Durante años largos, había un pueblo estigmatizado en Antioquia, al noroeste de Colombia. En Yarumal, incrustado en las montañas, de unos 35 mil habitantes, un grupo importante de personas comenzaban a perder la memoria, la movilidad y finalmente la autonomía tras cumplir los 40 años. La generalidad pensaba que el pueblo estaba maldito.
Lo que les pasaba es que desarrollaban la enfermedad degenerativa del Alzheimer temprano.
Francisco Lopera, médico neurólogo, y Lucía Madrigal, psicóloga y enfermera, revirtieron el estigma con la investigación científica, no solo en Yarumal, sino otros pueblos antioqueños: Ituango, Angostura y Belmira. Todo comenzó en 1984, cuando Lopera hacía la residencia en neurología y atendió a una paciente de 47 años que había perdido la memoria. Siguió hurgando y encontró que había pasado lo mismo al papá, los abuelos y tíos de su paciente, como cuenta Catalina Oquendo en un reportaje en El País. El trabajo creció y el equipo también. Trabaja en el Grupo de Neurociencia de Antioquia (GNA). Hasta hoy han estudiado a 6 mil personas de 25 familias. Encontraron que en las 1,200 personas entre ellas que habían desarrollado la enfermedad estaba presente el gen presenilina 1, lo que les hacía manifestar el Alzheimer décadas antes que el común.
Eran, además, familia. El Alzheimer temprano de estas personas era, entonces, hereditario.
A esta mutación genética la llamarían más tarde la mutación paisa.
El acceso complicado a estos pueblos debido a la orografía de esta zona antioqueña hizo de Yarumal una “isla genética”, cita Oquendo a uno de los científicos de la GNA, David Aguillón. Sus habitantes, mayormente campesinos, se casaban entre ellos, aunque de las 6,000 personas que estudiaron los neurocientíficos, encontraron que solo 1,200 eran portadores y portadoras de la mutación paisa: tanto porcentaje.
Después de 35 años de estudio de los pacientes de Yarumal, llegó al Grupo de Neurociencias de Antioquia el caso de una mujer de 73 años con la mutación que, sin embargo, no desarrolló el Alzheimer hasta antes de los 70. Esto abre la puerta a una nueva línea en la investigación y posibles nuevos tratamientos para el Alzheimer hereditario: una portadora del gen se resistió a la enfermedad hasta la vejez.
Del Alzheimer se desconoce su causa, aunque afecta a 50 millones de personas en el mundo y es la primera causa de demencia en el planeta, según la Organización Mundial de la Salud. Cada año se suman 10 millones de casos nuevos, con lo cual la OMS estima que dentro de 30 años, en 2050, los afectados en el mundo se habrán triplicado.
El Alzheimer comienza a ocurrir cuando cuando el cerebro se baña de “proteínas basura”, como las llama Lopera, las proteínas beta almiloide, que destruyen las neuronas. Sin embargo, los síntomas tardan hasta 20 años en desarrollarse con un nuevo marcador: un tipo de esas proteínas, las tau, impide que las neuronas se comuniquen entre sí y así se deteriora la memoria, como escribe el periodista Nuño Domínguez en otro reportaje para El País. El cerebro de esta paciente de 73 años que no desarrolló el Alzheimer temprano estaba lleno de betas almiloides pero tenía muy pocas tau.
Los investigadores publicaron el estudio sobre ella este mes de noviembre en la revista Nature Medicine.
El investigador Kenneth Kosik, de la Universidad de California en su sede en Santa Bárbara, se unió a Lopera y Madrigal hace unos años. En 2013 comenzó un ensayo clínico, escribe Domínguez en el reportaje, con 300 pacientes. Unos tienen la mutación paisa y otros no. El propósito es demostrar si un fármaco llamado crenezunam es capaz de evitar que aparezca el Alzheimer. “Es un estudio casi imposible de realizar en ningún otro lugar del mundo, pues aquí los médicos saben quién desarrollará alzhéimer con casi total seguridad”, escribe Domínguez. Los resultados de estos estudios estarán listos en 2022.
Fue en este ensayo donde encontraron a la paciente de 73 años que se había resistido a la enfermedad.
Determinaron que en su cerebro estaba el gen APOE, que es el que hace más probable que aparezca el Alzheimer, pero en una variante muy rara, la APOE 3 Chrischurch, y en dos copias.
Eso hizo, continúa Domínguez, que otra colombiana, Yakeel Quiroz, que es investigadora del hospital general de Massachussets, en Boston, desarrollara un anticuerpo que imita “el efecto de la mutación” que tiene esta paciente, que aún portadora de la mutación genética apenas ha perdido la memoria a su edad. “Lo que hemos visto es que la proteína que genera el gen APOE de esta paciente interfiere en la unión de las proteínas APOE y HSPG, que fomenta la acumulación de proteínas amiloides y también tau”, cita Domínguez a Quiroz. Eso pudo haber hecho, infieren los investigadores, que las neuronas de esta mujer siguieran funcionando 30 años después de la edad en que, por la mutación genética, debió haber desarrollado la enfermedad. Es una nueva mutación, pero una mutación protectora, según los científicos.
El desarrollo de este anticuerpo podría reproducir esto mismo en otros cerebros. Si así fuera, los científicos probarían si funciona como el primer tratamiento para el Alzheimer hereditario.
“Si pudiéramos imitar lo mismo en la población general retrasaríamos la aparición de la enfermedad tres décadas”, le dice Quiroz a Domínguez, aunque advierte que falta todavía mucho trabajo científico como para que esto aplique para quienes padecen el Alzheimer en la actualidad. Seguirán, por lo pronto, estudiando a la familia de esta mujer de 73 años a ver si tienen una mutación como ella que los proteja de desarrollar el Alzheimer temprano.
Les queda también localizar a la primera familia que sufrió la mutación genética que les produjo el Alzheimer a los 40 años. Catalina Oquendo apunta en su reportaje que Francisco Lopera y Lucía Madrigal estudiaron los antepasados de las familias de Yarumal hasta el año 1740, pero Kenneth Kosik le dijo a Nacho Domínguez que piensa que la mutación pudo haber llegado a América desde España durante la Conquista. El periodista escribe que el equipo de Konik está trabajando con científicos españoles para dar con familias españolas que tengan también el alzheimer hereditario, tal vez por el mismo gen que los de Yarumal.