Reducida la actividad económica en Estados Unidos a lo esencial, quedó en evidencia que la fuerza laboral inmigrante es un sostén de los rubros indispensables, los que están operativos en la plena crisis que deja la pandemia: en el campo, en las tiendas de alimentación, en las procesadoras de comidas y en los hospitales.
El anuncio reciente de Donald Trump de suspender la inmigración legal hacia el país impactaría en la reconstrucción económica que ha de venir después de la pandemia.
Pero, además, una porción significativa de los trabajadores inmigrantes en Estados Unidos no tienen papeles que garanticen su residencia legal. Están al frente de la crisis, expuestos al contagio, y sin embargo su salud no está protegida: por su estatus, no tienen seguro médico, ni ingresos suficientes y temen ir al médico y que las autoridades los deporten; no tienen garantizado el acceso a la salud.
“El temor que tenemos como inmigrantes es algo cuyo alcance solo podemos saberlo nosotros. Tenemos miedo de enfermarnos. Tenemos miedo de morir. Tenemos miedo de quejarnos en el trabajo a nuestros supervisores, porque no nos están dando artículos de limpieza. Nos ignoran completamente”, le dijo María a Lissandra Villa de la revista Time. María es de México, no tiene papeles, y es una jornalera en el campo del estado de Washington, al noroeste del país.
Lo único que tienen María y los trabajadores como ella es una carta de su empleador que confirma que hacen parte de una actividad esencial, lo cual les permite desplazarse en medio del confinamiento. Como reseñábamos en una nota de IQ Latino del 13 de abril, las deportaciones han seguido ocurriendo en medio de la pandemia.
María sigue desprotegida, como los casi 11 millones de inmigrantes sin papeles en Estados Unidos.
El Migration Policy Institute publicó en marzo, cuando comenzaba la crisis, los siguientes datos (algunos de los cuales menciona Villa en su reportaje): seis millones de inmigrantes trabajadores están en este momento en primera línea “para mantener a los residentes de Estados Unidos sanos y alimentados durante la pandemia de Covid-19”.
En estas cifras el instituto no distingue por estatus legal, pero los números dicen que ha crecido la ocupación de inmigrantes en rubros indispensables en la repuesta a la pandemia: “29 por ciento de todos los médicos y médicas y 38% de la asistencia de salud domiciliaria”, además de quienes limpian los hospitales, atienden en tiendas de alimentación y trabajan en las cadenas de producción y distribución de alimentos.
Antes de la pandemia, la fuerza laboral inmigrante ya era un cimiento de la economía de Estados Unidos.
Un reporte de New American Economy dice: “Mientras de forma frecuente se hacen críticas feroces a la población indocumentada, los datos muestran que un gran número de los casi 11 millones de inmigrantes indocumentados están aquí [en Estados Unidos] trabajando, pagando impuestos e incluso comenzando un negocio. También juegan un papel integral en nuestra economía, porque con frecuencia hacen trabajos en la agricultura, la construcción y la hotelería que de otra forma estarían vacantes”.
Los inmigrantes sin papeles también ocupan una porción importante en la fuerza laboral que sostiene las industrias de procesamiento de comida, las cocinas (restaurantes, cafeterías de centros educativos, catering para hospitales), limpieza de edificios y control de plagas, mantenimiento, según estos datos.
Un sector en particular es muy ilustrativo, dice el reporte: los inmigrantes indocumentados llegan a ser el 50% de todos los trabajadores contratados en el campo y las cosechas, “lo cual los hace esenciales para éxito y la viabilidad continuada de las granjas de Estados Unidos”.
Lo que le dijo un productor de leche de Wiscounsin –en el medio oeste del país– a León Krauze en junio del año pasado, cuando una crisis como la actual no se vislumbraba, confirma los datos de New American Economy. Krause lo menciona en una columna para The Washington Post: “Nuestra industria no existe sin el trabajo inmigrante. Ochenta por ciento de la leche de Wisconsin la cosechan los inmigrantes. Si los sacaras, más de la mitad de las granjas quebrarían”.
