Programas de recolección de desechos electrónicos, reciclaje de plásticos, siembra de árboles, tratamiento de aguas, promoción del uso de fundas biodegradables y la elaboración de productos con menos materiales contaminantes. Estas son parte de las iniciativas que algunas empresas ejecutan en el ámbito de su gestión de Responsabilidad Social Corporativa (RSC) en Ecuador.
La adopción de este tipo de prácticas ha tomado impulso en Ecuador en los últimos años, sin embargo, su desarrollo, según especialistas, aún es lento frente a otros países.
Un estudio de la consultora Deloitte refiere que si bien en Ecuador las empresas destacan la importancia que tienen las acciones de sostenibilidad dentro de los negocios, no todas están desarrollando una labor dentro de ese marco.
De hecho, una muestra que recogió esta firma entre 94 compañías de Quito y Guayaquil reveló que solo 53% tenía planes ligados a RSC, un 25% adujo que estaba en proceso de gestionarlo y un 22% dijo que no ha implementado iniciativas al respecto.
Dentro de los grupos de interés a los que van dirigidos los planes de responsabilidad corporativa, el medio ambiente apareció en cuarta posición, detrás del personal de la empresa y el público en general.
Pero ¿cómo identifican los ejecutivos la responsabilidad corporativa? Un 34% contestó a Deloitte que la conciben como una retribución a la comunidad donde se desarrolla la empresa, mientras que un 30% piensa que es un compromiso adquirido con los stakeholders (grupos de interés de la empresa) para generar mayor credibilidad y confianza.
Apenas un 14% habla de la RSC como una estrategia corporativa de negocios o cultura empresarial, que permite un cumplimiento de los objetivos en forma sostenible.
Alejandro Cañarte, gerente de estudios ambientales de la consultora Sambito, refiere que las multinacionales y empresas grandes en Ecuador son las que están más involucradas en iniciativas medioambientales frente a las pequeñas y medianas empresas (pymes).
El especialista manifiesta que las pymes aún no están del todo vinculadas a este tipo de acciones debido a que algunas se encuentran enfocadas en atender aspectos de otras áreas de la empresa o no poseen los recursos suficientes para financiar planes en esta materia.
Incluso, algunas pequeñas empresas tienen dificultades para acoplarse al marco ambiental vigente.
Para Jimmy Andrade, director ejecutivo del Consejo Empresarial para el Desarrollo Sostenible del Ecuador, la clave para el desarrollo de la responsabilidad social corporativa, en la que se pueden incluir iniciativas ambientales, no está en que las empresas desplieguen programas aislados, sino que estructuren una estrategia integral propia.
“El primer paso es que (las empresas) tomen la decisión de hacerlo. Luego se debería hacer un análisis de la cadena de valor y allí comenzar a identificar oportunidades de desarrollar iniciativas y comenzar a estructurar una agenda”, afirma Andrade, quien agrega que la responsabilidad social genera un valor al negocio.
A nivel mundial, la tendencia es que los clientes, inversores y accionistas, escruten cada vez más las actividades empresariales y elijan sus servicios o productos basándose en criterios sociales y ambientales. Esto se ve más en países desarrollados.
“La antigua idea de que las empresas solo tienen que cumplir con las leyes y normas relacionadas con la legislación laboral o medioambiental, no es suficiente ante los ojos del público”, refiere el estudio de Deloitte.
La abogada y especialista en Derecho Ambiental, Inés Manzano, considera que las empresas deben tener un cambio administrativo en el tema ambiental y que no sea solo por la aceptación del público, “sino que haya un cambio real… Hay empresas que tienen programas de responsabilidad ambiental que son infinitamente inferiores a la publicidad que hacen para dar a conocer eso, y eso pasa en Ecuador”.
Fuente: El Universo