Las elecciones del 8 de noviembre podrían ser decisivas para dar una respuesta al bloqueo de la Acción Ejecutiva migratoria de la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos, si los votantes hispanos se movilizan y despiertan así la posibilidad de reavivar la reforma migratoria en el nuevo Congreso.
El 23 de junio pasado la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos bloqueó, con un empate 4 a 4, la Acción Ejecutiva migratoria, introducida por el presidente Barack Obama en 2014. La decisión deja detenidos los programas DACA (cobertura de acción diferida de 2012 para jóvenes que entraron sin documentos antes de los 16 años) y DAPA (padres indocumentados de ciudadanos y residentes legales permanentes), que abrían la posibilidad a al menos cinco de los más de 11 millones de inmigrantes indocumentados, con residencia en el país desde 2010 y sin antecedentes penales, a recibir un amparo que detuviera sus deportaciones.
Las organizaciones defensoras de los derechos de los inmigrantes apuntan a activar lo que ellos han llamado el Plan B de la Acción Ejecutiva: redirigir sus acciones hacia la resurrección de la reforma migratoria, que preveía los mismos beneficios, y que quedó archivada en el Congreso en 2013, tras la negativa de la mayoría republicana para su aprobación. Lo informa Univisión Noticias, que cita a Gustavo Torres, director ejecutivo de CASA de Maryland: “Esa es nuestra próxima parada. La reforma migratoria decidirá el voto en noviembre, y el voto, a su vez, decidirá el futuro de la reforma migratoria, definitivamente”.
“En California ya contamos, hasta ahora, con al menos 4 millones de electores latinos, una cifra histórica”, dijo al mismo sitio de noticias Francisco Moreno, director ejecutivo del Consejo de Federaciones Mexicanas.
Por su parte, el grupo Latino Victory Project anunció en un comunicado de prensa el lanzamiento de una costosa campaña publicitaria en los medios digitales, que hace responsables a los republicanos por causar esta demanda ante la Corte, al negarse a considerar la nominación del Presidente para un sustituto del magistrado Antonin Scalia (que murió en febrero). Y así “llevarse los sueños de millones de inmigrantes y sus hijos, ciudadanos estadounidenses que quieren quedarse con sus familias”. La publicidad estará activa durante dos semanas en Colorado, Nevada and Florida, donde el voto es decisivo.
Está claro que ya no hay posibilidad de reabrir el debate en lo que queda de año, y los esfuerzos se concentrarán en las elecciones del 8 de noviembre. Hay más de 27 millones de potenciales votantes a los que hay que seducir.
El reto no es menor. Aunque la cifra de electores hispanos ha crecido exponencialmente –esos 27,3 millones de votantes potenciales, casi la mitad de los 55 millones de latinos que viven en Estados Unidos, según proyecciones de un estudio del Pew Research Center–, todavía son más los que no hacen efectivo el voto. La publicación política Vox publicó en enero un reportaje en el que analiza esta investigación. 11,2 millones de latinos votaron en 2012 y Pew Research estima que lo harían 11,9 millones en 2016, pero “aunque el número de posibles votantes latinos ha alcanzado su máximo histórico, la tasa de participación real ha ido bajando desde 2008, cuando casi 50 por ciento acudió a las urnas. En 2014 –mitad del periodo, lo cual atrae menos votantes–la participación hispana cayó a 27 por ciento”, explica Vox.
Atribuyen estos datos a que el 44% de los posibles votantes son millennials, jóvenes menores de 35 años que no tienen interés en sufragar; a que cerca de 52 por ciento viven en California, Nueva York o Texas, que no son estados claves para los candidatos presidenciales; a que muchos tienen residencia legal, pero no la nacionalidad que los autoriza a votar.
La Asociación Nacional de Funcionarios Latinos Electos y Designados (Naleo por sus siglas en inglés) advirtió en mayo en un reporte que alrededor de 875 mil hispanos en capacidad para votar tendrían más dificultades que en las últimas elecciones porque los estados en los que residen perdieron la total protección de la Voting Rights Act, debido a un fallo de la Corte Suprema de 2013.
El 71% de los hispanos votaron por Barack Obama en las urnas en 2012. Se ha vuelto una tradición que los latinos opten por los demócratas en las elecciones. Y los líderes políticos hispanos piensan que pueden aumentar su presencia en la toma de decisiones en un eventual gobierno demócrata.
Arturo Vargas, presidente de Naleo, cuyos miembros se reunieron durante varias jornadas en días recientes, dijo a la agencia española EFE, citado por Telemundo que “este es el momento para que EUU tenga un vicepresidente de origen latino”.
A la cita de Naleo acudieron Xavier Becerra, presidente del Caucus Demócrata y congresista por California, y Julián Castro, secretario de Vivienda y Desarrollo Urbano. Los dos suenan como candidatos a la vicepresidencia si Hillary Clinton ganara las presidenciales, según Telemundo.
De cualquier forma, la aprobación de una reforma migratoria dependerá de una mayoría favorable en el Congreso.
“En todo caso, el Congreso legislará sobre el tema y no podrá ignorar por siempre a Estados Unidos”, quiso vaticinar Obama como respuesta al bloqueo de la Acción Ejecutiva. “He llegado al límite de mi capacidad ejecutiva. Ahora necesitamos que el Congreso actúe”, dijo a la prensa.
Mientras se comprueba si esto es factible, las deportaciones no se han detenido y el futuro de millones es incierto, el llamado Plan B tiene el gran trabajo de convencer a los hispanos de que su voto puede ser decisivo para darles alguna certidumbre.
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