Salomón Raydán se graduó en Filosofía. Fue ésta la que lo hizo pensar en dejar atrás los elementos radicales del comunismo. Empezó en plena juventud a verlo todo desde otro lado más profundo, concibiendo el marxismo como algo de una simplicidad enorme. Luego se fue a estudiar en London School of Economics. Allá, tuvo ocasión de ver y entender otro tipo de vida y apreciar lo que significaba el bloque soviético, incluyendo la represión que había en esos países.
Regresó a Venezuela al Instituto de Crédito Ágrícola y Pecuario. Empezó su propia empresa dedicada a la agroindustria. Raydán no dejaba de pensar. En pleno desarrollo agrícola empezó a desarrollar un esquema posible de financiamiento para campesinos, vinculado a bancos comunales. Corría el tránsito entre 1995 y 1996.
Su idea era un programa de bancos comunales. Crear una organización comunal a la que el estado prestara dinero para financiar iniciativas de la comunidad.
Pero Salomón, atento, notó que el problema venía de la intermediación. “Yo capturo el dinero a un valor y lo presto a tal valor. Así se garantiza el sustento. Yo sentí que había una necesidad de que la gente pidiera crédito. Además, pensé que en Venezuela era difícil que la gente pagara. Mientras esperábamos que el dinero del estado apareciera, me involucré más con las comunidades y propuse que usáramos su propio dinero valiéndome de las asociaciones rotativas de crédito y ahorro o como se conocen popularmente: el bolso”.
Aunque en un principio se pudiera entender como algo muy raro y poco convencional, la verdad es que es una práctica cultural absolutamente universal. “Pude ver que la gente tenía unas prácticas. Finalmente el dinero del estado apareció y destruyó mucho de lo logrado con el propio dinero de la gente”. Con el fomento de ese vicio asistencial bancario, Raydán comprendió que aquel no era un modelo para Venezuela. Fue así como para 1998 logró convencer a representantes de la Unión Europea, de promover unos grupos “sin dinero”, que solo se valdrían de los recursos propios de la comunidad.
“Me obsesionó la idea de crear un modelo autogestionado, que funcionara solo con dinero de la comunidad. En menos de 15 días mi esposa y yo lo dejamos todo. Sentía que había una oportunidad importante de probar el proyecto. En la isla de Margarita había muchas comunidades pequeñas, con buena comunicación vial. Ese mismo año perdí mi finca y mis otros negocios. Esto era mi único foco. Era algo que me tenía atormentado, probar si eso funcionaba”.
Empezó a demostrar y entender cierta capacidad organizativa a partir de la fundación de BanKomunal, que nació en aquel momento especialmente duro. Se quería diferenciar del modelo de Bancos Comunitarios y eso representaba un cambio de paradigma enorme, porque era igual a decir que los pobres no eran pobres. Para este emprendedor, la microfinanza se equivocó. Da como ejemplo el énfasis del Nobel Mohammed Yunus. “Se habla del crédito como si fuera la gran necesidad, yo creo que el crédito es solo una parte, la gente tiene más necesidad de mecanismos de ahorro que de crédito”.
Partiendo de estos conceptos, Salomón y Bankomunales empezaron a responder a una tendencia global, en la que se forja otra microfinanza que no deja de ser “micro” ni “financiera” pero que no está basada en la bancarización, sino en la transformación de los mecanismos informales que la gente ha usado históricamente dentro de las comunidades y familias.
“Tenemos mucho componente de educación, formación. No hacemos grupos de ahorro, sino que se invierte. Ponemos en práctica metodologías inducidas, que no son “el bolso”. Las cosas que financia Bankomunal no las podría financiar jamás la banca: pagar las medicinas, útiles escolares, el gas. El costo desde la banca es muy elevado. Nosotros no financiamos todo. En muchos países, confunden la ilegalidad con los mecanismos financieros no formales, los convierten en ilegales, cuando en muchos casos son mecanismos culturales adaptados. El 80% de las operaciones de los pobres ocurren de estas formas”.
Sin embargo, la gente sigue usando mecanismos mal hechos, mal diseñados y con alto riesgo. La apuesta que se emprende es que en vez de criminalizar esos mecanismos, se toman, estudian, transforman y mejoran, dotando a la gente de una herramienta autogestionada, segura, transparente. Cuando la gente percibe que hay una metodología distinta pero igualmente práctica y sencilla, no deja de usarla.
“Nosotros no usamos el ahorro como mecanismo de captación, es muy pasivo y no enseña nada. La inversión es activa, la gente tiene que estar pendiente del rendimiento económico de su dinero… esto genera un camino educativo mucho más importante. Cambia la relación con el dinero, el lucro, la pobreza”.
Ahora mismo la obsesión de Raydán está puesta en generar un modelo nuevo. Ha descubierto que en la pobreza hay una relación con el dinero que no ayuda a salir de la pobreza. La relación emocional con el dinero es errática, culposa, irreal. La gente tiene culpa, siente mucho pecado con el dinero. Eso crea lazos emocionales que hacen muy difícil superar la pobreza. Cuando sales de la pobreza, “abandonas el barrio” dejas atrás tu clan. En Bankomunal el dinero deja de ser mito. Ser convierte en un instrumento que se puede manejar.
En la vida de Salomón, su incorporación a Ashoka significó mucho. Se sumó justo en un momento de muchos cambios y quiebres en su vida. Con la organización entendió mejor qué era lo que estaba buscando y que el tema no era desarrollar proyectos sino desarrollar modelos. Comprendió verdaderamente que era un emprendedor social, que podía generar cosas distintas (no necesariamente en materia económica) como el tema de la organización de comunidades. Al muchacho que fue afín a la izquierda mientras estudiaba Filosofía jamás se le habría ocurrido que el dinero fuera un vínculo aglutinador de intereses comunitarios.
“Ashoka me dio identidad. Me hizo sentir que yo era un emprendedor social. Que tenía sentido desarrollarme en el mundo como emprendedor social. Me ayudó a tener una visión empresarial, de tratar de generar modelos, entrando en una red de personas fascinantes, que hacen cosas interesantísimas y que constituyen un verdadero estímulo para innovar y crear.”
Ahora Bankomunales avanza hacia la expansión en América Latina desde la Unidad de Innovación Social de la Corporación Andina de Fomento, con la intención de expandir la microfinanza y demostrar que es posible atender esos mecanismos informales. A su vez, enfocado en el apoyo de la formación, están entrando en una nueva fase con ayuda de la Unión Europea para hacer redes productivas con asociaciones de empresarios.
Siempre hay que tener un nivel de locura. Las nuestras no son decisiones racionales, son intuitivas. Nadie que tenga una idea se debe dejar atrapar por el tema económico, los compromisos. Su más grande satisfacción es ver a la gente y lo que la gente progresa. Ver familias que eran muy pobres, empoderadas. Salomón, justo como historia le atribuye, cree que es una estupidez sacrificar la vida y no perseguir los sueños.