Notas sobre el segundo debate presidencial en Estados Unidos

“Feo y más feo”, “más feo que nunca”, “oscuro y amargo”, “el más salvaje de la historia de Estados Unidos”, “explosivo”. Son algunas de las conclusiones que destacan en los análisis sobre el segundo debate por la carrera presidencial entre la candidata demócrata Hillary Clinton y el candidato republicano Donald Trump, bajo el formato de Town Hall, con preguntas de la audiencia y el público presente.

Porque, a diferencia del primer debate del 26 de septiembre, este cara a cara sacó más trapos sucios. Trump, precedido el fin de semana por el escándalo del video difundido por The Washington Post en el que se ufanaba de abusar de las mujeres, sacó la carta con la que su campaña había amenazado: la de la historia sexual del expresidente Bill Clinton y su presunto abuso a mujeres que Trump trajo a estar presentes en el público.

Trump amenazó a Hillary Clinton con la cárcel si llega a ser presidente, por la destrucción por parte de ella de 33.000 e mails de su servidor privado.”No es frecuente escuchar a un candidato presidencial amenazar con lanzar una investigación a su oponente, en un debate nacional televisado. En efecto, no tiene precedentes”, es la lectura de USA Today.

Dos reporteros de The New York Times hablaron con varias mujeres de distintas procedencias que veían el debate, y resaltaron las entrevistas con mujeres de todo el país sobre su opinión del video de 2005. No encontraron una disculpa: “Ya sea que amen a Trump o lo detesten, muchas votantes entrevistadas en todo el país parecen haber visto el históricamente desagradable debate del domingo a través de mismo prisma ineludible: la lasciva grabación de tres minutos en la que Trump decía que besaba y tocaba a mujeres a placer. “Cuando eres una estrella, te dejan hacerlo”, dijo alto y claro en la grabación. Esa es la nueva realidad, agonizante y autocreada de Trump: Puede tener palabras absolutas sobre tratados comerciales injustos y amenazas a la seguridad nacional, pero lo que estas votante escucharon, en cambio, fue su voz en esa grabación abrasadora, explicando casualmente y con excitación que podía asaltar sexualmente a extrañas con impunidad”.

Ron Fournier escribió en The Atlantic: “Donald Trump sabe que no será el presidente. Ahora está en un modo carnavalesco (…), explosivo –una amenaza ceñuda y enfurruñada que amenazó durante un debate televisado en todo el país con llevar a Hillary Clinton a la cárcel y llamó a su mujer el mayor abusador sexual de la historia de la política”

La mayoría de los medios sostienen esta mañana que el debate terminó siendo favorable a la candidatura de Clinton, a pesar de que lo tuvo mucho más difícil que en el cara a cara de septiembre y se mostró más nerviosa y a la defensiva:

María Ramírez resume así los resultados del debate, en un artículo de Univision Noticias: “Donald Trump decidió este domingo morir matando. En el debate presidencial más salvaje de la historia de Estados Unidos, el candidato republicano no hizo nada que le pueda ayudar a resucitar su campaña presidencial atrayendo a los indecisos y a los republicanos que han renegado de él. Como si se tratara de un mitin, Trump amenazó a Hillary Clinton con la cárcel, merodeó de manera inquietante por el escenario, atacó (verbalmente) a los moderadores, despreció las preguntas de la audiencia y no hizo ningún intento de explicarse o acercarse a los votantes. Muy agresivo y más ágil en sus mensajes que en el primer debate presidencial, el candidato republicano se centró en animar al núcleo duro de sus seguidores. El candidato republicano mostró que su apuesta es luchar solo. Incluso se distanció de su aspirante a vicepresidente, Mike Pence, para apoyar a Rusia”.

