En la 45ª Conferencia Mundial sobre Salud Pulmonar celebrada la semana pasada en Barcelona, España, hubo un consenso: más allá de fármacos y vacunas, de innovación y desarrollo, es crucial el apoyo de la comunidad para superar la tuberculosis, una enfermedad que padecen nueve millones de personas y que se cobra más muertes diarias que el ébola en toda su historia. La ONG FHI 360 está probando con un enfoque distinto, quizás no generalizable a todos los países donde se expande la epidemia, pero que puede servir de guía para el futuro: las redes sociales y las aplicaciones de móviles. En China descubrieron que la comunidad no tiene que estar formada necesariamente por las personas que rodean físicamente a pacientes con tuberculosis. Con la red social QQ, una de las más populares en el país, un grupo de pacientes creo el grupo 57 Zone, una comunidad de enfermos que se informan entre sí y se ayudan a seguir adelante con el duro tratamiento, cuyos efectos secundarios incluyen psicosis, sordera y náuseas constantes. El otro proyecto tecnológico, que promueve la organización con los fondos de la Usaid, es una aplicación en Myanmar que sirve para informar a los pacientes sobre la tuberculosis y monitorizarlos.
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