Un tercio de todos los alimentos del mundo se daña antes del consumo: ya no valen, se desperdician, van a la basura. La cifra de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura (FAO) puede parecer etérea, un simple número. Pero puesta en contexto y traducida a toneladas, muestra su magnitud: 1.600 millones de toneladas –cada tonelada, recordemos, son mil kilos– “en el equivalente a productos primarios”–; 1.300 millones de toneladas “para la parte comestible de ese volumen”, según la FAO. Esto pasa mientras unas 1.000 millones de personas, de las 7.400 que habitamos el mundo, vive con hambre.
Tristan Stuart, activista contra el desperdicio de comida e historiados inglés, escribió el libro Despilfarro, y en su investigación encontró este dato: “Sólo las 40 millones de toneladas de alimentos despilfarrados en Estados Unidos cada año podrían alimentar a los 1.000 millones de personas que se van a la cama con hambre cada día”.
“En este momento se despilfarra más comida de la que podría ser consumida por todas las personas hambrientas. Deberíamos conseguir que los excedentes de comida fresca y comestible llegaran a las personas hambrientas, y a la vez eliminar los excedentes innecesarios que estamos creando”, dijo Stuart en una entrevista.
Los alimentos que más se desperdician, según la FAO, son frutas y hortalizas, raíces y tubérculos.
Los datos de la FAO indican que, aunque la pérdida de alimentos en los países en desarrollo y los industrializados es parecida en números brutos –630 y 670 millones de toneladas cada año, respectivamente–, en los primeros ocurre más en la etapa de producción agrícola, mientras que en los segundos es más frecuente en el último eslabón de la cadena, en los comercios al detal y en el consumidor.
Desde este último habla Stuart. Revertir esta inmensa distorsión comienza en la propia nevera: “Todo empieza al ir a la compra. Haz una lista de lo que necesitas, y utiliza la lista como un escudo que te proteja de las técnicas de márketing que utilizan los comercios de alimentación, que quieren que compres más de lo que necesitas. ¡Come lo que compras y compra lo que necesitas!”, recomienda.
“Cada año, los consumidores de los países ricos desperdician casi tantos alimentos (222 millones de toneladas) que la producción de alimentos neta total del África subsahariana (230 millones de toneladas)”, sigue la FAO con los golpes de realidad de su estudio.
Mientras se va cincelando este cambio en los hábitos de consumo de alimentos con los que hemos vivido durante tanto tiempo, hay organizaciones que alientan propuestas colaborativas, para compartir lo que se compró en exceso. Prosalus, una organización española no gubernamental de cooperación al desarrollo que opera en Bolivia, Perú y Mozambique en la promoción de los derechos a la alimentación, a la salud y al agua, desarrolló la iniciativa Yonodesperdicio, a través de la cual instan a los consumidores de su propio país a compartir los alimentos que no van a consumir.
Una red en la que participan los que dan y los que reciben. Quienes tienen esos excedentes para ofrecer se registran en la página, especifica la comida en buen estado que va a entregar –se muestran en la página como una tienda web–, se pone en contacto con la gente que avisa que la necesita y acuerdan entre los dos un lugar de entrega.
En España se desperdician 7,7 millones de toneladas de alimentos al año, según un informe reciente del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio ambiente, reseñado por Huffington Post en español. Lo cual lo convierte en el séptimo país europeo que más comida echa a la basura, después de Reino Unido, Alemania, Holanda, Francia, Polonia e Italia. En total, en nuestro país se tiran al año 7,7 millones de toneladas de alimentos. “Los hogares tiran 1,36 millones de kilos al año, lo que supone 25,5 millones de kilos a la semana”.
“Se trata de alimentos que podrían acabar en la basura si no los consumimos a tiempo. La iniciativa quiere poner en marcha una red que facilite la entrega de alimentos a otras personas o asociaciones y la reducción del desperdicio de los mismos”, dice la web de Yonodesperdicio para justificar la iniciativa.
Yonodesperdicio funciona también como una aplicación para Android.
Como la que a principios de 2017 lanzan en Zaragoza, al noreste de España, dirigida específicamente a restaurantes y comercios. La app Nice to eat you, instalada en el teléfono celular, informará al usuario de los locales cercanos que ofrecen sus excedentes de alimentos y platos preparados a precios reducidos.
https://www.youtube.com/watch?v=aLck4tTohQs
Es parecido a la aplicación Food for all que lanzó el mexicano David Rodríguez en Boston, Estados Unidos, según Univisión: el restaurante informa la comida excedente que hay disponible y la vende a un precio menor una vez hecha la orden, entre 50 y 80% más barata. “La misión de Food for all es disminuir el desperdicio de comida. Considerando que en Estados Unidos los restaurantes, cafeterías y servicios de catering mandan a la basura al menos 43,000 millones de libras [casi 20 mil millones de kilos] de alimentos en perfectas condiciones”.
El desperdicio de alimentos tiene un impacto directo en el ambiente y es uno de los factores que contribuyen al cambio climático. De acuerdo con los datos de las FAO, la huella de carbono que deja el despilfarro de comida es el equivalente a “3.300 millones de toneladas de CO2 de gases de efecto invernadero liberados a la atmósfera por año”. Causa también, según la organización de la ONU, el derroche anual de 250 km3 de agua, lo que equivale al caudal en un año “del río Volga en Rusia, o tres veces el volumen del lago de Ginebra”.
Y tomando en cuenta que la agricultura de gran escala del planeta “es responsable de la mayoría de las amenazas a las plantas y especies animales en peligro de extinción controladas por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza”, la FAO advierte de otro dato: el 28% de toda la superficie agrícola del mundo, 1.400 millones de hectáreas, produce cada año alimentos que al final se van a desperdiciar.
Lea más datos y hallazgos sobre la iniciativa Save Food de la FAO aquí.