La Cumbre del Clima de la Organización de las Naciones Unidas en su edición 25 (COP25) está en plena inauguración hoy en Madrid, con el compromiso de “sentar las bases para una nueva fase de acción climática“. El evento, que convoca a 50 jefes de estado y de gobierno, delegaciones de casi 200 países, además de organizaciones internacionales, se iba a realizar en Santiago de Chile, pero el presidente Sebastián Piñera lo suspendió debido a las protestas.
La cumbre terminará el 13 de diciembre, dos semanas antes de que comience 2020, el año en el que unos 70 países contrajeron la obligación de aumentar lo que técnicamente se llama las contribuciones determinadas a nivel nacional (CDN) para reducir sus emisiones de dióxido de carbono y así ayudar a detener el cambio climático. Este fue un compromiso de la Cumbre Mundial sobre la Acción Climática del Secretario General de las Naciones Unidas que se celebró en septiembre con gobiernos, organizaciones civiles y organizaciones internacionales. En el mismo encuentro, 65 países se comprometieron a trabajar para reducir a cero las emisiones antes de 2050.
Desde 2012, los casi 200 países de la Convención Macro de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) acordaron tomar acciones para combatir el cambio climático. De allí salió el Acuerdo de París, que entró en vigencia en noviembre de 2016. Los países que lo suscribieron se comprometieron a tomar acciones para mantener el aumento de la temperatura global del planeta en menos de 2 grados centígrados, concretamente en 1,5 grados centígrados durante este siglo.
Sin embargo, el más reciente informe –precisamente– de Naciones Unidas sobre la disparidad en las emisiones de 2019, presentado el 26 de noviembre pasado, concluye que las emisiones de gases del efecto invernadero siguen aumentando a razón de 1,5% anual.
A este ritmo, aún cumpliendo todas las CDN, hay un 66% de probabilidad de que la temperatura de la Tierra haya aumentado 3,2 grados centígrados cuando termine el siglo XXI. Los países, especialmente los que más emiten gases nocivos a la atmósfera, tendrían que multiplicar sus esfuerzos por cinco para revertir los efectos devastadores del cambio climático: el aumento de la temperatura del planeta a más de 1,5 grados centígrados mataría a todos los corales y afectaría gravemente a los ciclos naturales que mantienen viva y en equilibrio a la biodiversidad marina y terrestre; el riesgo de las inundaciones subiría 170%; el 28% de la población del planeta estaría expuesta a olas de calor fuertes; el aumento del nivel del mar afectaría a 49 millones de personas en el año 2100. Son datos que dio Mar Gómez, doctora en Físicas con especialidad en Meteorología y Climatología, a National Geographic España.
2018 fue un año récord, según el reporte de la ONU, en emisiones de dióxido de carbono provenientes de combustibles fósiles para el consumo de energía y la industria, “que constituyen la mayor parte de las emisiones totales” de gases de efecto invernadero: estas emisiones aumentaron 2% y se situaron en “un nivel nunca visto”.
El tiempo se agota. El informe de la ONU lo deja claro. Como han sido insuficientes, las acciones para alcanzar las metas de temperatura global de 2 y 1,5 grados centígrados tendrán que ser mucho más drásticas.
“Si se hubieran tomado medidas climáticas rotundas en 2010, las reducciones anuales necesarias para atenerse a los niveles de emisiones previstos en los escenarios de 2 °C y 1,5 °C solo habrían sido, como promedio, del 0,7 y 3,3% al año. Sin embargo, puesto que no fue así, las emisiones han de disminuir de aquí a 2020 casi un 3% anual para cumplir el objetivo de los 2 °C y en torno al 7% anual para el de 1,5 °C”, dice el informe.
Si las emisiones de gases de efecto invernadero llegaran a un “punto álgido” en 2020, el año que está por comenzar, en 2030 y en 2050, los países tendrían que reducir esas emisiones un 25% y un 55% más que en 2018 “si queremos que el mundo tome la trayectoria de menor costo con vistas a limitar el calentamiento del planeta a 2 oC y 1,5 oC, respectivamente”.
