Parque Sarmiento: privatización del espacio público

Lejos del auge que conoció en los años 80, actualmente conviven áreas públicas destruidas con pujantes espacios privatizados. Quejas de vecinos.

Pintado de amarillo y sin nombre. Así está el acceso principal al Parque Sarmiento, sobre la avenida Balbín, en el barrio de Saavedra, mientras en el boulevard ubicado en el medio de esa avenida, una fuente echa agua por cuatro chorros y una escultura de un “Polaco” Goyeneche grisáceo mira hacia el ingreso al predio. Las rejas perimetrales, despintadas en casi todos los tramos y rotas en otros, también ofrecen una imagen de descuido de uno de los predios deportivos más importantes que tiene la ciudad de Buenos Aires. Al menos, las obras de los reservorios dentro del Parque, que servirán para atenuar las inundaciones, están por terminarse. Sin embargo, afirman los vecinos, todavía queda mucho por hacer.

En el terreno en el que se levanta el parque existió por décadas el vivero municipal porteño, que además alojaba especies de aves de todo tipo. En un plano de Buenos Aires de 1947 aparece indicado el proyecto de trasladar allí el zoológico porteño. También se planeó construir un cementerio y una cancha de rugby. El Parque Sarmiento finalmente fue inaugurado en 1981, en plena dictadura militar, y se lo entregó a la ONG COAS para que se hiciese cargo de su administración.

En 1983, la Ciudad lo tomó bajo su control directo, hasta que en 1991 lo privatizó la gestión del por entonces intendente peronista Carlos Grosso. La administración privada funcionó mal, dejó caer el Parque, le arrendó espacios a un circo y –previa anulación de concesión y varios problemas judiciales entre la Ciudad y la empresa a cargo– el predio estuvo cerrado desde fines de 1998 hasta principios de 2000. Las sucesivas gestiones porte- ñas no lograron que el parque volviera a vivir el auge de actividades y visitas de los 80.

“El Parque Sarmiento está muy decaído, descuidado, no es valorizado, no logran ni siquiera mantener cortado el pasto, ni hablar de la oferta pública deportiva, que es pobre”, señala Alejandro Tiscornia, vecino de Saavedra desde hace 20 años y coordinador de la ONG Presupuesto Participativo. El mismo diagnóstico sobre el estado general del Parque lo comparte Bárbara Rossen, subsecretaria de Derechos Urbanos y Ambientales de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad.

Las críticas de los vecinos se focalizan, entre otros aspectos, en que una parte del predio se le otorgó a un concesionario privado para que desarrolle un espacio para practicar golf, lo que en la jerga de los golfistas se llama un “driving range”. Vale decir que el Parque Sarmiento perdió una parte de su terreno para que se monte un emprendimiento privado dedicado a ese deporte. “Es curioso, hay días en que el horario de los que van a ese lugar a practicar golf es más extenso que el del parque; o sea que quien va ahí tiene más tiempo que el vecino que va a la parte pública”, advierte Tiscornia.

Durante una recorrida por el parque, un sábado de sol radiante, pudo verse el campo de entrenamiento de golf en plena actividad, con hombres rematando una y otra vez las pelotitas blancas. A 100 metros, una de las canchas de básquet al aire libre estaba inutilizada, sembrada de astillas de vidrios que cayeron al romperse un tablero. Mucho más cerca del “driving range”, se observaban baños clausurados y una montaña de escombros, formada por lo que habían sido parrillas y bancos de piedra en uno de los sectores del parque. Desde la Subsecretaría de Deportes, área a cargo del Sarmiento, en reiteradas ocasiones anticiparon que su idea es que la actividad en el lugar sea “únicamente deportiva”, lo que explicaría que hayan eliminado esa zona de parrillas pero no que se demoren en retirar los cascotes. Hacia el borde del parque que da sobre Crisólogo Larralde, donde antes existía un lago artificial, también se habilitó un espacio otorgado al sector privado: en este caso, funciona un circuito de bicicross. Detrás de la pista para las bicicletas, yace como una ruina griega el anfiteatro, con pastos de un metro entre las butacas, las paredes pintadas con aerosoles y un tronco de dos metros de largo en el escenario. En una de las paredes, alguien dejó escrito con aerosol negro “Paco: vida sana”.

Agua va

En otras áreas del parque se observan gigantescos pozos enrejados, cerca de la avenida General Paz. Son espacios pensados como reservorios para que, cuando se produzcan lluvias fuertes, retengan parte del agua y ésta no anegue las viviendas de los vecinos. Cabe recordar que por debajo del parque pasa el arroyo Medrano, que nace en la provincia de Buenos Aires y desagota en el Río de la Plata, a la altura del barrio de Núñez.

La ingeniera Eva Koutsovitis, prosecretaria del Departamento de Hidráulica de la Facultad de Ingeniería de la UBA, asegura: “La idea de abordar la problemática de las inundaciones utilizando reservorios que retengan excedentes es una muy buena idea, pero por sí misma no resuelve el problema. La idea es correcta, pero hay que acompañarla con otro conjunto de medidas, estructurales y no estructurales. Eso tiene que formar parte de un plan del manejo y de control de inundaciones de la cuenca”. La necesidad de construir algún tipo de espacio contenedor de las aguas se activó después de la inundación del 2 de abril de 2013, que afectó a muchos habitantes de Saavedra, barrio en el que murieron dos personas.

Desde la gestión porteña, el subsecretario de Mantenimiento del Ministerio de Ambiente y Espacio Público, Rodrigo Silvosa, informó: “A fines de marzo se terminaron las obras de los reservorios en el Parque, y quedará solamente la parquización. Nuestra área tomó intervención únicamente en ocho hectáreas del Parque Sarmiento para construir los reservorios. Eso es algo concreto, quien se acerque puede ver la obra a punto de ser terminada”.

Por su parte, Tiscornia, de Presupuesto Participativo, objeta: “Estos reservorios no llegan a contener ni el 10 por ciento de las lluvias que se produjeron el 2 de abril. Tienen que hacerse más reservorios, a cielo abierto y también subterráneos; y pedimos ‘bajar’ las avenidas Ruiz Huidobro y García del Río para facilitar el escurrimiento de las aguas”. Koutsovitis remarca: “si hoy lloviese como el 2 de abril de 2013, pasaría lo mismo en tanto falta un plan de contingencia para la zona en caso de inundaciones”.

El Parque Sarmiento, con los años, fue descascarándose, tanto a nivel material como en el imaginario de muchas personas. Tuvo etapas de masividad en los 80, acompañadas por otras de abandono total y hasta de clausura. Su presente ofrece un aspecto descuidado en los sectores públicos, mientras que otras partes del predio han sido entregadas a manos privadas.

Tiscornia asegura que hay una doble responsabilidad, vecinal y gubernamental. “En otras épocas hubo más presión de los vecinos. En muchos sentidos y en muchos temas, porque baños faltan en muchas plazas, no solamente en Parque Sarmiento. Cuando (Mauricio) Macri quiso hacer una comisaría en el parque, eso lo pudimos frenar”, dice. El coordinador de Presupuesto Participativo, claro está, no se olvida de la responsabilidad oficial: “Ahí es absoluta la responsabilidad de la Ciudad, hay un desprecio del espacio público escandaloso, y eso mucho más grave que la falta de respuesta pública, o quizá una cosa sea reflejo de la otra.”

Fuente: Diario Z