El paisaje de las plazas públicas y calles de Cuba es ahora este: personas sentadas unas al lado de las otras en los bancos o recostadas de los muros, dispositivo móvil en mano, audífonos en las orejas, cabezas gachas mirando a las pantallas, pulgares listos para desplazarse. Cualquier freak de la tecnología celular podría pensar que tratan de cazar pokemones, que, quién sabe, quizás Nintendo haya sembrado algunos en la isla, ahora que hay apertura. Pero no. Buscan algo más sencillo y aun fundamental para ellos: una señal inalámbrica de internet para, más que cualquier otra cosa, comunicarse con sus familiares emigrados. Son los rostros de esos que dejaron el país los que ven en el aparato, en tiempo real.
Cubahora resume la diáspora cubana juntando números oficiales: 1,8 millones de cubanos, 13,8% de la población, vive fuera del país; el saldo migratorio externo es de -24 mi 648 habitantes; la mayoría de los cubanos tiene al menos un familiar o amigo en el extranjero.
Dado que todavía no es posible acceder a internet desde las casas, “por ahora”, como dijo hace meses la presidenta de la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba (Etecsa), Mayra Arevich, según Martinoticias.com, los lugares públicos se han convertido en los sitios de conexión a internet por excelencia y, además, de encuentro.
En una primera etapa, el 1 de julio de 2015, Etecsa abrió 35 señales de wifi público en todas las provincias de Cuba y hasta la fecha han llegado hasta las 85. La empresa de telecomunicaciones vende al equivalente a dos dólares las tarjetas para ingresar, previo código, a la señal de internet, a través del teléfono o la computadora. “Pero ‘nunca hay'”, dice un artículo de Animal Político. La publicación cuenta la historia de Marina, una estudiante venezolana de 27 años que, cuando llegó hace un año a La Habana solía usar las computadoras de los hoteles de la zona wifi y ahora usa las tarjetas. “Aún así, sólo se conecta dos o tres veces por semana porque el internet ‘es un lujo aquí’, dice. Sobre todo cuando el salario promedio en Cuba es de 20 dólares (340 pesos)”. Porque como escasean las tarjetas en las tiendas autorizadas de Etecsa, los revendedores las ofrecen a un dólar más (50 pesos cubanos).
Univisión habló con uno de esos revendedores de tarjetas Nauta en el parque Fe del Valle de la capital. “Es su negocio desde que se instalaron estos puntos de internet. Pero esto tiene sus riesgos: ‘si te cogen vendiendo estas tarjetas puedes estar hasta tres meses preso en la cárcel, o pueden ponerte una multa de 1,500 pesos cubanos y aquí la gente no gana como para eso’ “.
En 2015 los cubanos compraron 1.6 millones de tarjetas, según Animal Político, que citó al periódico oficialista Granma
Entonces se reúnen los cubanos en los espacios públicos a consumir las tarjetas en las aplicaciones de videollamadas de IMO y a conectarse por Facebook. El vendedor con el que habló Univisión los ve llorar cuando hablan con los suyos después de tanto tiempo sin verles. Carla Gloria Colomé, autora del artículo, cuenta, además, el plano detalle de Talía Ortiz, 18 años, y Concepción Pírez, 64 años, las dos sentadas en un banco. “Hace tres semanas ninguna de las dos sabía lo que era internet (…) Hace tres semanas la primera pudo ver a su novio, que vive en Turquía. Y hace tres semanas la segunda pudo ver, luego de once años, a su hija que vive en Miami. ‘Ella estaba lavando y de pronto me vio en su casa de Miami, yo me puse muy nerviosa. Qué lindo, ¿eh?’, dice, notablemente alegre, Concepción Pirez”, relata.
“Las plazas públicas en Cuba, los parques municipales, eran sitios muertos antes de la llegada de internet. La gente va ahora a los parques a conectarse, pero cuando se les acaba la cuenta –incluso cuando no tienen dinero para comprar la tarjeta o no quieren hacerlo– ellos se quedan, porque ya se han convertido en lugares de encuentros, lugares de convergencia social”, escribe Colomé.
Cubahora afirma, con base en una tesis universitaria reciente, que las principales motivaciones para usar los puntos wifi de los cubanos son, en este orden, la comunicación con familiares y amigos en el extranjero, la obtención de información, el entretenimiento y, por último, la búsqueda de algún beneficio económico.
La conexión sigue siendo lenta, de baja calidad y limitada, además de cara, coinciden todas las publicaciones consultadas.
El embargo comercial de Estados Unidos a Cuba, recuerda martinoticias.com, impidió durante años que Cuba tuviera acceso a los cables de fibra óptica que bordean sus costas. “Pero ni el cable de fibra óptica tendido desde Venezuela años atrás, ni las nuevas regulaciones de Estados Unidos para fomentar las relaciones de empresas de telecomunicaciones con la isla han alcanzado para favorecer una mejor conectividad y acceso a la información de los cubanos”, acota. La Comisión Federal de Comunicaciones de Estados Unidos ya no tiene a Cuba en su lista de exclusiones, añade el artículo, con lo cual hay apertura para negociaciones comerciales entre Etecsa y las compañías de telecomunicaciones estadounidenses. Es posible, además, que se tienda un cable que conecte la costa de aquel país con la cubana. La visita de Barack Obama en marzo dejó un posible acuerdo con Google para aumentar el acceso Wifi y de banda ancha, según Univisión.
Pero no todavía no hay fechas para que estos planes se concreten. Al más puro estilo del ritmo insular.