Irene Bosch, una bióloga venezolana en Boston, Massachusetts, desarrolló junto con su equipo unas pruebas rápidas para detectar el coronavirus. Tal como las pruebas de embarazo, en apenas minutos el test puede determinar si una persona es positiva o no en el virus.
La prueba se llama Point of Care Covid-2. Mientras el test para el embarazo detecta la hormona que lo indica, esta prueba revela la proteína viral en quien está contagiado. El dispositivo está hecho de plástico y dentro contiene un papel con oro coloidal (un antiinflamatorio) y anticuerpos. Para la detección, se introduce un hisopo en la nariz y se toma una muestra de las secreciones, que se ponen en contacto con el test.
Si el resultado es positivo, los componentes reaccionarán con una línea roja. Los resultados pueden aparecer en hasta 15 o 20 minutos (las pruebas que ya existen llegan a tardar días), pero si la carga viral es alta, se mostrarán en segundos, dijo Bosch a César Miguel Rondón en una entrevista en video.
Las pruebas rápidas ayudarían a la detección temprana, sobre todo en las personas que no presentan síntomas, y evitarían una mayor propagación del virus con medidas tomadas a tiempo en caso de diagnóstico.
El laboratorio E25Bio, especializado en la detección de enfermedades virales emergentes, ya usa dispositivos similares para detectar el zika, la chikunguya y el dengue. “Ese tipo de dispositivos ya se ha hecho. No es nuevo el diseño, lo que sí es una novedad fue la rapidez con que fue elaborado para la detección de este virus”, comentó la científica a Gretta M. Gil Anzola, de El Estímulo.
La diferencia, Bosch abundó en la conversación con César Miguel Rondón, está en el costo: las pruebas de dengue, zika y chikunguya cuestan un dólar por muestra. “Para este, que lo tenemos que hacer mucho más rápido, va a costar aproximadamente ocho dólares, 10 dólares. El costo es mayor que el del dengue, pero es el mismo principio”.
La fábrica que trabaja con el laboratorio, afirma la científica a Rondón y a Gil Anzola, tiene una capacidad de producir entre 10 mil y 100 mil dispositivos diarios.
“Como tenemos datos que nos dicen que esto va a funcionar, tenemos que hacer una producción grande. Hay sitios donde se ensamblan estos points of care y se pueden hacer hasta 7 millones por día”, detalló a Rondón.
La fabricación tarda cuatro semanas, “para que pueda arrancar con un número significativo. El resto será cuestión de empacarlo y enviarlo”, dijo la científica a la periodista de El Estímulo.
Gil Anzola reportó que el Point of Care Covid-2 está en “etapa de validación clínica”. Cuando termine de comprobarse su efectividad, vendría la producción “para su venta, en principio, a los centros de salud de Estados Unidos y posteriormente al resto del mundo”.
El laboratorio ya ha obtenido un primer financiamiento de 2 millones de dólares de Khosla Ventures.
El director general del laboratorio, Bobby Brooke Herrera, le dijo a la periodista Nia Hamm, de NBC Boston: “Nuestro mayor objetivo es proveer una detección temprana de los virus a un precio accesible”.
Pero, como Hamm plantea, se mantiene la interrogante sobre el costo de esta prueba para las comunidades con menos recursos, una vez que el producto esté en el mercado.
Irene Bosch dijo a Cesar Miguel Rondón que ella y su equipo están buscando acercamientos con el gobernador de Massachusetts y los alcaldes para que “nos echen una mano, para que nos den incentivos”.
Ni Herrera ni Bosch detallan si su laboratorio llegaría a algún acuerdo con las autoridades para que los tests se hagan a bajo costo o de forma gratuita a la población.
Irene Bosch es una bióloga egresada de la Universidad Central de Venezuela, en Caracas. Dice su currículum publicado en Linkedin que entre 1981 y 1983 fue profesora asistente del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas, y entre 1985 y 1987 fue profesora investigadora asistente en la Universidad de Carabobo. Se mudó a Estados Unidos hace casi 30 años. En la Universidad de Harvard hizo un postgrado en Medicina Tropical. Fue profesora en la escuela de Medicina de la Universidad de Massachusetts durante diez años. Desde hace una década, es investigadora científica en el Massachusetts Institute of Technology (MIT). Fundó el laboratorio E25Bio hace más de un año.