La Seguridad Ciudadana es mas que el ‘Orden Público’

Durante el bronco primer debate presidencial de 2020, el presidente Trump instó al ex vicepresidente Joe Biden a pronunciar las palabras “ley y orden” dentro del debate sobre raza y violencia en las ciudades de EE.UU. Esta táctica tenía por objeto presentar a Biden como un blando en materia de seguridad ciudadana. Biden fue incluso más allá al expresar su apoyo incondicional a las fuerzas del orden público y denunciar la violencia.

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Durante el bronco primer debate presidencial de 2020, el presidente Trump instó al ex vicepresidente Joe Biden a pronunciar las palabras “ley y orden” dentro del debate sobre raza y violencia en las ciudades de EE.UU. Esta táctica tenía por objeto presentar a Biden como un blando en materia de seguridad ciudadana. Biden fue incluso más allá al expresar su apoyo incondicional a las fuerzas del orden público y denunciar la violencia. Por su parte, el presidente Trump prosiguió en su polarización con ataques contra las ciudades “Demócratas” y los activistas de “Black Lives Matter”. Lamentablemente, el debate fue una ocasión perdida para abordar de verdad la negligencia policial, la violencia y la corriente subyacente de racismo sistémico.

A medida que las elecciones presidenciales se aproximan al 3 de noviembre en medio de un ambiente convulso, el debate sobre ley y orden no debe convertirse en otra indirecta para asustar a la clase media en los suburbios. Ya estamos familiarizados con este manual de retórica polarizante en nuestro trabajo tanto en EE.UU. como a nivel internacional. Desde toda América hasta África, hemos podido ver cómo la aplicación de la ley no es suficiente para solucionar el problema de la violencia. Las respuestas polarizadas de mano dura de los gobiernos que dan prioridad a la ley y el orden es un fenómeno mundial que ha hecho poco por abordar las desigualdades sociales que de entrada derivan en violencia. No estamos acertando en el discurso sobre seguridad pública; un planteamiento que hasta el momento ha estado desprovisto de la evidencia de lo que sabemos que funciona y las causas principales subyacentes. Ahora se abre una oportunidad para abordar un nuevo planteamiento que exigirá un enfoque sesudo y metódico basado en datos, que reinvente el modo en que podamos abordar la violencia y la seguridad de manera eficaz, un planteamiento basado en el sentido común de la finalidad y la solidaridad por encima de las divisiones partidistas.

Esto ya se ha hecho antes bajo el liderazgo del vicepresidente Biden cuando se hizo hincapié en una serie de estrategias para equilibrar la acción policial con programas sociales comunitarios destinados a reducir la violencia en los barrios de ciudades de toda América. En lugares tan dispares como Centroamérica y Los Ángeles los programas que abordan la violencia concentrada entre un grupo reducido de personas en un número reducido de lugares, han evidenciado una reducción de los homicidios. Por ejemplo, entre 2007 y 2012 Los Ángeles redujo la tasa de homicidios relacionados con grupos delictivos en un 46% y ha podido mantener dichos resultados. Oakland, por su parte, redujo el número de homicidios por arma de fuego y disparos sin resultado de muerte en un 52% entre 2010 y 2017 gracias a la adopción de estas medidas. Estos modelos de éxito en la prevención de la violencia se exportaron también a Centroamérica en el marco del plan Alianza para la Prosperidad auspiciado por Biden. En consecuencia, las tasas de homicidio per cápita en la región disminuyeron de manera constante durante el gobierno de Obama y Biden, si bien dichas tendencias se encuentran actualmente en la cuerda floja si Trump sigue recortando la ayuda exterior de Estados Unidos a la región.

Hoy día todos los tipos de violencia en Estados Unidos están en aumento, incluidos tiroteos relacionados con bandas, homicidios, violencia doméstica e incluso disputas entre vecinos, en tanto en cuanto que los programas comunitarios también reciben menos fondos. Según desvela un informe del Consejo de Justicia Criminal, las tasas de homicidios han aumentado un 53% entre junio y agosto. Son muchas las causas posibles que explicarían este aumento, entre ellas la creciente desconfianza entre la policía y las comunidades, sobre todo a medida que el debate sobre seguridad pública sufre una mayor polarización durante el mandato de Trump. Y todo esto se produce en un año marcado por la pandemia de la COVID-19 que ha afectado a millones de personas en todo el mundo, incluido el presidente, ha provocado más de 200.000 muertes en Estados Unidos y se han sucedido manifestaciones contra el abuso policial que han generado dolorosos y necesarios debates, tanto en Estados Unidos como en el resto del mundo, sobre raza, clase y justicia social. Al tiempo que un porcentaje abrumador de recursos públicos se destina a militarizar nuestros cuerpos de policía civil, un replanteamiento de la seguridad pública con Biden se traduciría en más recursos destinados a programas basados en lo que funciona: ayudar a los jóvenes a evitar la delincuencia, no abandonar los estudios, encontrar trabajo, evitar las bandas y apoyar a unos cuerpos policiales fuertes, efectivos y responsables, a la vez que se invierte en nuestras comunidades de toda América. De hecho, nuestra alternativa no es apoyar la inversión en la policía o en la comunidad. Podemos y debemos hacer ambas cosas.

Durante el gobierno de Obama y Biden, mantuvimos una política de forjar nuevas alianzas con ciudades de todos los Estados Unidos para abordar la violencia, al tiempo que también se invertía en Latinoamérica y el Caribe para reducir la violencia de las bandas y el impacto negativo de las redes criminales ilegales. Dichos programas estaban dando sus frutos como lo demuestra la disminución en las tasas de homicidios y la mejora en la percepción de la seguridad pública. Cambiar de planteamiento, libre de partidismos que nos dividen innecesariamente, nos ayudará a invertir en las ideas acertadas y tomar mejores decisiones en materia de inversión comunitaria. El vicepresidente Biden atesora la experiencia, empatía y liderazgo para lograrlo, no sólo aquí en Estados Unidos sino en todo este hemisferio. Este es el momento de invertir para hacer de nuestras comunidades un lugar más seguro.

Enrique Roig, Especialista en Seguridad Ciudadana, ex Coordinador de la Iniciativa de Seguridad Regional para Centroamérica, Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional

Guillermo Céspedes, Jefe de Prevención contra la Violencia, Ciudad de Oakland, ex vice-alcalde de la Ciudad de Los Ángeles

Photo: Joe Biden