasiosa y las promesas incumplibles terminarán siendo reconocidas como tal por los ciudadanos. Pero como hemos visto en tantos países, esto no es suficiente. Hay que explicar más, hacer mayores esfuerzos por comunicar mejor, por volver una y otra vez a la verdad, a difundir las políticas que funcionan y denunciar las falsedades.
El ejemplo también es clave. Tal vez para derrotar al populismo, los líderes políticos que lo enfrentan tienen que ser especialmente consistentes con una prédica y vivencia de la verdad, la austeridad, el apego a la evidencia, la tolerancia y respeto al otro. Pero a su vez, tienen que demostrar cuando gobiernan que la democracia no es únicamente la alternancia en el poder, sino también sólidas políticas de estado que tengan impacto en el bienestar de la población.
La contundente conclusión de Naim debería inspirar la tarea de los que creemos que la libertad y la democracia es la mejor forma de seguir promoviendo el desarrollo de las naciones. “Ganar la batalla contra las 3p de los autócratas requiere un coraje revolucionario y la creatividad que requirió el nacimiento de la democracia representativa. Requiere mayor innovación en las políticas públicas, tomar más riesgo y más audacia para transformar, y pensar nuevas metodologías para incluir a los ciudadanos en las tomas de decisiones”.