Refugiados centroamericanos entre los más olvidados del mundo: Amnistía Internacional

“Cuando les dispararon a él y a sus hijos a quemarropa a plena luz del día en una tranquila calle de Tegucigalpa, la capital de Honduras, el conductor de autobús Saúl, de 35 años, supo que la única forma de sobrevivir era abandonar juntos el país.

Honduras es una de las naciones más violentas del planeta, en la que cada día asesinan a más personas que en la mayoría de los países. Saúl tenía miedo de que les volvieran a atacar a él y a su familia.

Transcurridos dos meses desde de la agresión, la policía no había hecho nada para protegerlos, así que Saúl reunió todo el dinero que pudo conseguir, empacó una pequeña bolsa y se fue a México.

El plan parecía infalible”.

Así empieza la presentación del informe ¿Hogar dulce hogar?, si me quedo me matan, que hizo público el 14 de octubre la organización de derechos humanos Amnistía Internacional para visibilidad a uno de los grupos de refugiados más olvidados del mundo, los de Centroamérica, los que huyen de la violencia pandillera y del narcotráfico en el llamado Triángulo Norte, El Salvador, Guatemala, Honduras”.

Lo que pasó es que a Saúl –nombre ficticio– no le otorgaron el asilo en México. Lo devolvieron a Honduras, “al mismo barrio en el que los hombres que le habían disparado seguían viviendo y controlaban las vidas de todo el mundo” (…) “De vuelta en casa, Saúl y su familia quedaron totalmente desprotegidos. Saúl contó que la policía le dijo que buscara él mismo a los hombres que le habían atacado.

“Me parece que va a volver a pasar algo… Quizás a mí”, dijo Saúl como testimonio a Amnistía, incapacitado de intentar regresar a México porque se había gastado todo el dinero en el primer viaje, a la tercera semana de su regreso. Días después, el 10 de julio de 2016, lo mataron a tiros en Tegucigalpa.  “Ahora, su viuda tiene terror de lo que pueda sucederles a ella y a sus hijos”, dice la presentación de Amnistía Internacional.

https://www.youtube.com/watch?v=Hea–tilTCs&feature=youtu.be

“Para quienes viven en América Central, la escena es recurrente: un canal de televisión conecta en directo con una colonia en San Salvador, San Pedro Sula o Tegucigalpa. Vemos a familias pobres subiendo sus pertenencias en un camión y huyendo, dejando vacías calles enteras. A veces muestran un papel, una amenaza; otras veces ni eso. Basta con que la pandilla haya hablado: tienen uno o dos días para irse. Sucede que no han pagado la extorsión, el impuesto de guerra que las pandillas cobran a gran parte de la población, o que los homies crean que un adolescente del barrio ha hablado con la policía. Terminan acampados en los parques como paso previo a la huida hacia el norte, a los Estados Unidos. En el camino a través de México muchos sufren graves violaciones de sus derechos humanos y, al llegar a su destino, son detenidos y deportados al mismo lugar del que se vieron forzados a huir. Pocas veces se siguen sus historias”, escribió el periodista Alberto Arce, corresponsal que ha construido una amplia trayectoria de cobertura en Centro América, en The New York Times en español.

“Las bandas (“maras”) y la delincuencia organizada han convertido el denominado Triángulo Norte (El Salvador, Honduras y Guatemala) en una de las regiones más peligrosas del mundo. Esta “nueva realidad” ha dado lugar a un importante cambio en los factores de expulsión que afectan a los flujos migratorios en el corredor de migración de Centroamérica-México-Estados Unidos: los altísimos niveles de violencia han provocado que cada vez más personas huyan hacia el norte para salvar la vida. Los gobiernos del Triángulo Norte se muestran poco dispuestos a reconocer hasta qué punto la creciente violencia ha modificado la migración”, introduce el informe, que presentó en Honduras, en persona, Salil Shetty, secretario general de Amnistía Internacional.

