Innovación en educación ¿un desafío para LATAM?

Dra. Sandra Berta explica cómo en Latinoamérica los indicadores socioeconómicos han empeorado en los últimos años, entre ellos la educación. Afirma que la tecnología e innovación será el principal motor para la mejoría de aspectos vitales e importantes para los seres humanos.

Después de casi dos años de pandemia, prácticamente todos los indicadores socioeconómicos de América Latina han experimentado algún tipo de retroceso. La educación no fue la excepción, con números realmente alarmantes, esta situación nos lleva a plantear un nuevo desafío: innovar para ofrecer una educación de calidad y adecuada a los tiempos que corren.

La escolaridad virtual supuso un gran desafío para padres, profesores, escuelas y sistemas educativos, que, en su mayoría, no estaban preparados para un cambio tan rápido y radical en la cultura tradicional del aprendizaje, que se basaba principalmente en la enseñanza presencial. Situaciones como las que nos tocó atravesar, pone de manifiesto que es momento de dar un salto, la pregunta es cómo lo hacemos.

Cuando hablamos de innovación nos referimos a mejorar lo que ya existe. Suena sencillo, ¿no? Pero para que esta revolución, en este caso educativa, suceda necesita de una estrategia planificada y contar con la participación de gobiernos, docentes, familias y estudiantes. Todos y cada uno de los agentes involucrados serán fundamentales para derribar paradigmas y buscar avances en las estructuras de educación que ya quedaron obsoletas.

La innovación es una de las principales fuentes de crecimiento, y a lo largo de la historia del mundo, junto a la educación, ha sido una de las grandes influenciadoras de cambios. Los países desarrollados llevan ya varios años trabajando bajo esta premisa y la utilizan como promotora del conocimiento y la cultura. 

Hoy, es una necesidad hablar de innovación educativa, no solo para el desarrollo de competencias y mejorar el proceso enseñanza-aprendizaje, sino también para que el estudiante desarrolle un aprendizaje que le permita reflexionar, y estimule su lado crítico y analítico. 

Los docentes jugarán el rol más importante en este camino. Tendrán sobre sus hombros la construcción de nuevas ideas en el proceso de enseñanza-aprendizaje, planificación, evaluación, procesos didácticos, recursos educativos, intervención educativa, procesos académicos, educación inclusiva, entre otras tareas. Para ello, necesitarán formación y capacitaciones, y tener voz sobre lo que consideren relevante transmitir en las aulas.

La principal causa del retraso de los sistemas educativos de la región durante la pandemia fue la brecha digital. Según datos del Banco de Desarrollo de América Latina, la pandemia afectó a más de 160 millones de estudiantes.

A diferencia de los países del norte de Europa, líderes mundiales en calidad educativa, la región no había integrado herramientas digitales en el día a día, ni había docentes capacitados para integrar plataformas en línea en los procesos de enseñanza. Por otra parte, en muchos casos las familias no contaban con dispositivos para asegurar la continuidad de la enseñanza de sus hijos. Un claro ejemplo de la falta de innovación al momento de pensar la educación.

El objetivo, a partir de este momento, debe ser construir sistemas educativos más inclusivos, eficaces y resilientes. Además de trabajar en mejoras sustanciales para adaptar los sistemas educativos a las necesidades presentes y futuras.

Junto a aspectos como tecnología, pedagogía, capacitación, procesos planificados y actores como docentes y entes gubernamentales, la innovación será el principal motor para comenzar a incorporar cambios que trabajen sobre aspectos tan vitales e importantes que tenemos los seres humanos como son el conocimiento y el saber.