En los próximos años, la región Latinoamericana experimentará un cambio poblacional significativo. La relevancia de la transición demográfica de Latinoamérica va de la mano con la caída de la tasa de fecundidad y la esperanza de vida. Los expertos buscan prevenir los posibles impactos negativos de estos problemas para encontrar la solución efectiva y de igual manera aprovechar los aspectos positivos que tiene este fenómeno para el modelo económico. La transición no debe ser vista como algo negativo pues es el avance natural de la vida, es algo inevitable. Es un fenómeno que se observó en Europa y Japón. Ahora llegó nuestro momento.
La tendencia es que cada vez tenemos menos hijos y más años de vida. Hemos pasado de tener 5 hijos por mujer desde 1970 a 2 para 2021. A esto hay que agregarle el incremento de la expectativa de vida, pasamos de 59-60 años a 75 actualmente. Desde 1970, la densidad poblacional de Latinoamérica aumentó en un 128% hasta el 2020. Se estima que en las próximas 4 décadas el incremento sea de 17% y para el año 2100 de -11%. Un ritmo claramente descendente.
Se puede observar la heterogeneidad en la que se encuentra el continente, aunque existe una convergencia hacia un régimen demográfico similar para todos. Un ejemplo claro de esto son Cuba y Guatemala, que están más atrasados en el proceso uno del otro. En la actualidad en Cuba, la población de 65 años supera a la población menor a 14 años. En Guatemala, se estima que este fenómeno ocurrirá dentro de 50 años.
La estructura por edad es cambiante. Dejaremos de ser una sociedad joven para ser una población adulta y luego una población envejecida para el año 2053. La productividad y el empleo se verían afectadas, debido a los cambios de estructuras de edad, una transición negativa directa. Personas sin ingresos que consumen bienes. Esto tendrá un fuerte impacto en términos económicos, mayormente en el PIB per cápita de las naciones. Por otro lado, podría tener un impacto positivo en las mujeres y su participación en el mercado laboral. Si baja la tasa de fecundidad, habría menos hijos por mujer así como más capacidad y recursos económicos para invertir en el capital individual, dependiendo del contexto económico.
Existen desafíos importantes en los sistemas de salud. Entre ellos, las desigualdades acumuladas en América Latina, de personas que llegan con ahorros casi nulos y con graves problemas de salud debido a las paupérrimas condiciones laborales de las sociedades. Mujeres con muy bajos niveles de ahorro, las cuales no cuentan con manutención alguna como consecuencia de los cambios familiares. Por culpa de la informalidad laboral y la falta de precaución de mecanismos de protección social en latinoamérica, corremos el riesgo de envejecer en condiciones de pobreza. América Latina y el Caribe son regiones en las cuales la mayoría de la población no recibe ningún tipo de pensión por vejez y quienes tienen la suerte de recibirla, la manejan por lo general en un escenario de pobreza.
La solución es estructurar una acción adecuada, en base a la planificación para el desarrollo sostenible de la economías de la región. Es decir, una reestructuración económica en base a la condición demográfica, mediante el impulso sostenido por la innovación y la adaptación al cambio tecnológico, junto a las mejoras de las condiciones en los puestos de trabajo. Debemos invertir en educación y en sistemas educativos para aumentar la participación laboral de calidad. Esto significa invertir en las poblaciones más jóvenes para hacerlas más efectivas y productivas, teniendo como resultado una contribución óptima en los esquemas económicos de los estados.
Otra arista del problema es la necesidad de invertir en los sistemas de salud para cuidar a los adultos mayores, tanto en instituciones públicas como en instituciones privadas, incluyendo la planificación y mejora de las pensiones de vejez. Si esto no mejora, tendrá un impacto muy negativo en la desigualdad social y en la proyección y calidad de vida de los adultos mayores. Los gobiernos deberían planificar a largo plazo, tomando en cuenta el impacto del Covid y futuras pandemias. El gasto público social se incrementaría, pero habría una transferencia de gastos que actualmente se usan para la población más joven, tales como la educación. Una reestructuración en base al cambio poblacional podría generar un escenario óptimo para la población mayor, tanto en condiciones de salud como de producción y beneficios laborales. Es decir, trabajan más tiempo y de manera más eficiente, aportando de manera positiva al crecimiento económico. Un ejemplo de este cambio de formato es el aumento de la edad mínima de retiro, los fondos de pensiones y el reparto tributario.
Siendo la primera vez que Latinoamérica tiene una transición demográfica similar a la aquí descrita, se anuncia una situación compleja. Sin embargo, de la misma manera que hay obstáculos en el desarrollo de la región, esto también trae consigo una gran oportunidad comercial para aquellos emprendedores con visión a largo plazo. Desarrollando nuevos negocios en los sectores de finanzas, salud, atención a los ancianos, vivienda, transporte, educación, entretenimiento, digitalización y distintos sectores que todavía no han comenzado a desarrollarse. Es momento de adaptarnos y sacar el mayor beneficio de esta particular coyuntura.
- UNFPA en Uruguay, UNFPA. “Desafíos y Oportunidades del Envejecimiento Poblacional en América Latina y el Caribe.” YouTube, 24 June 2021, www.youtube.com/watch?v=uyuiOfnZ-bQ.