Desde 1997, Mónica Zalaquett, una periodista y psicóloga chilena emigrada a Nicaragua hace más de 40 años, se dedica a desmantelar la violencia en las pandillas con el foco en lo que considera su raíz: el machismo. El machismo es para ella “una patología, no es la masculinidad normal y sana, es una distorsión, una desviación de la masculinidad sana”.
En este momento del nuevo despertar del feminismo en el mundo, se va haciendo más recurrente hablar públicamente del impacto del machismo en los hombres y en la masculinidad. La Organización Panamericana de la Salud publicó incluso, el año pasado, el informe “Masculinidades y salud en la región de las Américas” en el que analiza la salud de los hombres de la región desde una perspectiva de género y concluye que ellos viven 5,8 años menos que las mujeres. Dice que hay una “sobremortalidad” de los hombres que comienza en la adolescencia “y llega a triplicarse en la edad adulta temprana”.
“Las causas principales de mortalidad en los hombres comprenden la violencia interpersonal, los traumatismos causados por el tránsito y la cirrosis hepática, todas ellas ligadas al ejercicio de la masculinidad hegemónica (…) La salud y el bienestar de los hombres es producto de múltiples factores, entre los que destaca la construcción de la masculinidad”, explica el resumen del informe.
Zalaquett ha estado hurgando en los factores que dañan la masculinidad desde hace 22 años, directo a la violencia en todas sus formas, deshaciéndolas desde sus patrones más primarios en las familias. En 1997, fundó el Centro para la Prevención de la Violencia (CEPREV), con el fin de pacificar 36 barrios de tres distritos de Managua y el municipio de Tipitapa también de la capital de Nicaragua. CEPREV realiza talleres, formaciones, conferencias y charlas en el corazón de esas comunidades: los jóvenes, los niños, las mujeres. También capacitan a multiplicadores de estas experiencias, entre quienes hay policías y funcionarios del Estado, maestros, líderes comunitarios y religiosos, y periodistas.
Según su reporte, la CEPREV ha desmontado más de 120 pandillas en Nicaragua. “Casi trece mil jóvenes en pandillas y/o grupos juveniles han sido capacitados por el CEPREV y una mayoría de los mismos ha abandonado la violencia, el uso de drogas y la pertenencia a pandillas, se han integrado al trabajo o al estudio”, dice la página web de la organización que han sido sus logros en Nicaragua.
Sabine Drysdale entrevistó a Mónica Zalaquett para el diario La Tercera de Chile. “Nacer hombre no basta. Tienes que comprobar toda tu vida que lo eres. Hay una masculinidad a prueba, condicionada, que no es libre. Y el primer mandato patriarcal es la violencia. Si no actúas violentamente, no eres hombre. No se dan cuenta, pero pasan toda la vida con el temor a que se dude. Es un yugo”, le dijo Zalaquett. Por eso, para ella “nacer hombre es un factor de riesgo”.
Zalaquett ha ha hecho el mismo trabajo de desmantelar los patrones violentos con los narcos, las guerrillas y los pandilleros de Guatemala, Honduras, Colombia, México, El Salvador (las maras), Costa Rica. Y en Chile, donde estaba en el momento de la entrevista, “de forma más acotada”. Más de 50 mil personas se han beneficiado en estos países.
–¿Ha visto a los jóvenes de la primera línea [en las protestas recientes en Chile] enfrentándose a los carabineros? Musculosos, sin polera [camisa], encapuchados, violentos, aguerridos, sudando testosterona?—le preguntó la periodista en la entrevista.
–Sí. Son iguales a los pandilleros de Centroamérica—le respondió Mónica Zalaquett.
Zalaquett ha trabajado en los barrios y también en las cárceles.
“El machismo realmente viene siendo como la peor versión y la versión más enferma de la masculinidad, pero en nuestra sociedad se considera que eso es normal, porque la violencia es condición de la masculinidad”, continuó la directora de CEPREV en otra entrevista con la SIEP. Habla de una distorsión que la cultura del patriarcado ha generado a partir “del sentido de la propiedad sobre las personas”.
“La violencia es la consecuencia del abuso de poder que se desprende de una cultura patriarcal. Una cultura muy arraigada que les ha hecho creer a los hombres algo muy falso, que es que el machismo es un éxito de la masculinidad, cuando en realidad los hace sufrir”, agregó en la conversación con Drysdale para La Tercera.
Entonces Zalaquett ha percibido que la violencia comienza en la creencia de que unas personas valen más que otras “y por lo tanto tienen más derecho y de eso se derivan las relaciones de poder entre los seres humanos, que son la raíz de todas las formas de violencia”, como dijo en la entrevista con la SIEP.
La CEPREV cuenta entre sus logros la disminución de los delitos y homicidios en los 36 barrios de Managua en los que han trabajado. “En los últimos dos años la tasa de homicidios ha disminuido en un 37% y la de heridos en un 67%”. Y en las escuelas donde han hecho actividades, 70%.
También han creado redes regionales en prevención de la violencia y el control de las armas y “una mayor conciencia social sobre las causas y consecuencias de la violencia, la relación entre violencia intrafamiliar y otras formas de violencia, y las formas adecuadas de prevenirlas”, dice la página web de CEPREV.
El cambio profundo de la cultura de la violencia, asegura Mónica Zalaquett, no dependerá del Estado. El Estado no es más que la expresión de todos nosotros allá arriba, y lo que le criticamos al Estado pasa en muchísimas familias. Claro, el Estado es la expresión máxima de esa cultura, y ellos no se van a interesar por hacer un cambio de raíz, ese cambio lo tenemos que hacer nosotros”, dijo en la entrevista con la SIEP.