Neoyorquinos de Staten Island ofrecen refugio a latinos sin documentos

Staten Island fue el único condado de Nueva York en el que Donald Trump ganó las elecciones el pasado noviembre. Según el despacho de Associated Press que cuenta esta historia, en Staten Island viven unos 20 mil mexicanos sin documentos, de los 500 mil inmigrantes en la misma situación en toda la ciudad de Nueva York.

La historia es la de un grupo de estaounidenses, blancos, nacidos en Nueva York, que fueron a preguntar a la organización La Colmena cómo podían ayudar a estas personas, amenazadas por las políticas antiinmigrantes de Trump. No había pasado mucho tiempo desde la victoria del nuevo presidente. Entonces La Colmena, recién fundada en 2016 en Staten Island para apoyar a los inmigrantes trabajadores, organizó las reunines que ahora congregan a unos 30 estadounidenses, que tienen encuentros con latinos de diversas procedencias que no tienen los papeles para su residencia legal en el país.

Discuten, dice el despacho de AP publicado en Debate, cómo estos estadounidenses podrían, incluso, darles “cobijo temporal a familiares en caso de deportación de uno de sus padres”.

Ruth Silverberg, profesora universitaria de 63 años, dice, sin dudarlo, que tiene “espacio suficiente” en su casa. “Quizás no tengo muchas habitaciones, pero puedo ir a comprar una de esas paredes de Ikea y crear espacio para hasta 10 personas”.

Cuando hace esta afirmación, según la nota, está aprendiendo a cocinar chile con Maribel Torres, de 44 años, que llegó a Estados Unidos cruzando la frontera con sus dos hijos, hace dos años. Silveberg terminará cenando el plato con ellos, en compañía de su hijo.

“Yo pensaba que a todos aquí [en Staten Island] les gustaba el presidente”, dice Torres a AP. “Estamos preocupados y asustados y este apoyo que vemos nos crea un poco de seguridad y confianza”. Uno de sus hijos, José Juárez, de 13 años, dice que le gustaría vivir con Ruth Silveberg “o cualquier otro ciudadano estadounidense del grupo si su madre o padrastro fueran detenidos o deportados”.

Según una encuesta del Pew Research Hispanic, realizada entre diciembre y enero de 2016, 55% de los hispanos sin papeles consultados tenían serias preocupaciones sobre su lugar en el país, después de la elección de Donald Trump. La amenaza parece más tangible ahora que ya existe, por ejemplo, el decreto para la construcción del muro.

La Colmena, de acuerdo con su sitio web, sirve a comunidades mexicanas, guatemaltecas, hondureñas y peruanas en ese condado de Nueva York, muchos de los cuales tienen “niveles bajos de alfabetización y hablan lenguas indígenas”. La organización tiene como propósito “empoderar a los jornaleros, trabajadores domésticos y otros inmigrantes trabajadores de salarios bajos de Staten Island, a través de la organización, la educación, la cultura y el desarrollo económico”.

“Estamos comprometidos con proveer a los inmigrantes las herramientas que necesitan para convertirse en líderes que puedan hablar por ellos y abogar por sí mismos y sus comunidades”

En las reuniones entre inmigrantes y estadounidenses, además de hacer comidas conjuntas, se intercambian números teléfonicos: tienen previsto activar los chats en sus teléfonos celulares, “para avisarse, por ejemplo, de agentes de inmigración en calles de la zona”. También se han preparado clases de español para los estadounidenses interesados en aprenderlo.

La nota de AP habla también de un ex policía, Michael DeCillis, quien, además de dar refugio en su casa a los inmigrantes necesitados, también se ofrece a acompañarles a citas médicas o ayudarles a conseguir servicios públicos si tienen miedo de acercarse a una oficina del gobierno.

Al abrir su sitio web, La Colmena despliega este mensaje para pedir donaciones: “El resultado de las elecciones presidenciales de 2016 ha forzado a nuestra comunidad a confrontar nuevos retos, sin precedentes. A lo largo de los últimos dos años, hemos visto un incremento agudo de la retórica del odio y amenazas contra los inmigrantes, jornaleros y sus familias. Esta es nuestra comunidad y está más en riesgo que nunca. Con una organización efectiva, compromisos fuertes de los aliados y fondos suficientes, continuaremos luchando por los derechos de nuestra comunidad (…)”.

DeCillis, quien trabaja ahora como profesor para personas con discapacidad, asegura que para él es una “responsabilidad personal y cívica” ayudar a los hispanos que viven en el país en estas condiciones, para hacer frente a la política antiinmigrantes de la actual administración.

“Estos no son los Estados Unidos en los que yo crecí o los Estados Unidos que yo quiero conocer, así que estoy luchando contra todo esto”, concluye.