La súper exclusiva relojería Eleven James, la joyería londinense Soleil dOr, la casa de modas Vestiaire Collective en Francia son solo tres casos de lo que se pueden enumerar dentro de las firmas de lujo que comienzan a abrirse camino en la economía colaborativa y el reciclaje.
La oferta para disfrutar sin poseer pasa por jets, automóviles de lujo e incluso joyas de gran valor, abriendo el mercado a muchos que antes no podían (o no querían) acceder a estos niveles de precio. De aviones a bolsos, pasando por vestidos de noche, tocados, bisutería y joyería.
Al tratarse de aviones, automóviles o yates, compartir y alquilar tiene muchísimo sentido. No sólo por el alto costo de compra, también porque estos placeres llevan asociados gastos de mantenimiento muy altos independientemente de su uso. También para otras categorías, como la moda y los accesorios, parece que la decisión más lógica, desde un punto de vista muy racional, es sólo pagar por el día que disfrutaremos y usaremos esa prenda, ese bolso o esa joya.
Compartir jets y yates fue de las primeras propuestas que recibieron los llamados individuos de alta renta. Pero esta forma de consumo imparable ha llegado ya a los relojes. Eleven James, fundado por un ex ejecutivo de Net Jets y Marquis Jet, permite redefinir la experiencia de descubrir y experimentar un reloj de lujo. Hace accesible a partir de 249 dólares al mes el disfrute de tres a seis relojes diferentes al año. Entre las marcas que proponen Rolex, Patek Philippe, IWC o Vacheron Constantin.
Un esquema similar centrado en la joyería es el que propone la londinense Soleil dÓr, ofreciendo acceso exclusivo a una colección de joyas en cualquier lugar del mundo. La marca de nombre francés, aunque de origen inglés, se presenta como un club privado al que sólo se puede pertenecer por invitación. Ambas plataformas, además de facilitarnos el acceso a joyas y relojes, son también un mercado secundario para dar salida y nueva vida a nuestras alhajas.
En la moda la reina del alquiler de vestidos es Rent the Runway, que nace en 2009 en Estados Unidos, objeto de inversión de los fondos de capital riesgo más renombrados, ha captado más de 50 millones de dólares para su desarrollo. Una muestra más del potencial percibido de esta nueva forma de consumir lujo. En Europa existen ya varios campeones locales, Girl Meets Dress en Reino Unido y 24 Fab, que es líder en España. Otros como Etiquette o La más Mona siguen sus pasos. En otra liga, Innovias, centrado en vestidos de novia, ha abierto su primera tienda en México DF en el mes de febrero.
La tecnología nos permite hacer realidad lo que antes era un imposible. Esta forma colaborativa y compartida de consumir abre un nuevo mercado. Y las marcas de lujo le dan la bienvenida porque no ven en este nuevo canal de venta un competidor, sino un gran aliado. Si vaciamos nuestros armarios tendremos ganas de llenarlos otra vez… Si damos salida a los objetos del pasado, necesitaremos los de hoy… Muchas de las personas que antes nunca considerarían o podían comprar un vestido de Marchesa o un reloj Patek o una joya de Chopard, deciden ahora disfrutarlo por un tiempo limitado y pagar sólo por ello.
No sólo es el momento de alquilar también el de reciclar la moda. En el auge de la economía colaborativa, prosperan las webs que ofrecen vender nuestro armario, ya sea con fines benéficos o no. Y lo vendido no es viejo, sino vintage. Es valioso por ser único y también por su origen. Los primeros clientes de estos negocios han sido las personas que admiramos, celebridades, actrices y famosos que nos dicen que ellos no tiran, sino que reciclan. It and Vip en España sigue los pasos de Vestiaire Collective en Francia, una de las inversiones más exitosas del grupo Condenast.
Fuente: Forbes | @IQLatino