América Latina avanza en el desarrollo humano, pero persisten la desigualdad y la pobreza extrema: PNUD

El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) acaba de presentar su informe sobre desarrollo humano correspondiente a 2016, que llegó a la siguiente conclusión: los grandes avances en América Latina y el Caribe, como en el resto del mundo, dejan todavía atrás el progreso para millones de personas.

La región ha experimentado un aumento de varios escaños en los niveles de desarrollo humano, según el reporte “Desarrollo humano para todas las personas”, como se llama el estudio correspondiente a 2016 , que evaluó el desempeño de 188 países. En la lista,  América Latina figura apenas detrás de Europa y Asia Central.

La mayoría de los países de la región aparecen en buenos puestos en el ranking, pero ninguno figura a entre los diez primeros de la lista mundial, que encabeza Noruega. Lo recuerda CNN en español: “ni siquiera en el top 20 o 30”.

El informe es el resultado de la conjunción de tres “dimensiones”, como las llaman, del desarrollo humano: la expectativa de vida al nacer, que “refleja la capacidad de llevar una vida larga y saludable”; los años de escolaridad “y su expectativa de reflejar la capacidad de adquirir conocimiento”; y el producto interno bruto per cápita como reflejo “de la capacidad de alcanzar una calidad de vida decente”.

Y en una medición más profunda, el reporte agrega otros índices: el que mide la desigualdad; el índice de desarrollo según el género, que compara los valores en hombres y mujeres; el índice de desigualdad de género; y el índice de la pobreza multidimensional, que evalúa otros aspectos de la pobreza que trascienden el ingreso.

Chile puntea en el puesto 38, seguido de Argentina en el 45:” son los únicos que en la región alcanzaron un Índice de Desarrollo Humano muy alto”. Vienen después, en la categoría de índice “alto” del ranking mundial, Uruguay, Panamá, Trinidad y Tobago, Costa Rica, Cuba y Venezuela. En los índices más bajos están Nicaragua, Guatemala, Guyana, Honduras y, de último, Haití.

Pero cuando se mira más adentro el tema de la desigualdad, los países de la región retroceden “casi un 25%”. Esto, “debido a la distribución inequitativa del progreso en desarrollo humano, en particular respecto de los ingresos”, y a que “determinados grupos sufren desventajas sistemáticas en la región, y, en el caso de algunos, es probable que la brecha se amplíe con el tiempo, puesto que son los grupos que se ven más afectados por eventos adversos y las crisis”, dice el comunicado de prensa de la presentación del informe.

En esos grupos están, por ejemplo, las mujeres, que en la región suelen ser más pobres: 117 mujeres por cada 100 hombre, según las últimas mediciones. Y en la función pública, donde se toman las grandes decisiones, las mujeres tienen todavía poco espacio: solo 28 por ciento en los parlamentos y 37% entre los legisladores y altos funcionarios. Siguen estando en clara desventaja en comparación con los hombres, en diversos aspectos de la vida, desde el acceso a la escolaridad y el trabajo, hasta los ingresos.

Los indígenas de las más de 400 etnias de la región también están más desfavorecidos que el resto, con “carencias sistémicas que les hacen difícil alcanzar el nivel de los demás”, según el informe. Por ejemplo, en países como Bolivia, Perú, Ecuador y México, los niños indígenas alcanzan entre dos y tres años y medio menos de escolaridad que el resto. Y en Guatemala, la mitad.

La desigualdad también es más acentuada, de acuerdo con el reporte, para quienes viven en el campo, las personas con discapacidad y a la comunidad LGBTI.

La nota de prensa cita a Jessica Faieta, directora regional del PNUD para América Latina y el Caribe: “Este informe muestra que las vulnerabilidades son acumulativas. Una mujer, rural e indígena a quien no se le reconozca el derecho a la tierra, por ejemplo, enfrentará una combinación de desventajas”.

“Tenemos que examinar de manera pormenorizada los promedios, incluidos los que parecen indicar que vamos por buen camino, para ver a quién se está dejando atrás y por qué. Y debemos considerar prioritario atender a esos grupos con el fin de garantizar el desarrollo humano para todas las personas”.

Por otro lado, el tema de la inseguridad y la violencia en toda la región continúa como un gran obstáculo para mejorar el nivel de vida. Los números lo dicen claro: tasa de homicidios en promedio de 21,6 por cada 100.000 personas, “14 veces superior a la tasa más baja de Asia Oriental y el Pacífico”; tasa de encarcelamiento de 244 personas por cada 100.000, “frente a 48 en Asia Meridional y 88 en África Subsahariana”; entre 17% y 24% de niños varones en edad escolar admitieron pertenecer a bandas delictivas en 10 pañises del Caribe; en Colombia hicieron a las mujeres 100 ataques con ácido al año en promedio a las mujeres; solo 40% de la población de América Latina y el Caribe dice sentirse segura.

La situación global es similar. Hay mejoras cuantitativas, en los datos de papel –más niños yendo a la escuela, la gente viviendo más años–, pero no necesariamente en la cualidad. El responsable del informe le dijo a El País, que no sirve “de gran cosa”, por ejemplo, mejorar las cifras de escolarización,  “si en realidad los niños apenas aprenden, o multiplicar el acceso al agua si esta no está en buenas condiciones”.

“Prestamos demasiada atención a los promedios a nivel nacional, que a menudo ocultan enormes desigualdades en las condiciones de vida de las personas”. Y apunta que para cambiar esto, hay que mirar mejor “no solo lo que se ha logrado, sino también quién ha quedado excluido y por qué”.

 

Imagen: Mónica Suárez/ PNUD Perú