El reporte de New American Economy dice que en 2018 el 95,8% de los inmigrantes indocumentados trabajaban –aunque la naturaleza de sus trabajos no es estable—y que su trabajo generó ganancias globales, incluidos los impuestos que pagan, de 249,7 mil millones de dólares.
La organización Unidos Us da más detalles: el 8% de los ingresos de cada inmigrante sin documentos, en promedio, va al pago de impuestos: el aproximado total es de 11 mil 640 millones de dólares en impuestos locales y estatales al año. “Además, todos los inmigrantes –sin importar su estatus—contribuirán con aproximadamente 80 mil dólares más en impuestos que los servicios gubernamentales que usarán en toda su vida”.
Donald Trump anunció esta semana una orden ejecutiva que detendrá durante dos meses la inmigración hacia Estados Unidos, en particular los procesos en curso de las green cards (las visas de residencia permanente).
Los datos lo contradicen, pero el fondo del mensaje que Trump lanzó primero la noche del lunes en un tuit es ese: que los inmigrantes no hagan el trabajo que en su visión corresponde a los estadounidenses.
“Para proteger a los trabajadores estadounidenses, issuiré una suspensión temporal de la inmigración. Pausar la inmigración ayudará a poner a los desempleados en la fila en la búsqueda de empleo cuando se reabra Estados Unidos. Sería incorrecto e injusto para los estadounidenses laid off por el virus que los reemplazaran nueva fuerza laboral inmigrante que flown desde afuera”, recalcó Trump el martes en su aparición diaria.
A la fecha, unos 22 millones de estadounidenses están solicitando ayudas al desempleo en el país.
La estimación del Migration Policy Institute recuerda que las dificultades económicas que ya se presentan y que continuarán en la post-pandemia se “exacerbarán” para muchos trabajadores inmigrantes por su “limitado acceso a sistemas de redes seguros y a medidas federales de alivio”.
La orden ejecutiva de Trump no afectará a los trabajadores migrantes que están ahora en la primera línea de las actividades esenciales. De todas formas, la mayoría de ellos, sin residencia legal, no tienen acceso a las ayudas del gobierno.
“Mientras quienes tienen una green card, una visa de trabajo temporal, están protegidos por un Estatus Temporal de Protección o por el programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia [DACA] pueden tener acceso a seguros de desempleo, la mayoría de quienes no son ciudadanos estadounidenses no pueden acudir a las subvenciones federales, incluyendo cupones de alimentos, que otros trabajadores aprovechan en tiempos de necesidad. Y los trabajadores inmigrantes son más vulnerables, porque tienen menores ingresos y tasas más bajas de cobertura de seguros”.
Por otra parte, Dany Bahar, catedrático de Brooking Institutions, escribió en un artículo de opinión para The Washington Post que la orden ejecutiva de Trump de suspender la inmigración por dos meses “ciertamente afectará a los trabajadores especializados y cualificados que jugarán un papel crucial en la futura recuperación de la economía estadounidense”.
“Si hay algo que se necesitará más que nunca para devolver el desempleo a niveles normales es más inmigración, no menos”, agregó. Se basa en un estudio de la Escuela de Negocios de Harvard, según el cual cerca de 25% de las startups y patentes que se registran cada años tienen a inmigrantes como responsables.
En efecto, el Seattle Times reseñó la preocupación por la medida de Trump en sectores de la industria tecnológica de ese estado, porque se apoyan en trabajadores extranjeros para llenar sus plazas para empleados con altas habilidades, y cuyas empresas tienen a posibles contratados en medio del proceso de aprobación de sus residencias permanentes.
Dany Bahar agregó: “En medio de un colapso económico que afectará a las pequeñas y medianas empresas (Pymes) de forma más significativa que a las grandes empresas, con suficiente flujo de caja para sobrevivir, la prescripción debería ser crear un ambiente que impulse la creación de Pymes que estimulen la competencia dentro de las industrias. Detener la inmigración, y con ellas la inversión y creación de negocios, es hacer exactamente lo contrario. De hecho, hay evidencia sólida que muestra que restringir la inmigración hace que las compañías de Estados Unidos saquen el trabajo fuera del país”.