La revolución y la resistencia son hilos comunes en el tejido de la latinidad; sin embargo, los latinos en Estados Unidos no siempre nos vemos como un grupo unido. Toda la vida, nosotros hemos sido entre los pocos latinos en cada aula en la que hemos sido estudiantes. Numerosas veces, nuestras maestras nos han pedido que hablemos acerca de la experiencia latina, especialmente durante el mes de la herencia latina—la latinidad, un mes que típicamente se celebra entre el 15 de septiembre y el 15 de octubre. Cada año, este mes nos causa reflexión: Sin duda, estamos orgullosos de nuestra herencia, pero también resistimos el impulso social de limitar nuestra herencia a una sola identidad o a un solo mes del año.
Este año, nuestra celebración del mes de la herencia latina se tratará de recordar y afirmar quiénes somos más allá de cómo la sociedad desearía definirnos o limitarnos.
La latinidad, como producto de la colonización, nació de una historia de luchas; su primera revolución fue un intento continental de liberarse de un régimen imperial y religioso. Existe una historia en América Latina de la resistencia contra la subyugación y opresión. Gran parte de América Latina y sus naciones, siguen hoy día en la lucha contra la dictadura. Los mexicanos lucharon por la reforma agraria en 1910. Los cubanos durante el año 1959 resistieron la corrupción. Estos son solo algunos ejemplos de nuestra historia diversa de lo que significa ser latino o latina.
Al buscar la liberación, muchos países de América Latina encontraron el nacionalismo. A pesar del aumento en el orgullo de la patria, existen importantes diferencias entre individuos, incluso dentro de cada país. Los países latinoamericanos, al igual que los Estados Unidos, tienen raíces indígenas, negras y blancas. A pesar de estas diferencias raciales, el término «latino» fue creado y utilizado como en el censo durante la década de 1970 con el objetivo de aumentar la representación gubernamental; en ese momento las personas mexicano-estadounidenses, puertorriqueñas y cubano-estadounidenses se contaban junto con las personas italianas e irlandesas.
Este movimiento político ha dejado un legado conflictivo. En muchos documentos, se nos pide que seleccionemos un grupo étnico; «¿Eres latino/a o hispano/a?» Y luego una raza: «Blanca, Negra, Indígena, Mixta.» Estas selecciones singulares son incompletas; no capturan nuestra diversidad, ni la belleza y riqueza de nuestra gente. No nombra a las raíces de nuestra música y danza. Olvida a las personas negras escalvizadas en las plantaciones de tabaco y caña en Cuba, en la República Dominicana y en otros países. Tampoco respeta la historia de los imperios indígenas desde donde florecieron nuestra cultura, arquitectura y arte. «Latino» es un término homogéneo que se aplica a una comunidad heterogénea, sin tener en cuenta nuestra interseccionalidad.
Nuestra identidad se ha visto reducida por una palabra, pero es precisamente nuestra diversidad—nuestras diferencias—que hará que este país vuelva a unirse. Los latinos están simultáneamente prosperando y luchando. Hay disparidades de salud, económicas y educativas que afectan a algunos de nuestra comunidad de distintas formas. Nuestra latinidad, nuestra diversidad, nos coloca en una única plataforma de poder; el poder de pedir más de nuestro gobierno y pedir más de nuestra comunidad.
Debemos apoyar a Breonna Taylor y al movimiento Black Lives Matter (en español «Las vidas de las personas negras son importantes»), porque nosotros también somos negros.
Debemos apoyar a las mujeres que han sido esterilizadas contra su voluntad, porque también somos mujeres.
Debemos apoyar a los inmigrantes y los beneficiarios de DACA, porque también somos inmigrantes.
Queremos dejar claro que debemos apoyar a estos grupos, no solo porque, entre nosotros, compartimos sus identidades, sino también porque es lo correcto. Luchar por algunos de nosotros es luchar por todos los latinos, y al fin de cuentas, por todos los seres humanos. Este noviembre será para nuestro país una lucha. Para los que podemos votar, el hecho de votar es un acto de resistencia contra quienes desean oprimirnos; es un acto de celebración y gratitud por nuestros antepasados que nos marcaron el camino y un acto de empoderamiento para nuestros hijos que lo recorrerán después. Este año, para el mes de la herencia latina, es hora de volver a aprender a resistir.
Itzel López Hinojosa es estudiante de medicina en su tercer año en University of Chicago Pritzker School of Medicine.
José Alberto Figueroa es estudiante pre-médico e interno en la Organización Médica por el Progreso Latino (MOLA, por sus siglas en inglés).
Pilar Ortega, MD, es médica de urgencias críada en la Florida. Actualmente es profesora clínica asistente de educación médica en University of Illinois College of Medicine in Chicago y fundadora e presidenta anterior inmediata de MOLA.
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