El surgimiento de las cadenas globales de valor está permitiendo que las naciones que se vinculan a ellas se industrialicen a un ritmo mucho más acelerado que el que necesitarían desarrollando cadenas domésticas completas, plantea la publicación del Banco Interamericano de Desarrollo titulada Fábricas sincronizadas: América Latina y el Caribe en la era de las Cadenas Globales de Valor, a cargo de los investigadores Juan Blyde, Christian Volpe y Danielken Molina. Según estos autores, las cadenas globales, además de crear oportunidades para diversificar la producción y el comercio, permiten que los países capturen algunas de las ganancias asociadas al bien manufacturado en la cadena sin tener que poseer habilidades en todas sus etapas de producción. A pesar de estos potenciales beneficios, muy poco países en América Latina y el Caribe están aprovechando estas nuevas tendencias en la organización internacional de la producción. Este reporte presenta inicialmente un panorama muy completo del nivel de participación de los países de la región en las cadenas globales de valor vis à vis otras regiones del mundo. Posteriormente se examinan los principales factores que subyacen a las tasas de participación observadas, para concluir con una serie de propuestas de política.
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