Alejandrina Hernández Zavarce tiene 23 años, estudia tercer año de Diseño Industrial en el Dawson College de Montreal, Canadá, y ya es la autora de un invento que puede impactar la vida de los refugiados y migrantes venezolanos, un carro-cama: una carretilla que sirve para que quienes emprenden el viaje a pie puedan llevar sus pertenencias y al mismo tiempo se convierte en una cama para el descanso.
“Esto le permite a la gente descansar y minimiza su sufrimiento”, dijo Hernández en una publicación en la página web de su centro de estudios. El invento ganó en mayo el premio Bonnel de Diseño Sostenible de la Extrusion Technology for Aluminum Profile Foundation. El premio no se ha publicado oficialmente aún.
La estructura principal del carro-cama que creó Hernández está hecho de aluminio. “Como sabemos, el aluminio es 100% reciclable, ligero y de bajo costo”, dijo Hernández en la misma publicación de su universidad.
“El aluminio es liviano y eso hace que se reduzca el sufrimiento de los refugiados con menos fuerza para llevar sus pertenencias”, comentó, además, a El Pitazo en un reportaje audiovisual que cuenta su historia.
“Apliqué tres principios principales: una solución social para reducir parcialmente el sufrimiento de los refugiados, el uso de material reciclable y amigable con el medio ambiente, y, como principios económicos en el diseño y la manufactura, el uso de un proceso de bajo costo de extrusión del aluminio, la reducción del número de partes y la facilitación del mantenimiento, reparación y durabilidad del producto”, explicó en la nota de la Dawson College.
El carro-cama tiene dos ruedas. Viene con un mecanismo de bloqueo y desbloqueo. Cuando está doblado y bloqueado, sirve de carretilla de carga: la estructura principal aguanta hasta 150 kilos de peso y tiene arriba una para empujarla o halarla. El soporte de base que evita que la carretilla ruede sola cuando está detenida. Luego el producto se puede descargar y abatir, desbloqueando el mecanismo, para convertirse en una cama ligera que no ocupa mucho espacio y es resistente: aguanta hasta 200 kilos.
De Venezuela salió Hernández a Canadá con sus padres, en 2015. Creció en Maracaibo, capital del estado Zulia, al oeste del país, fronterizo con Colombia. Se fueron porque las cosas ya empeoraban en su país.
“Migrar fue duro para mí. Por eso es que yo entiendo a los refugiados que dejan todas sus pertenencias, toda tu vida, todo lo que creciste, tu familia, tus amigos”, contó Hernández a El Pitazo.
La estudiante de Diseño Industrial gestó el proyecto en diciembre de 2018, cuando volvió de visita a Venezuela. Entonces la diáspora comenzaba a crecer, se desbordaba por las fronteras terrestres.
“Cerca de la frontera venezolano-colombiana vi a mucha gente caminando en la carretera, tratando de cruzar hacia Colombia, buscando un futuro mejor para su familia. Fue impactante ver que cada miembro de esas familias, incluyendo niños y niñas y gente mayor, llevaban sus pertenencias y luego dormían sobre cualquier superficie. La mayoría de ellos se veían cansados, tristes, confusos, pero determinados a dejar su país”, contó Hernández en la nota de la web de Dawson College.
“Me puse a recordar de la vez que estuve en Venezuela, en diciembre de 2018, y me dije, ‘esta sería una buena oportunidad […]Tomando en consideración que ellos viajan largas distancias, me puse a preguntar dónde duermen, dónde descansan”, dijo también a El Pitazo.
Pensó que en la carrera que estudia –de la que se graduará en julio de este año– podría diseñar alguna solución “y cumplir uno de los objetivos de mi vida, que es ayudar a las personas sin recursos económicos y a las personas con discapacidad”, añadió, citada por la nota de Dawson College.
Alejandrina Hernández tiene ella misma una discapacidad auditiva, como recuerda en su entrevista con El Pitazo. Para ella comunicarse en español ya es un reto; migrar a Canadá y aprender otro idioma lo aumentó.
Pero en otoño de 2019 encontró la oportunidad de crear la solución que había estado soñando. Su profesor y tutor Michael Santella invitó a los alumnos a participar en la competencia que luego ganó.
“Tuve también la oportunidad de mostrar la realidad de la vida de los refugiados”, acotó.
Hernández dijo en el reportaje de El Pitazo que está esperando que los responsables de su premio publiquen oficialmente a los ganadores. “En lo que me dieron la carta me dijeron, ‘bueno, pronto vamos a anunciar a los ganadores y eso se va a repartir a las industrias y a los ingenieros a nivel mundial”.
Espera, entonces, poder hacer el prototipo, como explica Hernández, citada por la publicación de Dawson College. Probarían el prototipo con usuarios diferentes, y en el terreno, en varios tipos de carreteras. “Esto nos permitiría mejorar su producto y promover su usabilidad”. Quiere agregar un techo al carro-cama que funcione como una tienda de campaña, “para proteger a los migrantes de los insectos y el clima”.
Que ACNUR, Unicef y ONG’s distribuyan el prototipo final es una posibilidad de la que también le han hablado a Hernández Zavarce en la fundación que le otorgó el premio.
Ella va a seguir estudiando, por lo pronto. La aceptaron en la Universidad de Montreal. Luego quiere hacer un máster. “Y así puede seguir desarrollando esos conocimientos, esas habilidades, para ayudar a los más necesitados y a las personas con bajos recursos”, afirmó a El Pitazo.
Foto e imagen tomadas de la web de Dawson College. El crédito de la foto principal es de Anthony McLean