I. El elegido de Dios

Primera entrega de la serie del escritor nicaraguense sobre el cruel período de Efraín Ríos Montt en Guatemala

El 23 de marzo de 1982 el general Efraín Ríos Montt se hallaba predicando con la Biblia en la mano en un templo de la Iglesia del Verbo, cuando una patrulla militar llegó a buscarlo porque acababa de ocurrir un golpe de estado y los cabecillas lo querían como jefe de la junta militar.

Eso es lo que propagaban sus cófrades, que fue la providencia misma la que lo buscó para que cumpliera su misión de salvar a Guatemala de la subversión diabólica del comunismo internacional, y guiara al país hacia los brazos de Cristo.

Lo cierto es que él mismo dirigió el golpe, pero lo es también que para entonces era parte del consejo de ancianos, una suerte de obispos, de esa iglesia neo pentecostal y ultraconservadora, que el mismo año cumplía cien años de haber sido fundada en Eureka, California, y sus jerarcas vieron una señal de los cielos en el hecho de que por primera vez en la historia de Guatemala un evangélico pasara a ocupar la presidencia, aunque fuera de facto.

A las once de la mañana de ese día, el escogido de la providencia comparecía en uniforme de campaña, rodeado de sus cómplices de la cúpula militar, para anunciar el golpe y hacer una serie de advertencias, la primera de ellas que quien fuera encontrando con armas en la mano sería fusilado, “fusilado y no asesinado, ¿estamos?”.

El blog de Sergio Ramírez. El Boomerang.