Más de 5 millones de venezolanos han abandonado su país desde el año 2000, un año después que Hugo Chávez asumió el poder. La mayor parte de estos migrantes lo ha hecho en los últimos 5 años, como consecuencia de la crisis económica, política y social que vive Venezuela, acentuada bajo la presidencia de Nicolás Maduro.
Los organismos multilaterales internacionales calculan que para este año 2020 la cifra de emigrantes venezolanos superará los 6 millones.
Este es el contexto en el cual los países donde los venezolanos han sido acogidos han visto el florecimiento de una variada gama de negocios prósperos creados por estos inmigrantes, como en España (en el ramo inmobiliario, en restaurantes y en productos alimenticios), o en Estados Unidos, donde profesionales educados en Venezuela ocupan eminentes posiciones docentes en las más prestigiosas universidades (MIT, Harvard, George Washington University, entre otras), o en Colombia, Canadá y Arabia Saudita, donde los expatriados de Petróleos de Venezuela han contribuido al crecimiento y expansión de las industrias petroleras de esos países.
Igual ocurre en las artes, como es el caso del libro que escribió Marinés Lares, venezolano-americana residente de Oakton, Virginia, en el área metropolitana de Washington, D.C., titulado “La Venezuela Musiúa”.
La Venezuela Musiúa es una compilación de cuentos de una abuela venezolana residente en Estados Unidos, cuya familia creció y empezó a hablar en dos idiomas, entremezclándolos, en el país de adopción. “Musiú” es un término venezolano derivado del francés (monsieur) aplicado a los extranjeros de complexión caucásica no hablantes del castellano, esencialmente europeos, los primeros inmigrantes al país suramericano.
De musiú, entonces, surgieron otras expresiones, como la de hacerse el musiú, que es hacerse como que uno no entiende. Y en los cuentos de la abuela Eulalia, narrados por Marinés Lares, es ese uno de los primeros encontronazos culturales de la abuela con sus nietas, cuando una de ellas se hace la que no entiende para no seguir sus instrucciones y la abuela le exige que no se haga la musiúa.
Desde el comienzo de este milenio, los venezolanos empezaron a ser musiúes en otras latitudes. La experiencia de la abuela con sus nietas, y sus hijos, en los Estados Unidos, se replica en Canadá, Australia, Irlanda y el Reino Unido, en Italia, en Francia, en el Medio Oriente y en muchas naciones donde el castellano es una lengua extranjera.
Los venezolanos migraron primero hacia Europa (la mayoría a España, con más de 300 mil) y a Estados Unidos (más de medio millón), pero la crisis humanitaria que vive Venezuela desde 2017 provocó una estampida venezolana hacia sus vecinos, con Colombia como líder receptor (1 millón 300 mil en 2019), seguido por Perú (770 mil), Chile (288.000), Ecuador (263.000), Brasil (168.000) y Argentina (130.000).
Como es natural, la abuela migrante se muestra nostálgica del país que abandonó, hoy inexistente, y también narra recuerdos familiares de allá, además de vivencias más cercanas en el tiempo, en su nuevo hogar.
Otra abuela “musiúa”, Marité Irima, se sumó al proyecto con una serie de ilustraciones que acentúan el colorido de la narración. Marité vive en Florida, EE.UU., con hijos y nietos en Europa y Suramérica, otros musiúes venezolanos.
El libro, como las ilustraciones, tiene un tono naif. Es simplemente una serie de cuentos ligeros, llenos de venezolanidad y una pizca de humor, reconocible e identificable por cualquier migrante latinoamericano que se halle fuera de su terruño original viendo con optimismo su futuro.
Está a la venta en Amazon y librerías estadounidenses, europeas, australianas y latinoamericanas.