Recientes estudios sobre xenofobia arrojan conclusiones alarmantes: las mujeres son objeto de ataques xenófobos con mayor frecuencia que sus pares masculinos en Estados Unidos. Y algo aún más inquietante, es que el patrón se repite en las distintas etnicidades estudiadas.
La mujer latina luce doblemente maltratada, en sus naciones de origen y luego en la de destino, donde esperaba encontrar paz. Musulmanas y asiático-americanas comparten similar destino en suelo esatdounidense, lo cual confirma e patrón xenófobo.
¿Cuáles son las causas? ¿Cómo se puede romper ese círculo de dolor?
La dura historia de las latinas
Irene de Barraicua, directora de operaciones de la organización Líderes Campesinas, alerta que “Las mujeres latinas incluso son discriminadas en los países de donde vienen. Han sufrido el odio de sus parejas, han sido explotadas en sus trabajos, han padecido el tráfico sexual. Por eso vinieron a Estados Unidos, a buscar refugio”.
Pero agrega que aquí también han sido objeto de tráfico sexual. “Intentan sobrevivir, tratar de sacar adelante a una familia; pero son vulnerables y vuelven a sufrir explotación en su lugar de trabajo”. Las mujeres latinas incluso tienen miedo a las deportaciones como manera de consumar alguna venganza.
El Movimiento de Mujeres Campesinas empezó en los 80 en Coachella (California), con un grupo de mexicanas decididas a enfrentar la discriminación y la explotación en sus lugares de trabajo.
“Incluso los movimientos de trabajadores agrícolas en EE. UU. discriminaban a sus propias mujeres”, relata la vocera. “Eran sexualizadas y marginalizadas. El fundador Treviño Sauceda las excluyó”.
En la organización Líderes Campesinas funcionan actualmente como un sistema de apoyo para mujeres que sufren violencia doméstica, acoso y ataques sexuales. “Es la esclavitud moderna”, dice ella.
Irene de Barraicua asevera que “Durante la administración anterior vimos un aumento de la discriminación contra los latinos. En mi vecindario, una mujer que vendía comida fue atacada, derribaron su carrito”.
Para empeorar el panorama, muchas mujeres que viven en la pobreza fueron las primeras en ser despedidas cuando empezaron los problemas económicos de la pandemia. Y especialmente echaron a las mujeres mayores, porque los empleadores prefieren a hombres jóvenes. Adicionalmente, estas mujeres no tienen manera de acceder a ayuda legal.
Asiático-americanos, una vieja historia
Helen Zia es activista, autora y periodista de la comunidad asiático-americana y de las islas del Pacifico, AAPI. Denuncia que en los últimos 2 años los asiático-americanos han visto un maremoto de incidentes de odio, “intensificado por el expresidente anterior”, según ella. “En stopaapihate.org tenemos más de 9 mil casos documentados. Invitamos a denunciar allí, es un sitio que ha logrado un alto número de denuncias porque genera confianza”, aconseja.
También se repite el patrón de mayores ataques hacia la población femenina. 66% de esos ataques fueron contra mujeres, chicas jóvenes e incluso niñas de 6 a 12 años. Y se presume que hay un sub-conteo al respecto.
La autora relata que todos los ataques se basan en la idea de un invasor foráneo. Para ella, el “Make America Great Again” hace que se piense que las comunidades de color en ciudadanos de segunda. También “Se percibe a las mujeres como gente sin importancia”.
Para Zia, están enfrentando un desafío múltiple. “Es probable que las mujeres no reporten, porque se les hace sentir avergonzadas, se les inculpa, incluso se les estigmatiza dentro de su propia comunidad”.
Explica que muchas son cabeza de familia y no tienen tiempo de ir a reportar a una oficina gubernamental donde saben que no encontrarán solución.
La vocera aporta que en 1980 se comenzó a llevar el conteo de ataques a asiático-americanos y llamó la atención por qué no aparecían mujeres. Se investigó y se comenzaron a encontrar.
