Más que tratarse de un tema técnico es un tema de igualdad. ¿Qué implicaciones tendría que exclusivamente se usara el transporte público? ¿Es posible una ciudad libre de automóviles?
“La ciudad avanzada no es un lugar donde los pobres se movilizan en carros, sino en donde los ricos utilizan el transporte público”. Así lo señala el ex alcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa, en una conferencia que recientemente realizó sobre movilidad y transporte en Nueva York. Es sencillo, para el político colombiano el transporte público es la representación de la democracia en la vialidad.
Las ciudades del futuro apuntan a ello, y se demuestra en sus innovadores sistemas de transporte que privilegian lo público sobre las individualidades.
Un autobús de alta capacidad, que moviliza a 100 personas, tiene derecho a cien veces más espacios para trasladarse por la ciudad que un automóvil que sólo traslada a una persona. Precisamente el mismo principio que ha llevado a ciudades como Tallinn (Estonia) a ofrecer transporte público gratuito; mientras que otras ciudades como Bruselas (Bélgica) y Hamburgo (Alemania) diseñan planes para convertirse en ciudades libres de automóviles.
Tallinn, la capital del transporte público
En enero de 2013 comenzó un experimento de importante trascendencia en la capital de esta república situada al norte de Europa. Transporte público gratuito para todos sus residentes.
La propuesta hecha por el alcalde Edgar Savisaar para atraer al servicio a más usuarios significó la eliminación total del costo por el uso del transporte público; lo que se traduciría en menor congestión vehicular, nuevas oportunidades económicas y disminución del consumo energético —una reducción en la emisión de carbono equivalente a 45.000 toneladas al año.
La decisión consideró implicaciones fiscales y ambientales, así como el beneficio social que la medida otorgaba. Para el jefe de la oficina de Tallinn ante la Comisión Europea, Allan Alaküla, el presupuesto para el transporte público en esta ciudad equivale a US$ 73 millones (€ 53 millones). Sin embargo, la venta de boletos apenas cubría 30% de los costos. Por ello, decidieron subsidiar completamente el servicio público al contraponer los beneficios versus los costos adicionales.
La llamada “capital del transporte público” tiene prometedores resultados. Según fuentes oficiales, la congestión vehicular disminuyó cerca del 12% en el centro de la ciudad y en igual proporción aumentó el uso del transporte público entre la primera cuarta parte del 2013 y finales de 2012.
¿Seguirá Tallin ofreciendo transporte público gratuito a sus residentes?
Lo cierto es que esta política ha motivado a más de 10 mil habitantes a registrarse como contribuyentes tributarios —condición obligatoria para utilizar gratuitamente el transporte—. Por cada mil personas registradas, la ciudad obtiene ingresos fiscales equivalentes a US$ 1.371.960 (1 millón de euros). ¿Será suficiente para mantener operativo un servicio de calidad?
Es necesario conocer con mayor precisión el impacto de esta política ¿Se podrán replicar la idea en otras ciudades del mundo?
Ciudades verdes transformando espacios locales
La ciudad alemana de Hamburgo trabaja en un ambicioso plan para eliminar el uso de automóviles dentro de los próximos veinte años. La construcción de una “red verde” que creará vías libres de vehículos que conectaran a los principales parques, jardines comunitarios y cementerios de la ciudad.
La red verde cubrirá 40% de esta segunda ciudad más grande de Alemania, y permitirá a peatones y ciclistas transitar sin la necesidad de utilizar ningún tipo de vehículo automotor.
La Red Verde ayudará a absorber significativamente las emisiones de carbono y prevendrá inundaciones en caso de fuertes lluvias. Un gran aporte para mejorar su impacto en el cambio climático.
Descongestionando Bruselas
La capital de Bélgica es una de las urbes más congestionadas de Europa, y por ello se ha decidido reducir el tráfico vehicular en el centro de la ciudad al rediseñar un boulevard de cuatro canales y plazas en el corazón de la ciudad europea para conectar zonas peatonales.
Aunque menos ambicioso que el planteamiento de Hamburgo, transformar espacios urbanos no deja de ser una prioridad para el alcalde belga Yvan Mayeur, que aspira brindar a los residentes un nuevo espacio para respirar en la ciudad.
Es el momento preciso para que las autoridades locales se esfuercen en cambiar la conceptualización de la brusselization hacia una definición de una ciudad más humana, más verde.
Esfuerzos que suman
Las propuestas de Tallinn, Hamburgo y Bruselas van en pro de construir ciudades más ambientalmente sostenibles. Desde proveer transporte público gratuito, construir una red verde que interconecte a la ciudad y rediseñar espacios congestionados. Es el reconocimiento del poder que tienen las autoridades locales para reducir el impacto cambio climático desde cada uno de sus espacios.
Luis Schloeter | @IQLatino