A principios de año, una cooperativa argentina llamada Uníxono, implementó un software GPS para que los vecinos de Bahía Blanca, en la costa atlántica, conozcan el trayecto de los ómnibus de línea y eviten horas de espera a la intemperie. Ello pone en evidencia la importancia de la creatividad tecnológica con fines sociales.
¿Es la Economía Social el mejor ámbito para el desarrollo de una tecnología libre y popular? En esta entrevista con Leandro Monk, socio de la GCOOP y presidente de la Federación Argentina de Cooperativas de Trabajo de Tecnología, Información y Conocimiento (FACTTIC), subraya la importancia de emplear el software libre para crear beneficios sociales.
— ¿Ustedes le dan una importancia política al uso de la tecnología y su impacto social?
— Nuestro rol es completamente político. No todas las cooperativas venimos del mismo ambiente, la cooperativa donde yo estoy proviene de la fusión de personas que antes participábamos de comunidades de software libre, de pensar en las cooperativas como una salida natural de la unión económica de los que usan la tecnología para ayudar a los demás. Es más, hace seis años compartíamos el software, pero no así el rédito económico que generaba ese código. Ahora con las cooperativas compartimos el código y el rédito económico que nos queda.
— ¿FACTTIC busca espacios donde puede dar una lucha para socializar los datos?
— Si pensamos en la tecnología como un servicio que impacta en la sociedad, una de las necesidades es la apertura de datos, porque ya no es como hace 20 años, cuando conseguir el dato implicaba ir a una repartición y pedir la fotocopia de un documento. Ahora publicar datos es una decisión política. De hecho, existen países cuyas reparticiones estatales están obligadas a publicar datos en formatos que sean legibles por computadoras. Porque uno también puede publicar un PDF muy interesante pero que no sea procesable. Los datos abiertos no sólo generan algunas ventajas para la gente, los usuarios, sino para el mismo Estado. Por ejemplo, en Brasil salió la Ley de Datos Abiertos hace algunos años, y a partir de eso el Ministerio de Seguridad comenzó a publicar datos y a partir de estos datos la Secretaría de la mujer, dependiente de otro ministerio, empezó a tener estadísticas sobre violencia de género. Es importante la cantidad de acciones que pueden realizar las personas y las organizaciones con esos datos, no sólo para controlar una gestión sino para generar nueva información o un nuevo negocio.
— ¿Existe en este país al menos la inquietud de los datos públicos?
— Existen muchas iniciativas de apertura de datos, pero la realidad es que hoy no es una política de Estado en este país. Hay que trabajar para que lo sea. El Gobierno de Ciudad tiene un portal de datos abiertos pero no se encuentra mantenido. En un momento hicieron de todo para la prensa, pero después no publicaron nada más. Porque datos abiertos no significa que hay que publicar una vez, sino todo el tiempo, para que uno pueda hacer el seguimiento de esa información. Existe el concepto de Gobierno Abierto, donde el Estado debe brindar información para que de cierta forma uno pueda saber lo que está haciendo. Aunque desde nuestra Federación entendemos las complejidades políticas, insistimos en la transparencia.
— Si ustedes tuvieran que trabajar en una empresa ¿podrían mantener estas iniciativas?
— Yo creo que se puede, porque hay empresas con fines de lucro que trabajan con tecnologías abiertas. Pero la demostración empírica muestra la negativa en este sentido, ellos no quieren. Sí tienen un objetivo de maximizar el lucro, pero piensan en otros aspectos o tienen en cuenta oportunidades de negocios, antes que crear software abierto para el Gobierno o para las cooperativas. Nosotros tuvimos una experiencia en ese sentido con la Red Gráfica, donde les hicimos un software de presupuestación gráfica y probablemente no es el mejor negocio, pero no lo hacemos por eso.
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