(POR ROGER SANTODOMINGO – LatinIQ) En el ojo del huracán del proceso de cambios políticos que vive Venezuela, el presidente de Empresas Polar se bate por sus ideas y rechaza lo que califica una campaña contra la empresa producto de la envidia y la ignorancia. Polar es la corporación mejor ranqueada en los estudios de responsabilidad social hechos en ese país. Apasionado por la nueva tendencia del capitalismo, Mendoza antepone la palabra “compromiso” a la de “responsabilidad”; considera que todo el movimiento alrededor de la responsabilidad corporativa ha evolucionado para convertirse en una corriente más profunda que involucra el alma del empresario
—Entonces usted comulga con la idea de la RSE como un imperativo moral de la época?
—Prefiero hablar de compromiso, porque responsabilidad es una definición en la vida, pero que no necesariamente te compromete, porque tú puedes ser responsable en muchas cosas y no tener compromiso en ellas. Esto tiene dos dimensiones. Una interna, los trabajadores, las 30 mil personas que hacemos vida en Polar. La otra es externa, que tiene que ver con el país y las comunidades donde producimos. Primero tenemos que ocuparnos de dar sustento social, de progreso, para buscar la dignidad del trabajador. El desarrollo tiene que ver con su capacitación, con sus necesidades, con sus inquietudes, con su entorno familiar, etcétera. Partimos de la base de que el que no tiene este compromiso hacia adentro, en su ADN, es muy difícil que vaya a llegar a proyectarlo y que vaya a comprometerse hacia fuera.
—¿La otra parte, la externa, es la filantrópica?
—Hacia afuera la visión tiene dos dimensiones también. Una es la inversión continua, que es para ganar más oportunidades de trabajo para muchas personas; esto tiene una influencia importante en el desarrollo. La otra es el compromiso con las comunidades; hacemos cosas de forma directa en esas comunidades, acciones que desarrolla la empresa o la Fundación Polar, y también nos sumamos a acciones exitosas que alguien está desarrollando: emprendedores sociales u organizaciones que carecen de una capacidad económica o de organización, que sea sustentable en el tiempo. La Fundación Empresas Polar tiene más de 100 profesionales dedicados ciento por ciento a atender esa realidad. Allí tenemos 3 grandes áreas de atención que son el área de salud, el área de educación, donde cabe, digamos, toda la parte de investigación, y el área de desarrollo comunitario, que es quizá la más importante.
—¿Este modelo de Polar cree que puede ser emulado por otros empresarios?
—Creo que eso viene, pero sería arrogante de mi parte y la verdad es que no tengo la verdad sobre el tema. Los empresarios se están montando en esto, es decir, que han pasado de la responsabilidad como una inquietud, al compromiso. Tenemos que tener claros en que no solamente con el crecimiento de nuestras organizaciones y de nuestras ofertas de trabajo es suficiente. Podemos intensificar la dimensión de relación con los más vulnerables y tener mucho más impacto con procesos innovadores, incorporando claramente esto a las estrategias. Al igual que el cumplimiento de un objetivo de ventas, deben cumplirse objetivos sociales.
—¿Esta toma de conciencia obedece a tendencias globales, o a las presiones del gobierno chavista que ha obligado a mirar preponderantemente a lo social?
—Tiene que ver con ambas cosas. Las tendencias globales llevan a eso, pero, efectivamente, la realidad de forma descarnada se puso en la mesa con la llegada del presidente Chávez al gobierno. Algo que quizá muchas empresas habían ignorado es el que muchos venezolanos eran tremendamente vulnerables, que no tenían condiciones para aspirar a una vida digna. Para muchos esto fue una sorpresa, pero para otros esta realidad nos era muy cercana, por el tipo de desarrollo que nosotros hemos tenido en nuestra organización. La responsabilidad social está en nuestro estatuto, tenemos una partida de nacimiento que tiene eso ahí, era una visión un poco más filantrópica del tema, pero se decía y estaba escrito que debíamos devolverle a la comunidad parte de los beneficios que nosotros obtenemos trabajando con ellas, así fue escrito y así fue puesto en práctica desde el año 1941. Lo que nos compromete no es un discurso oficial o una tendencia global, sino el contacto con la realidad, el contacto con el más vulnerable, y creo que todos los que hacemos bien en este país debemos tener esa actitud, la actitud de que en Venezuela no puede seguir por la vía de las desigualdades.
