Ithaca, una ecoaldea prototipo en el corazón de EEUU

El pueblo de 30.000 habitantes adelanta un proyecto con veinte casas arracimadas en torno a un paseo peatonal, alimentadas con energía solar, abastecidas por su propia granja biológica

A cuatro horas de Nueva York, en Estados Unidos, está situada Ithaca, una pequeña localidad de 30.000 habitantes, camuflada entre bosques y lagos, donde cerró un McDonalds por falta de negocio, en la que circula su propia moneda local y todos los fines de semana se convierte en sitio de reunión de asociaciones y cooperativas, aparte de cientos de turistas.

Desde luego, no se trata de un paraíso terrenal, y a simple vista no se distingue mucho del típico pueblo del noreste estadounidense. Allí opera la reputada Universidad de Cornell.

Pero lo que diferencia a Ithaca es una energía especial, un imán que sólo tienen ciertos lugares elegidos.

En plena eclosión del movimiento hippie, hace 50 años, se crearon allí hasta 50 comunas. Muchos de aquellos jóvenes idealistas se cortaron la melena y decidieron echar raíces en la ciudad y esparcir las semillas del cambio en el mundo real.

En 1989 llegó un alcalde progresista, Ben Nichols, y ahí empezó la leyenda de la ciudad más innovadora y creativa de EEUU. La declaración de independencia de Ithaca empieza a percibirse desde que uno camina por The Commons, el paseo peatonal. Ni sombra de McDonalds, Burger King, Starbucks. Aquí son todo comercios autóctonos que exhiben el cartel con la moneda local: “Se aceptan horas”. (Una hora equivale a 10 dólares). Y esto sucede a escasos 300 kilómetros de Wall Street.

El billete local, ilustrado con niños, flores, granjas y animales de la zona, lo aceptan en la mayoría de las tiendas, y es la forma habitual de pago para trabajos caseros, las clases particulares o las terapias alternativas. La Cámara de Comercio respalda los billetes locales, aunque el verdadero aval es el trabajo y el patrimonio de los ciudadanos y su voluntad de aceptarlos como moneda alternativa.

El mentor de la moneda local de Ithaca es Paul Glover. “Con nuestro dinero estamos creando una riqueza que no nos van a arrebatar y unos lazos que refuerzan día a día nuestra comunidad. Nuestra moneda no genera avaricia, sino solidaridad”, presume Glover, cuya última gesta ha sido la creación de una cooperativa de salud que da cobertura a todos los que no pueden pagarse el seguro médico en la ciudad.

La creatividad de Ithaca es contagiosa, y el uso de moneda local se ha replicado en 38 estados tan distantes como Hawai (Ka/u Hours), Massachusetts (Valley Dollars) y Carolina del Norte (Mountain Money). La ciudad ha marcado también la pauta nacional con dos programas innovadores de reciclaje de bicicletas y computadores personales.

Pero si algo la hace verdaderamente irresistible a los ojos de cualquier amante de la naturaleza es la Ecoaldea, situada en las lomas del sinuoso lago Cayuga. Siguiendo el modelo de las cooperativas danesas, y procurando el menor impacto en el entorno natural, nació un proyecto de veinte casas arracimadas en torno a un paseo peatonal, alimentadas con energía solar, abastecidas por su propia granja biológica.

No circulan vehículos por la ecoaldea. Son 90 vecinos en total, unidos por la voluntad de vivir de otra manera, más humana y solidaria. “Aquí, en la Ecoaldea estamos buscando otro modelo, a medias entre la vida urbana y la vida rural. Todos venimos buscando un contacto más directo con la naturaleza y unos ciertos lazos de comunidad. Cada quien hace su propia vida, pero también algo por los demás”, afirma Liz Walker, una de las vecinas.

Fuente: Reportaje original de Carlos Fresneda publicado en Buena Siembra