San Pedro La Laguna, un pequeño pueblo mayoritariamente indígena, al suroeste de Guatemala, ha sido el ejemplo. La laguna es el lago Atitlan; el poblado creció a sus orillas y hoy lo habitan entre 11,000 y 14,000 personas, de ascendencia maya tz’utujil.
Aunque es tan pequeño, San Pedro aparece en las guías turísticas principales del planeta. Ahora es un pueblo casi libre de plástico, el de un solo uso: las bolsas, los pitillos, los envases. Su alcalde Mauricio Méndez tomó la medida que entró en vigor en octubre de 2016. Para proteger el lago: el vertedero estaba saturado de plástico, mucho del cual llegaba a sus aguas.
Las tortillas se sirven en hojas de plátano (maxan) –como antaño– o en telas. La gente va de compras con cestas, servilletas o delantales, como contó una vecina, Dolores Puac, a Brenda Leticia Saloj Chiyal de Global Press Journal.
El alcalde Méndez dijo a UN Environment que “80 por ciento de nuestros habitantes han dejado de usar plásticos. Eso para nosotros es un gran éxito”.
Sin embargo, según un artículo de Ozy firmado por Sebastián Escalón, no todo el mundo puede sustituir el plástico por materiales biodegradables. Una vendedora de cepillados llamada María Andrea contó a Escalón que usa vasos de papel para las porciones grandes, pero que todavía usa las de plástico para las pequeñas, porque son dos veces más baratos y ella no tiene el dinero para hacer el cambio completo. “Me gustaría dejar de usar envases de poliestireno, pero no puedo. Si subo el precio del cepillado, los niños van a dejar de comprarlo”.
San Pedro La Laguna no fue el primero en prohibir el plástico de un solo uso (bolsas, pajillas, vasos, recipientes) en Guatemala, pero marcó la tendencia. En 2015, el municipio de Cantel, Quetzaltenango, también al suroeste del país, lo había acordado, pero no entró en vigor de “porque no fue publicada en el diario oficial”, según Prensa Libre.
Las medidas se replican desde entonces. En los últimos dos años, al menos quince municipios de Guatemala han prohibido el uso del plástico de un solo uso. Patricia González, del Diario de Centro América publicó que a San Pedro La Laguna y Cantel se suman San Andrés Semetabaj, San Juan La Laguna y Santa Lucía Utatlán, en Sololá (la misma región de San Pedro La Laguna); Acatenango, Chimaltenango; San Miguel Chicaj, Baja Verapaz; San Miguel Petapa y San Juan Sacatepéquez, Guatemala; Antigua Guatemala, Sacatepéquez; San Pedro Sacatepéquez, San Marcos; San Juan Ixcoy, Huehuetenango; San Juan Chamelco y San Cristóbal Verapaz, Alta Verapaz.
El pasado 10 de febrero sumó Antigua, la ciudad colonial de Guatemala.
Los decretos imponen multas para quienes lo incumplan, sobre todo para los comerciantes. Las de San Pedro La Laguna está entre las más altas: pueden llegar hasta los US$2,000 (15,000 quetzales) para quienes vendan mercancía en recipientes de poliestireno o en bolsas de plástico, según UN Environment.
El artículo de Ozy recuerda que estas medidas nacen de la necesidad de las propias comunidades de preservar su entorno.
Por su parte, según el mismo reportaje, la Comisión Guatemalteca del Plástico, que reúne a los mayores productores de este material en el país, demandó una protección a la Corte Constitucional de Guatemala contra estas normativa, con el argumento de que es “el mal uso del plástico y no el plástico mismo lo que daña el ambiente”, reseña Sebastián Escalón en su reportaje. La nota dice que la Corte Constitucional falló a favor de San Pedro La Laguna, “pero la comisión [del plástico] todavía explora estrategias para detener la propagación de prohibiciones en toda Guatemala.
El presidente de la Comisión del Plástico, Rolando Paiz, dijo al periodista que las medidas ponen en riesgo “miles de empleos”, que “solo 8% de los desechos de Guatemala son plásticos”, y que “solo un cuarto de eso viene de plásticos de un solo uso”.
Paíz dijo, por otro lado, a Ana Lucía González, de El Periódico de Guatemala, que, por ejemplo, de las 2 mil toneladas mensuales que se producen al mes en botellas plásticas, solo se reciclan un 25 por ciento como máximo”, porque no reciben el suficiente material para reciclar.
Los ecologistas insisten, por su parte, en que el cambio comienza por el uso. Todos los días en Guatemala, dice el mismo artículo, una sola persona genera y aporta a los vertederos de basura, en promedio, 0,51 kilogramos de plástico. Son cifras del ministerio de Ambiente de ese país.
Y en todo el planeta, según la ONU, 13 millones de toneladas de plástico al año se vierten en el oceáno. La fauna marina ya se come las microfibras de plástico que se acumulan en los lechos marinos. En el Día del Ambiente, el año pasado, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente para América Latina y el Caribe recordó las cifras escalofriantes: solo un 9% de los nueve mil millones de toneladas de plástico que se han producido en el mundo desde 1950 ha sido reciclado; cinco billones de bolsas de plástico se utilizan cada año en el planeta y cada minuto se compran un millón de botellas de plástico; “ 70% o más” de eso se quedan en el ambiente o en vertederos.
“Si esta tendencia continúa, para 2050 tendremos cerca de 12,000 millones de toneladas de desechos plásticos en los basureros y en la naturaleza”.