Estados Unidos sigue entre los más contaminantes
Según el informe, los países más contaminantes son, por cantidad de emisiones, China, Estados Unidos, la Unión Europea, India, Federación Rusa y Japón. Los miembros del G20 –los países con las economías más ricas del planeta—generan el 75% de los gases de efecto invernadero de todo el mundo.
Estados Unidos abandonó el Acuerdo de París por mandato del gobierno de Donald Trump en 2017. Sin embargo, continúa en la CMNUCC.
A la cumbre de Madrid en curso asiste una delegación oficial del gobierno de Trump para defender su retiro del acuerdo de París, apunta EFE Verde, pero también asisten congresistas y senadores, con Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes de ese país, a la cabeza.
Our delegation’s message at the opening of #COP25 in Madrid: We’re still in it. #TimeForAction @TheCVF pic.twitter.com/atgDnwm6gR
— Nancy Pelosi (@SpeakerPelosi) December 2, 2019
Como respuesta a la salida de Trump del Acuerdo de París, 24 estados de Estados Unidos se unieron en la Alianza Climática de Estados Unidos, para tomar medidas que reduzcan la emisión de gases en 2025 un 26 a 28% menos que en 2005, reporta otro despacho de EFE Verde.
Los estados de la alianza son Hawai, California, Oregon, Washington, Nevada, Montana, Colorado, Nuevo México, Minnesota, Wisconsin, Illinois, Michigan, Pensilvania, Carolina del Norte, Virginia, New Jersey, Delaware, New York, Rhode Island, Connecticut, Maine, Kansas y Luisiana, con gobernadores demócratas, y Maryland, Massachusetts y Vermont, con gobernadores republicanos.
América Latina
Tres países de América Latina –Argentina, Brasil y México– son miembros del G20, con lo cual hacen parte de esa emisión de 75% del total del planeta que indica el informe de la ONU.
Pero en diciembre de 2018, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) concluyó en otra investigación que la región emite menos de 10% del total de emisiones tóxicas a la atmósfera — las emisiones per cápita de estos países representan un tercio de las emisiones de Europa o Estados Unidos–, pero “es especialmente vulnerable a los efectos del cambio climático debido a su situación geográfica y climática, su condición socioeconómica, demográfica e institucional y la alta sensibilidad al clima de sus activos naturales, como los bosques y la biodiversidad”.
Estos efectos negativos son el aumento del nivel del mar, el cambio en la estructura de las lluvias, el derretimiento de los glaciares, las modificaciones en las regiones agrícolas –el 30% del territorio de América Latina y el Caribe, 576 millones de hectáreas, constituyen las reservas de terreno cultivable más grandes del mundo y el cambio climático afecta los ciclos de cultivo y sus rendimientos– y la reaparición de enfermedades que estaban erradicadas, según el Centro de Información de la ONU (CINU) México.
El informe de la CEPAL indica que el cambio climático también modifica la humedad del suelo. “Todo lo anterior incide sobre la disponibilidad de agua para el consumo humano y las actividades económicas, como la agricultura y la industria”.
El sector energético de América Latina y el Caribe es responsable de 5% de la emisión de gases de efecto invernadero. Los sistemas actuales de generación eléctrica son vulnerables al cambio climático. Y, sin embargo, la región tiene el 25% de potencial hidroeléctrico del planeta, “un alto potencial eólico y alta disponibilidad de energía geotérmica”.
La región ha perdido 96 millones de hectáreas de sus bosques en los últimos 15 años debido a la actividad humana.
“Para lograr un desacoplamiento entre las emisiones y el nivel de desarrollo de la economía es necesario adoptar medidas que contribuyan a disminuir la demanda de energía y a cambiar las fuentes de energía”, concluye el informe.