Internet no es un derecho humano

Más de 85% del mundo vive en zonas con acceso a telefonía celular, así que la infraestructura no es un problema muy grande

Desde mi punto de vista -por más controversial que suene- internet no es un derecho humano. Pero hacerlo asequible o mejor aún, gratuito, es una decisión inteligente para los sectores público y privado en cualquier país del mundo. 

Mark Zuckerberg está entre los empresarios que se han dado cuenta del impacto positivo que superar la brecha digital tendría para su negocio. A finales de 2014, Facebook tenía 1,39 millardos de usuarios activos mensualmente, con una población mundial que en el mismo año superaba los 7.000 millones de personas. Con un modelo de negocios basado en número de usuarios, Facebook necesita que más personas puedan acceder a internet. La solución no es simple, pero por medio de la iniciativa Internet.org, Zuckerberg ha comenzado a crear alianzas con los gobiernos de distintos países para proveer servicios básicos de internet a los menos privilegiados.

Hace un par de meses, Colombia se convirtió en el primer aliado latinoamericano en implementar la iniciativa. Más allá de Facebook, esta es una estrategia esencial para todo gobierno progresista que busque digitalizar y promover sus políticas. Pero antes de analizar los posibles impactos del acceso gratuito a internet es importante responder la siguiente pregunta ¿cómo está siendo implementada esta iniciativa en particular?

Básicamente, algunos servicios de internet son proveídos gratuitamente por medio de la empresa de telefonía Tigo. Tomando en cuenta que la telefonía celular tiene un alcance cercano al 100% de la población colombiana (a diferencia de internet que tiene un alcance de 77%), es totalmente factible que Internet.org ayude a eliminar la brecha digital de dicho país. Entre los servicios a los que tienen acceso los usuarios de Tigo, se encuentran iniciativas gubernamentales como el Instituto Colombiano para la Evaluación de la Educación y Agronet, iniciativas educativas como YoAprendo y, por supuesto, Facebook.

Vivimos en un mundo en el que el 70% de la población mundial no tiene acceso a internet y casi el 20% de la misma vive en extrema pobreza. Internet y la conectividad han demostrado ser esenciales para el progreso de cualquier individuo en nuestro tiempo, y son fundamentales para ayudar al 20% del mundo a educarse, emprender y superar la pobreza extrema. Muchos se preguntarán cómo podrán las zonas más pobres instalar la infraestructura necesaria para hacer  internet accesible. La respuesta es que más de 85% del mundo vive en zonas con acceso a telefonía celular, así que la infraestructura no es un problema muy grande.

Sin embargo, la idea de este artículo no era enfocarme en lo bonito que suena cómo internet puede ayudar a los menos privilegiados. El punto principal es que, más allá de eso, proveer acceso gratuito a internet puede beneficiar a los sectores público y privado. Hasta la procrastinación de los usuarios es rentable para aquellos empresarios y políticos que tengan suficiente creatividad. En Kenya fuimos testigos de iniciativas telefónicas como Mpesa (sistema que permite  transacciones de dinero) que aumentaron la productividad económica de ciudadanos en zonas urbanas y rurales creando un ambiente más propicio para el emprendimiento. Con estas iniciativas como modelo, el impacto económico que el acceso gratuito a internet tendría en el mundo es incalculable.

Por otro lado, un ejemplo de la rentabilidad de internet en la política es el actual presidente de Estados Unidos. De no haber sido por internet, probablemente Barack Obama -en aquel entonces desconocido congresista de Illinois- no se hubiese convertido en presidente. El equipo de Obama con su campaña política 2.0 logró reclutar a miles de voluntarios, movilizar votantes, recaudar fondos y exponer ideas a medios de comunicación; ahorrando millones de dólares en el proceso. El mismo equipo ha utilizado dos períodos consecutivos de gobierno para introducir la democracia 2.0. Hace unas semanas, por ejemplo, Obama apareció en Buzzfeed (una de las páginas más divertidas e inútiles de internet) en un sketch en el que anunció que la fecha límite para inscribirse a  Medicaid (programa de salud pública del gobierno estadounidense) era el 15 de febrero.

Otros gobernantes en el mundo han comenzado a implementar la llamada Democracia 2.0. En Latinoamérica, muchos gobiernos locales se comunican con sus ciudadanos por medio de las redes sociales, especialmente los departamentos de transporte. Al mismo tiempo, incontables políticos han abierto cuentas de Twitter para comunicar sus ideas al mundo por medio de un solo click. Pero las redes sociales son sólo la punta del iceberg ante cómo el acceso a internet podría transformar las democracias de nuestros países beneficiando tanto a ciudadanos como a políticos. De nuevo, la rentabilidad dependerá de nuestra creatividad.

Marcela Colmenares