Previene que días como el 4 de julio o el aniversario del ataque a Pearl Harbor son especialmente peligrosos para las mujeres asiáticas, algunas de quienes son atacadas ese día. según ella, se han reportado violaciones e incluso linchamientos.
Denuncia que una fraternidad en un college de Ohio hizo lo que llamaron un desafío étnico sexual, llamando a violar mujeres de diversas etnias. Pero cree que las abusadas no se toman en serio, ya que no son contadas de la misma manera que sus pares estadounidenses blancas.
Temen que las tensiones entre Estados Unidos y China escalen y terminen por complicar la vida a los asiático-americanos en el país. “Se tiende a echarnos la culpa”, sentencia.
El drama de las mujeres musulmanas
Elsadig Elsheikh es Director del Programa de Justicia Global del Othering & Belonging
Institute de la Universidad de California en Berkeley. Dice que la población musulmana en Estados Unidos suma unos tres millones de personas.
Esto es aproximadamente un 1% de los habitantes de la nación. “Esta proporción tan pequeña parece ser la culpable de todo y se le margina”.
El programa realizó un Informe sobre islamofobia. Aseguran que es el primer estudio de alcance nacional en el cual se le pregunta a los musulmanes estadounidenses cómo les afecta este tema. 1.123 personas participaron en los 50 estados.
Dice que por primera vez se consulta a los musulmanes, ya que las encuestas al respecto preguntan a la población en general qué piensan sobre este grupo; pero es la primera vez que se les permite hablar a ellos, “que han estado aquí desde el inicio del país”.
El académico revela que “Investigadores piensan que al menos 20% de los esclavos eran musulmanes”.
En el estudio mencionado, 79,2% de los musulmanes dicen que la islamofobia los hace desistir de iniciar relaciones sociales con personas que no sean de su comunidad. Pero al separar las respuestas por sexo, en las mujeres esta conducta asciende hasta un 82%, contra un 76,4% de los hombres.
Autocensura y miedo
Elsheikh considera que la tragedia del 11 de septiembre amplifica el problema, “que también es alimentado por el racismo en general”. Además, afirma que los demagogos y supremacistas blancos lo usan como una herramienta política. “Eso se pudo ver en las elecciones de 2016; pero esa estructura existía desde antes”.
Siguiendo con el estudio, el 32,9% de los musulmanes intentan ocultar su identidad religiosa; pero la cifra sube a 34,9% entre las mujeres. Como datos adicionales, alcanza hasta 40,1% entre los nacidos en EE.UU. y llega a 44,6% cuando se trata de los más jóvenes, entre 18 y 29 años.
Además, uno entre cada 8 musulmanes practica la autocensura en expresión de su pensamiento o acciones, número que sube a una entre cada 9 en las mujeres.
Basima Sisemore, por su parte, es investigadora en el mismo programa. También explica que, aunque el estudio no fue dirigido a recabar específicamente las agresiones a mujeres, sí las contiene. “La mayoría de ellas la pasa muy mal con eso”.
Más de la mitad de los musulmanes en EE. UU. han experimentado islamofobia. Sin embargo, los números en las mujeres ascienden hasta 76,7%, mientras los hombres llegan a 58,6%. Un 59,6% de las mujeres y un 51,3% de los hombres no reportan los ataques.
La islamofobia afecta el bienestar emocional y mental de 41,3% de las mujeres contra 37% de los hombres.
Alerta que la islamofobia se ha institucionalizado estructuralmente en Estados Unidos. Puede ser llevada a cabo por individuos, pero también a través de medidas estatales y federales, como prohibiciones de viajes.
La autora llama la atención sobre lo que ella llama el “Imperialismo Feminista”, el cual supone que las mujeres de esa cultura necesitan ser salvadas de una sociedad opresora y machista. “En realidad no es así”, afirma.
Aconseja que se debe resaltar la cultura musulmana y el papel integral de las mujeres en su sociedad.
“Tenemos que hacer que las mujeres hablen, que expongan sus logros en la sociedad, que se eduque sobre el islamismo” concluye.