Shetty afirmó, citado en una nota de prensa de la organización que “esta es una de la crisis de refugiados menos visible del mundo”: “El Salvador, Guatemala y Honduras se han convertido prácticamente en zonas de guerra en las que la vida parece prescindible y en las que millones de personas viven con el terror constante a lo que los miembros de las maras o las fuerzas de seguridad pública pueden hacerles a ellas o a sus seres queridos. Estos millones de personas son ahora las protagonistas de una de las crisis de refugiados menos visibles del mundo”.

https://www.youtube.com/watch?v=JNrxVz2bHZs&feature=youtu.be

Arce recuerda que lo que dice el cabeza de Amnistía Internacional es una confirmación de lo que ya señaló el alto comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur):  “que gran parte de la población que abandona el Triángulo Norte centroamericano (Guatemala, Honduras, El Salvador) tiene derecho a pedir asilo y a que sea evaluada su solicitud de refugio porque huyen de una situación de violencia generalizada. No en vano, Honduras, Guatemala y El Salvador tienen los índices de homicidios más altos del mundo”.

“Shetty señala que ‘lo más alarmante en Honduras es la cuestión de la impunidad. Parece que puedes hacer cualquier cosa y salirte con la tuya. La relación entre las pandillas, la policía y el Estado es muy preocupante, cada parte culpa a la otra de los que sucede y mientras tanto el índice de impunidad es del 95 por ciento’ “, resalta el artículo de Arce.

Y aporta datos: en cinco años, entre 2010 y 2015, las solicitudes que presentaron en países de todo el mundo personas de El Salvador, Honduras y Guatemala crecieron 597 por ciento. Se multiplicaron por siete, dice Amnistía Internacional con cifras de Acnur. “Unas 48.000 personas de estos países pidieron asilo en otros países en 2015, el doble que en 2014”, añade. Tamoa Calzadilla agrega, en una nota de Univision Noticias, que en solo año y medio, entre entre enero de 2014 y mediados de 2015, las solicitudes de asilo de estos tres países aumentaron “casi nueve veces”, según la Oficina de Ciudadanía y Servicios de Inmigración de Estados Unidos. Las que más crecieron fueron las de los guatemaltecos, recuerda.

Alberto Arce hace notar que las respuestas mayoritarias ha estas solicitudes han sido las deportaciones. “Según datos de la Secretaría de Gobernación de México, el incremento del número de deportaciones de México a El Salvador entre 2010 y 2015 se incrementó en un 231 por ciento. A Honduras, el 145 por ciento. A Guatemala el 188 por ciento”.

“Hay pruebas abrumadoras de que estas personas se enfrentan a la violencia extrema y quizás a la muerte si no se les reconoce la condición de refugiado. Sin embargo, las deportaciones desde algunos países, especialmente México y Estados Unidos de América, han aumentado desde 2012”, dice la presentación de Amnistía Internacional.

https://www.youtube.com/watch?v=tXf0C81LBvA&feature=youtu.be

Shetty, en la entrevista con Alberto Arce, lamenta que ninguno de los dos candidatos principales a la presidencia de Estados Unidos estén hablando de este tema en la campaña. “La vinculación, para él, es clara. Tiene relación con Estados Unidos porque en la base de esta violencia generalizada está la droga, y la mayor proporción de consumidores de esa droga está allí, en Estados Unidos. “Por eso cuesta entender que ninguno de los dos diga nada concreto al respecto. Aunque Trump propone, pero propone construir un muro”.

Shetty recuerda en el artículo que Estados Unidos aprobó el año pasado Plan para la Alianza por la Prosperidad del Triángulo Norte, “que supone una inyección de alrededor de mil millones de dólares en la región”. “Shetty critica que “no sabemos lo que eso significa en la práctica” y aunque reconoce que es positivo que haya “una inyección masiva de dinero del gobierno de Estados Unidos en esta región, que habla de pobreza y de condiciones sociales”, hace hincapié en que es un problema serio que “no detallen que van a hacer con las personas que huyen de la violencia y con los que ven sus derechos humanos violados de manera sistemática” porque, en su análisis “hay una fractura entre los valores declarados y las acciones emprendidas”.

Descargue el informe completo de Amnistía Internacional aquí

Imagen: Amnesty International/Encarni Pindado