—¿Es eso populismo empresarial?
—No creo en el populismo como herramienta de integración. Creo que todo lo que es social, que sume, uno tiene que sumarse a eso, valga la redundancia. Porque nosotros podemos dar mucho, y no sólo con aportes económicos, que son determinantes, esto tiene que ver con la convivencia con la comunidad, ayudándoles a organizarse. Cuando actuamos juntos empresa privada, Estado y comunidades, el impacto positivo es brutal.
—Ciertamente hay un cambio de paradigma, de la pobreza a la exclusión, pero esa visión se ha extendido ahora como una amenaza a la libertad de empresa. ¿La RSE es una vacuna para inmunizar al sector privado del socialismo?
—Si lo haces por esa vía será un fracaso. Si piensas que vas a hacer de esto una estrategia mediática o una vacuna frente a la presión política, va a ser totalmente irrelevante, contradictorio y va a haber un efecto boomerang. La gente más vulnerable tiene claro quiénes lo ayudan y quiénes no, y cómo lo ayudan y cómo no lo ayudan, entonces no nos equivoquemos. Es como lanzar al mercado un producto nuevo porque los estudios indican que hay una oportunidad. Entonces lanzo una campaña hablando de las bondades del producto y la gente va a buscarlo, pero no lo consigue por ningún lado. La reacción será de malestar y la gente agarra una bien brava, porque se da cuenta de que lo prometido es falso, sólo eslóganes absolutamente vacíos.
—Ahora, algunos empresarios creen que el Gobierno tiene en jaque a las empresas privadas desde un punto de vista regulatorio, pero sobre todo ideológico ¿El impulso mediático a este tipo de tendencias que parece tan fuerte estos días no es una manera de hacer frente a eso?
—Como protección frente a esto, si se incorpora estratégicamente, diría que me parece bien, que es bienvenido. Pero hay un escalón mucho mayor que es hacerlo porque realmente crees en eso y te das cuenta de que es algo que tiene todo el sentido del mundo por el país en el cual estás desarrollando tus actividades y en el cual tú quieres vivir. Ahora, el tema social también se ha desvirtuado. Los más vulnerables lo que están buscando es una ayuda sincera. El tratar de segregar de este tema al sector privado, reducirlo a un espacio exclusivo del sector público o Estatal, me parece que es destructivo, es lo que menos logra beneficios para las comunidades. Cuando un funcionario discrimina a un sector porque está recibiendo ayuda privada, actúa de forma absolutamente contradictoria.
—Polar ha sido un blanco predilecto del gobierno venezolano, algunos hablan de hostigamiento ¿Sienten que la comunidad los respalda?
—En términos claros, creo que estamos viviendo un exceso de visitas y fiscalizaciones oficiales, ojalá que se diera el trato igual a todo el mundo, incluyendo a empresas del Estado, pues muchas de ellas tienen más razones para ser visitadas por organismos fiscalizadores, para que cumplan con las normativas y cumplan con las leyes como lo hace Polar. Soy sincero; lo que hacemos y hemos hecho por casi 70 años es nuestra hoja de vida, nuestra boleta. Entonces nuestra boleta está clara y en azul, pero la boleta no es con el Gobierno, es con Venezuela. El Gobierno tiene una razón fundamental que es administrar los recursos del Estado, de toda la población; que lo haga.
—¿Cómo se siente ante un discurso que promueve un tipo de empresa que es totalmente contrario al modelo de Polar? Es decir, acá el Gobierno está hablando de cogestión, de empresas de producción social, de cooperativas socialistas, no de grandes corporaciones de propiedad familiar u oligopolios.
—Totalmente contrariado. Primero porque la definición de oligopolio no aplica a nosotros. Hay más de tres participantes en todas las categorías que nosotros tenemos. Una cosa es lo que tratan de etiquetar y otra cosa es la realidad. Ahora, el consumidor es el soberano, si él me prefiere porque de alguna forma soy mejor: mi producto, la atención al cliente, la seguridad que yo le dé al consumidor, pues el consumidor soberano me va a escoger a mí. Cuando hablo de soberanía, hablo del soberano consumidor, porque es el más soberano de todos, porque desde que se para ahí y tiene la posibilidad de elegir lo que él quiere, él decide.
—Entonces, ¿por qué el ataque a Polar?
