Hace solo un año y medio atrás, 18 familias de la localidad de El Cardón (provincia de La Rioja, Argentina) veían como única salida la migración. Ante la insuficiencia de agua, esta comunidad de ganaderos no podía desarrollar ninguna actividad productiva.
La historia cambió después de la mejora del sistema de conducción y almacenamiento de agua, que redujo los turnos de riego e hizo viable la forestación de frutales y maderables y la instalación de huertas. Esto ayudó a elevar la calidad alimentaria de la comunidad y provocó el regreso de cuatro familias que habían abandonado su tierra.
Este es sólo un ejemplo de los 46 proyectos que se están ejecutando en los Parques Nacionales de Talampaya (provincia de La Rioja), Calilegua (provincia de Jujuy), Los Cardones, Baritú y la Reserva El Nogalar de los Toldos (provincia de Salta) y Sierra de la Quijadas (provincia de San Luis), y que buscan mejorar las condiciones de vida de comunidades de escasos recursos.
“Es necesario involucrar a los actores locales para que las políticas de conservación se puedan ejecutar eficientemente”, opina Pablo Sabatino, coordinador de estos proyectos y especialista social de la Administración de Parques Nacionales.
Así, se espera mitigar el impacto de actividades productivas dentro y fuera de las áreas protegidas, promover la producción artesanal y el turismo de base comunitario, y revalorizar la cultura y las prácticas ambientalmente sustentables de los pueblos originarios, entre otros objetivos.
“Gracias a modelos de desarrollo sustentable, se mejoran tanto la calidad de vida de los pobladores como las condiciones ambientales de las zonas de amortiguamiento de las áreas protegidas”, asegura Sabatino.
Las actividades que han generado mayor interés en los vecinos de los Parques Nacionales ubicados en la región norte y oeste del país se vinculan con el acceso al agua, el desarrollo de tareas que complementen los ingresos familiares (como la producción de artesanías), el mejoramiento de los sistemas productivos y el fortalecimiento comunitario. Mientras tanto, en la región este y sur, prevalecen las actividades turísticas y la elaboración de artesanías.
“Un aspecto destacable es que se promueve la integración de nuevas estrategias con viejas tradiciones. Por ejemplo, hay jóvenes que articulan sus proyectos de rescate cultural con la recuperación y fortalecimiento de antiguas prácticas productivas como la ganadería trashumante, previniendo la erosión y el deterioro de la flora, fauna y fuentes de agua”, explica Lilian Pedersen, especialista social del Banco Mundial.
También hay iniciativas que se focalizan en la difusión de valores culturales, lo que contribuye a afianzar a las colectividades locales. Es el caso de la Radio Comunitaria “Kunay Malka”, en la localidad de Pagancillo, al norte del Parque Nacional Talampaya.
“Los jóvenes del pueblo demandaban ser escuchados y soñaban con una radio. Así nació el grupo Kalpa Malta, que significa ´Fuerza Joven´ en quechua, y luego el proyecto de la radio. Hoy todos los miembros de la comunidad pueden acceder a un espacio dentro de la radio, donde hay una variedad muy amplia de programas que llegan a casi toda la región”, expresa Natalia Massa, de la Comisión Directiva del Laboratorio de Prácticas e Investigaciones Sociales (LAPIS), una de las organizaciones que gestiona proyectos en la zona.
Para el pueblo de Aicuña, ubicado a 10 km de la Ruta 40, entre Chilecito y Villa Unión, la preocupación era que su patrimonio cultural y natural pierda valor. Por eso, un grupo de jóvenes organizó una muestra de fotos y un video para dar testimonio de la cultura y la belleza del lugar.
La exposición fotográfica recorre ahora distintos espacios, entre ellos el Parque Nacional Talampaya. “La idea es también generar opciones de trabajo genuino para que los jóvenes del pueblo puedan quedarse en su lugar”, resume Massa.
Con el eje en el desarrollo de actividades productivas sustentables, las comunidades son ahora aliadas estratégicas en la conservación de las áreas protegidas y a la vez, se fortalece la conciencia ambiental tanto de los vecinos como de los visitantes.
Fuente: Banco Mundial | @IQLatino