Hace décadas que la región de América Latina y el Caribe atraviesa una crisis en materia educativa que no escapa a los estudios y cifras que arrojan las investigaciones internacionales y pruebas estandarizadas. Si bien la necesidad de cambiar el rumbo y los esfuerzos para promover una reforma educativa cada vez toma más adeptos, aún no se logra plasmar con acciones concretas y los buenos resultados parecen más lejos que cerca.
Hay algo que es claro y evidente, las acciones aisladas y esporádicas nunca llevan a buen puerto, y es por eso que para cambiar el rumbo resulta clave el trabajo en red. En este sentido, organismos y actores de la sociedad deben involucrarse y establecer lazos para dar lugar a los cambios que demanda la comunidad educativa. En definitiva, cuando se unifican los esfuerzos, los resultados llegan.
Un buen ejemplo de este tipo de prácticas conjuntas se ve reflejado en el trabajo que realiza la Red para la Lectoescritura Inicial de Centroamérica y el Caribe (RedLEI). Una iniciativa regional que desde 2018 produce, comunica y promueve el uso de la investigación en torno a la lectoescritura, y brinda evidencia a tomadores de decisiones y formuladores de políticas públicas. Para alcanzar estos resultados han armado una red de Universidades de todos los países de Centroamérica, tal vez la primera en la región, junto con organizaciones de la sociedad civil. Recientemente, la RedLEI ha arribado a 4 años de trabajo regional, el cual ha implicado desarrollo de capacidades regionales, diálogo político con distintos actores, investigación y comunicación de los hallazgos a distintas audiencias.
Hace unas semanas, esta Red publicó su informe “Lectura inicial en crisis: un llamado a la acción”. tan duro como realista el cual debería quitarnos la venda de los ojos. A partir de la evaluación de 160.000 estudiantes latinoamericanos de tercer y sexto grado en lenguaje, matemáticas y ciencia, se conoció que en promedio el 40% de los estudiantes de tercer grado y el 60% de sexto grado de primaria no alcanzan el nivel mínimo de competencias fundamentales en Lectura y Matemática.
Ahora bien, me pregunto ¿cómo amplificamos el impacto de estas redes en la región?, ¿Por qué si existen redes que con mucha rigurosidad y compromiso llevan adelante investigaciones serias, que aportan datos e información cualitativa para poder cambiar la realidad, no se llevan adelante acciones concretas?, ¿Qué hace falta para poder incidir positivamente en el aprendizaje de los chicos y vincularlos con una educación acorde a los tiempos que corren? ¿Qué se necesita para insertarlos en un nuevo paradigma donde la tecnología sea parte de la solución y no el problema; donde el trabajo, la cultura y los empleos de hoy sean parte del trayecto formativo de los niños; donde se generen motivaciones para evitar el abandono y sobre todo, donde se jerarquice a los docentes, actores claves en el proceso de cambio y la educación de las futuras generaciones?
Es ineludible trabajar sobre investigaciones y los estados de situación de cada uno de los países de la región, y es igual de urgente que sobre ello se realicen esfuerzos compartidos para que toda esa información no quede en un mero documento con datos y se materialice en propuestas y acciones concretas.
Hoy, nuevamente, tenemos un escenario propicio para que gobiernos, ONG ́s, universidades y organismos multilaterales, trabajen por el futuro de millones de niños y adolescentes. Sumado a ello, existe abundante información y sobre todo ideas innovadoras para poder tomar decisiones y rumbos acertados. Poner a la educación nuevamente en agenda de discusión, resolver los problemas que paralizan la acción y modificar los sistemas educativos con objetivos concretos es imperioso.