—Hacia Polar hay una envidia enorme. El venezolano y el latinoamericano en vez de admirar y buscar el progreso por la vía de la superación, ven de alguna manera el éxito por la vía de la envidia. Los más vulnerables, los que tienen mayores necesidades, son los mejores amigos que tiene empresas Polar. Los que tienen mejores condiciones a veces se convierten en las personas más envidiosas. Un país no progresa por la vía de la envidia. Quien tenga complejos y envidia nunca será feliz, y el más vulnerable, el que tiene más necesidades, tiene pocos complejos y pocas envidias. Cuando uno llega a la casita del más humilde en el barrio, logra entender cómo te están viendo, no cómo mira a este tipo, no, no, no, sino como la persona que está haciendo algo que lo representa.
—Eso lo coloca en una posición de liderazgo social y puede causar envidia política también.
—En la política también hay mucha envidia y chismes. Pero yo no participo en política, ni me interesa. Igual que al político no debe interesarle tampoco ser empresario. Aquí cada quien tiene que jugar lo que le corresponde: el que juega básket que juegue básket, el que juega beisbol que juegue beisbol, o sea, no es compatible ver a Omar Vizquel en la NBA. Mi vida está vinculada al sector empresarial; eso sí, con una familia, con una formación, con una tradición inclinada al beneficio de todos. Eso es algo que orgullosamente decimos todos los que participan en la cadena de valor de lo que hacemos bien en Empresas Polar. Quieren ganar con escapulario ajeno, van chismeando en un mundo donde todo se ha convertido político, todo es político. Entonces le buscan a la gente meritoria la caída a través del chisme, la mentira y la descalificación, y eso, finalmente, no tiene nada en lo social.
—Pero es que aunque no esté planteada su participación en la política, su discurso empresarial hoy compite con el discurso político oficial.
—Sinceramente pienso que la competencia tiene que estar dada en el bienestar. Hay espacio para que todos podamos aportar a la sociedad para la solución de los problemas que tiene Venezuela, cada quien en su dimensión. No hay forma de que el sector privado compita contra el Estado, por ende, con el Gobierno, que le toca administrar los recursos del Estado. Mi deber es cumplir con las leyes, pagar impuestos y que esos impuestos vayan al Estado. Al Estado, yo como ciudadano, le exijo que cumpla con la misión que tiene, que es atender esas distintas áreas que le corresponden: educación, salud, infraestructura, a los más vulnerables. Estoy claro en que hay antagonismos en que hay polémica, que hay un discurso que dice que la empresa privada no puede participar. Y que dice que uno no puede hacer nada, pero el venezolano va a exigir que no sea así, porque el venezolano sabe que una sola dimensión no va a solucionar su problema; yo estoy convencido de eso y lo veo en el día a día.
—Otra faceta de la política del país es la corrupción. ¿No es ingenuo pensar que es posible ser socialmente responsable en Venezuela, cuando una empresa tiene que convivir en un ambiente corrupto y con autoridades corrompidas?
—La única forma de afrontar eso es descentralizando totalmente lo que tiene que ver con el manejo de eso. Darle accontability, o delegando autoridad a las organizaciones sociales que hacen vida en esta comunidad. O sea, tú puedes ser un buen líder comunitario y te interesa la política, o puedes ser un buen líder comunitario al que le interesa la repercusión de lo que es lo social en la comunidad, el problema del agua, los servicios públicos, que lleguen los alimentos al pueblo andino que está allá montado a una altura que complica la operación de llevarle los alimentos, o como en algunas de las barriadas populares. Uno debe apoyarse en el que se dedica a resolver los problemas.
—Ahora, eso parece un discurso antipolítico.
—Tampoco se trata de eso. Es lamentable que gente valiosa se abstenga de participar políticamente. Pero para una empresa, lo esencial es poner a los mejores a competir, es una palabra que no gusta, pero de alguna forma la competitividad es el resultado de las capacidades que tenemos los individuos, cada quien en su nivel, y eso hace que tú seas más eficiente o no que el otro. Porque buscamos resultados medibles. Entonces, creo que ahorita estamos en el río en dos vertientes. Aspiro y nunca pierdo el optimismo, a que todos vayamos por el mismo cause. Estoy convencido de que sin duda alguna la empresa privada es determinante para la solución de los problemas del país, aquí hace falta más inversión, hace falta más oportunidades de empleo formal, que es el que garantiza dignidad y prosperidad para el ser humano.