El veredicto de Vox.com dice que la disciplina favoreció a la candidata demócrata: “Clinton tuvo una tarea en el debate: no hagas daño. Lleva la delantera en las encuestas. Trump acaba de ser golpeado con el peor escándalo de su campaña hasta ahora. Estás perdiendo con rapidez el apoyo de su élite republicana. Lo que ella necesitaba era no estropearlo y dejar que Trump siguiera cavando su propia tumba. Lo hizo, con algún añadido. Continuó su campaña efectiva del primer debate de mantener la disciplina: nunca interrumpir, nunca subir la voz, nunca agitarse demasiado. El punto era marcar el contraste entre el temperamento siempre incendiario de Trump y su clara falta de capacidad para ceñirse a las normas básicas de un debate, y [Clinton] lo logró. (…) Quizás el aspecto más crucial del éxito de la actuación de Clinton fue su defensa de las afirmaciones sobre sus discursos sobre Wall Street filtrados por WikiLeaks, que sugerían que ella pensaba que los presidentes deberían comportarse de forma distinta en público y en privado (…). Su respuesta dio un giro efectivo de las afirmaciones a la fuente del hackeo, del que muchos creen (incluido el gobierno de Estados Unidos) está conectado con el gobierno ruso, que, se piensa, está apoyando a Trump (quien ha correspondido con una manifiesta retórica pro-Kremlin). (…) Esto es un jujitsu muy inteligente, y es un tema relevante –¡importa de dónde vienen las filtraciones!– y lleva el asunto de la aparente creencia de Clinton en alguna ligera duplicidad en política al hecho de que el gobierno ruso está apoyando a Trump, una acusación mucho más seria a la que Trump fue forzado a responder”.

The Washington Post fue menos benevolente:  “Clinton tenía más material para trabajar en lo que se refiere a los  negativos sobre Trump en este debate que en el del mes pasado. Y lo aprovechó menos que en el primer debate. Este debate estuvo mucho más enfocado en Clinton que en Trump –en particular en la última hora–. Las respuestas de Clinton sobre su servidor de correo electrónico no tuvo interés y su uso de Abraham Lincoln para defenderse sobre sus discursos a Wall Street fue ridícula. Entonces, ¿cómo es que ganó? Porque Clinton entró en este debate con un ímpetu gigantesco en el tema de la raza –mucho de lo cual fue causado por los tropiezos de Trump — y no cometió ningún error flagrante que le permitiría al republicano volver al ruedo. Ella se mantuvo firme, demostró que es experta en los temas y siguió amable, aun frente a ataques muy personales, a lo largo del debate. Y dejó hablar a Trump, lo cual, como ha sido evidente desde que entró en la competencia, ha sido siempre su perdición”.

El comentarista de CNN, David Gergen, estimó en un artículo de opinión compartido: “Cualquier chance que todavía tuviera Donald Trump de alcanzar la Casa Blanca quedó largamente evaporado (…) Viniendo de los peores diez días de campaña en la historia reciente de Estados Unidos, Trump necesitaba desesperadamente ganar para revertir su caída en las encuestas. Estuvo, en efecto, mejor que en el primer debate y ella no estuvo tan al mando. Aun así, él destruyó su oportunidad para la victoria durante los primeros 20 minutos y ya nunca se pudo recuperar”.

Su colega Sally Kohn fue exhaustiva, en el mismo artículo, sobre otros temas que aparecieron en el debate y sentenció que “está deprimida”: Me deprime que a Donald Trump lo capturaran en una grabación jactándose de abusar de mujeres y tratara de reírse de eso en el debate diciendo que se trataba de una “conversación de vestuario” (…) Casi igual de deprimente fue la falta de voluntad de Trump de responder las preguntas que se le hacían. ¿Qué haría Trump para mantener la cobertura sanitaria a las enfermedades preexistentes sin un mandato de cobertura universal? No lo sabemos, no respondió. ¿Qué haría Trump sobre la crisis de los refugiados de Siria? No lo sabemos, y no lo respondió –dos veces–. Pregunta tras pregunta, Trump no dijo nada. Salieron palabras de su boca que apenas formaron oraciones pero, definitivamente, no ideas. Básicamente vomitó fragmentos de la nada encima de Hillary Clinton y Estados Unidos. Y, como Clinton, todos tuvimos que quedarnos allí sentados, frustrados y anonadados. Donald Trump es un hombre perverso que está pervirtiendo no solo nuestra democracia sino el mismo significado de la verdad. Trató de ganar el debate como si fuera un concurso de limbo (concurso de baile de Trinidad y Haití), bajando el listón. Eso debería deprimirnos a todos”.

Un momento interesante, e inesperado, del debate fue su cierre. Un ciudadano del público, llamado Karl Becker, pidió a los candidatos que mencionaran un rasgo positivo que respetan en su oponente. Clinton respondió que valora a los hijos de Trump “sus hijos son increíblemente capaces y devotos y eso dice mucho de Donald”. Trump dijo de Clinton que “ella no renuncia, no se da por vencida (…) es una luchadora (…) pelea duro y considero que eso es un muy buen rasgo”.
Mire aquí un análisis desgranado de NBC News sobre los highlights del debate.
Puede ver aquí los fact checks del debate que hicieron The New York Times, PBS, Político y Politifact y FactCheck.org

El debate completo puede verse aquí

El próximo y último debate será el 19 de octubre.