Tendencias: El envejecimiento, nudo de varios debates

Un cambio sustantivo se ha producido en el mundo, en las últimas dos o tres décadas: el tiempo de la vejez ha adquirido una mayor relevancia. Lo diré así: ha alcanzado un estatuto de ciudadanía. Ha comenzado a reconocerse que el transcurrir de la llamada tercera edad puede ser mucho más que un período de jubilaciones, retiro de la vida laboral, descanso y cuidado de la salud.

Lo que se ha producido es un redimensionamiento. Se ha entendido que el adulto mayor mantiene, en la mayoría de los casos, un ansia de vivir, adaptada a sus capacidades. Esas ansias son del más diverso carácter: el cultivo de amistades y relaciones personales; el estudio y el ejercicio disciplinado de ciertos hobbies; el trabajo, que puede ser remunerado o no, dada una tendencia entre los mayores a sumarse a causas de la buena voluntad; la participación en asociaciones para las prácticas deportivas o de otro carácter. Cada vez hay más organizaciones de adultos mayores en el mundo: a eso me refiero cuando hablo de “un estatuto de ciudadanía”.

Como es inevitable, se han desarrollado una serie de industrias, lucrativas o no, para atender a este público: parques para la ejercitación, privilegios para la circulación y el uso del transporte público, centros de salud especializados, alimentos especialmente diseñados, clubes o centros de intercambios social, libros que aconsejan sobre el arte y la alegría de envejecer, etcétera.

La mejora en la calidad de vida, tiene resultados: la tasa de esperanza de vida ha crecido en los últimos años. Solo un dato lo demuestra de forma categórica: entre el 2000 y el 2015, de acuerdo a las mediciones de la Organización Mundial de la Salud, la esperanza de vida aumentó cinco años. Estamos en un tiempo donde la vida será cada vez más larga.

Esto no ocurre como un proceso aislado. Por una parte, la ciencia, que ya no avanza, sino que a diario realiza saltos espectaculares, crea medicamentos y tratamientos que preservan la vida. Por la otra, la investigación científica cada día se aproxima más a dar respuestas a las cuestiones de la biomédica del envejecimiento: regenerar y revertir son verbos que se repiten en los informes de los científicos. La posibilidad de que, en un relativo corto plazo, la vida promedio de las personas se extienda a los 120 a 130 años, no está tan lejana, de acuerdo al decir de los expertos. Estamos en camino de la aparición de la que ha sido bautizada como ‘la cuarta edad’.

¿Son todas acaso buenas noticias? Lamentablemente no. De forma dramática en Europa, pero también en otras partes del mundo, se está produciendo una baja en la tasa de natalidad. Hay países en los que el número de personas que fallecen al año, es menor a los nacimientos. En América Latina, desde 1975, la tasa viene disminuyendo de forma paulatina. Las proyecciones hasta el 2050 indican que la tendencia no variará. Un caso asombroso es el de Perú, que en poco más de 40 años, ha reducido su tasa de natalidad casi a la mitad. Africa es el único continente que se mantiene y proyecta joven, tanto porque aún cuando la expectativa de vida se mantiene mucho mas baja que el resto del mundo, las tasas de crecimiento poblacional son altas, igualmente en contraste con los demás continentes. Así las cosas, mientras el mundo envejece, Africa crece. En ese contexto el asunto de los movimientos migratorios y el futuro de Africa en el desarrollo mundial se convierte en un tema o tendencia para un capítulo aparte.

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Este conjunto de elementos -mayor esperanza de vida, avances de la ciencia médica, investigaciones que avanzan con el objetivo de retrasar o revertir el envejecimiento, disminución de la tasa de natalidad (con la excepción de Africa)-, nos ubican frente a debates de gran calado: ¿Si la población laboral tiende a la disminución, como se financiarán pensiones y jubilaciones? ¿De dónde se obtendrán recursos para responder a las exigencias de los sistemas de salud, cada vez más utilizados por adultos mayores? ¿Tienen los países de América Latina las capacidades profesionales, de infraestructura y de equipamiento, para adaptar sus hospitales y centros de atención primaria a un incremento de usuarios mayores?
Que la vida alargue su promedio, cambiará muchas cosas que, por ahora, no tenemos en el radar. Hay planificadores que han advertido que, si a lo anterior sumamos el impacto de la robótica en el empleo -bajo la hipótesis de que será fuente de creciente desempleo-, entonces la problemática a la que nos enfrentaremos durante las próximas décadas será mucho peor de la que se prevé hasta hoy. Hay juristas que, con agudo tino, han señalado que el alargamiento de la vida cambiará los contenidos de los derechos humanos básicos. La cuestión del envejecimiento de la sociedad no solo debe ser motivo de celebración: también de honda reflexión y planificación de políticas públicas para los próximos cien años.

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