“Nosotros también seremos mayores”, dice la primera imagen de la página web de Proyecto Saraiva, un emprendimiento de dos gerontólogos españoles interesados en transformar el tradicional concepto de residencia de ancianos y ofrecerles una vejez en las mejores condiciones.
Saraiva fue puesto en marcha en 2005 por Lucía Saborido y Ricardo Fra. Su filosofía, conocida como housing, funciona en Estados Unidos y en países nórdicos desde los años 90 y consiste en desinstitucionalizar estos centros y convertirlos en un hogar donde, más allá de meros servicios, se ofrece calidad de vida. “Se trata de que los cuidados sean tan profesionales como humanos”, nos explican.
El emprendimiento busca ofrecer día a día servicios de atención a personas mayores y/o dependientes a través de sus distintos centros: de día, unidad de memoria, ayuda a domicilio. También ofrecen formación a profesionales que trabajan con personas de la tercera edad.
Saraiva comenzó desde Momentum Project, el mayor ecosistema para el emprendimiento social de España, puesto en marcha hace cuatro años por Esade y BBVA. “El premio ha sido para nosotros un impulso, no sólo para conseguir rentabilidad económica y mayor sostenibilidad. Nos ha dado las herramientas para construir un modelo de negocio”, explica Noelia López, directora adjunta. “Y es que, si una empresa se define como un medio para conseguir un fin, para nosotros ese fin es provocar un cambio en la sociedad”, matiza.
Todas las personas mayores desean permanecer en sus casas hasta el final de su vida, pero no siempre es viable. El traslado es duro, y unos cuidados apropiados, que a la vez promuevan su autonomía, se convierten en algo esencial. Donde ellos sean protagonistas, por sus capacidades y no por sus carencias.
En Saraiva lo consiguen mediante una atención individualizada. “Utilizamos como base su biografía y adaptamos las terapias a sus capacidades, a sus gustos y a sus preferencias”, señala Saborido. Asegura que cuando viene una persona no le preguntan qué enfermedades tiene. Ven qué es lo que mantiene y lo refuerzan. “Es una visión positiva de la vejez. Nosotros no queremos que nadie se compadezca de ellos, queremos que la persona se mantenga tal y como es, el máximo tiempo posible”, sostiene. Buscan la cotidianeidad, para preservar el estilo de vida de cada uno.
Los usuarios de sus centros decoran los espacios incluso con sus propias pertenencias. López alerta lo perjudicial que resulta un entorno inapropiado. Algunas residencias se distinguen poco de la apariencia de un hospital, con un ambiente frío y depresivo. En el otro extremo, decorar las estancias con colores llamativos y dibujos puede suponer, paradójicamente, una “infantilización” de la vejez. Por eso en Saraiva han tomado el espacio como herramienta. Un ejemplo es la apertura del lugar, sin coartar nunca la intimidad. “Para evitar el aislamiento de las personas mayores, es necesario abrir los centros al exterior. Que llegue la luz natural a todos los rincones, que puedan asomarse a la ventana y ver el mar”, explica.