Mientras en Silicon Valley –el oasis tecnológico ubicado al sur de la Bahía de San Francisco, en California– el Producto Interno Bruto ronda los 535 mil millones de dólares, justo al lado de Palo Alto –una de sus ciudades más opulentas–, en otra ciudad a apenas millas de distancia, vive gente que trabajan en tandas dobles y sin vacaciones, sin llegar a ingresar siquiera los 20 mil dólares al año para sus familias. Una tercera parte de las cuales se quedaron sin hogar por no poder pagar una casa.
La ciudad se llama East Palo Alto. Alrededor de 60% de sus 30 mil habitantes es de origen hispano, según el artículo que Abia Oliva firma en El Universal de México.
Fue Gloria Hernández-Goff, la superintendente del Distrito Escolar de Ravenswood, donde está esta ciudad, la que contó a la periodista que una tercera parte de las familias “han sido desplazados de sus casas por el alto costo de la vivienda”.
“(…) A veces duermen en sus carros, albergues o, de plano, buscan un lugar cálido en donde se puedan acomodar; los más afortunados viven en las casas rodantes”, dijo.
“Las familias en este Distrito Escolar de Ravenswood son muy pobres, todos son considerados de bajos ingresos, aquí casi todos tienen dos empleos, son gente muy trabajadora, pero aunque laboran las 24 horas y todos los días del año, nunca les alcanzaría para pagar la renta de un departamento, pues ganan a lo mucho 10 u 11 dólares la hora; al año no llegan ni siquiera a los 20 mil dólares, están mucho más abajo del índice de pobreza en este país”, añadió. La línea de la pobreza pasa por ingresos iguales o inferiores a 25 mil dólares al año, recuerda la periodista, según las cifras del Departamento de Servicios Humanos y de Salud (US Department of Health and Human Services).
El artículo usa otra comparación para California, la región de la costa oeste de Estados Unidos que a su vez es en sí misma la sexta economía del mundo. En ese estado, escribe Olivo, una persona necesita ganar cerca de 29 dólares por hora, en jornadas que completen las 114 horas semanas, para pagar el alquiler de un apartamento de dos habitaciones. En el condado donde está East Palo Alto, el de San Mateo, ese ingreso debería ser casi el doble, 44 dólares, mientras en promedio sus habitantes llegan apenas a los 10. Y entran en ese dilema tan común de quienes viven en la pobreza: comer o pagar la casa.
La zona tiene ocho escuelas públicas que atiende a 3 mil estudiantes, “de los cuales 80% son hispanos (2 mil 400), la mayoría mexicanos”, escribe en la nota. La mayoría nacidos en East Palo Alto, pero de padres indocumentados. “En East Palo Alto la tercera parte de sus estudiantes no tiene hogar, o sea mil 147 niños y sus familias viven al día, no cuentan con los servicios básicos y en ocasiones apenas tienen dinero para comer. El mayor problema es que no pueden acceder a muchos de los beneficios que ofrece el Estado, porque muchos de ellos no cuentan con un estatus migratorio”, explica Abia Oliva en el texto.
“Tienen temor de compartir información con cualquier agencia u organización porque piensan que los van a deportar, por eso no pueden tampoco rentar un cuarto de bajos ingresos, porque no se los dan si no tienen papeles”, le dijo a la periodista una voluntaria que reparte comida del banco de alimentos en una de las escuelas.
Como solución, la superintendente del distrito escolar de Ravenswood afirma que su mesa directiva va a declarar una especie de santuario en la zona, “libre de revisiones de este tipo”: ” compartirán nada con las autoridades y toda la información que brinden las familias será confidencial, de esa forma esperan que los más necesitados puedan recibir la ayuda necesaria”.
Lea completo el artículo de Abia Oliva en El Universal de México aquí.
Y lea también, en este otro artículo de Univision Noticias, cómo la desigualdad se manifiesta dentro de las propias empresas de Silicon Valley.