Cuando hablamos o escuchamos hablar de innovación, por lo general asociamos al tema a la tecnología y eventualmente a las tecnologías digitales. Con mucha frecuencia el tema se ve como algo etéreo y sofisticado, solo para las grandes empresas o las personas con conocimientos técnicos avanzados. Ese mismo mensaje se ha visto desde el gobierno, cuando dice que va a apoyar a los emprendimientos innovadores y crea fondos de Ciencia y Tecnología para ello. En el mismo mensaje lleva implícito el concepto de que la innovación está indefectiblemente amarrada a la tecnología. Y no es cierto.
Desde hace algún tiempo he empezado a trabajar en un proyecto que busca llevar innovación a empresarios fundamentalmente de micros y pequeñas empresas (y algunas medianas). Parece inviable, pero no lo es. Cuando hablamos de innovación, tenemos que tener en cuenta varios conceptos asociados:
(i) la innovación en el producto, generalmente asociada a cambios en el mismo que pueden implicar desarrollos tecnológicos (o no).
Por ejemplo, un nuevo empaque, o diferentes tamaños de la presentación, no suponen necesariamente cambios tecnológicos radicales. Veamos algo más sencillo aun. Una piña, producto de exportación. En el supermercado cuesta alrededor de 500 colones. En el mismo supermercado usted encuentra una piña pelada y rebanada en una bolsa plástica con ziplock (cierrafácil) a 1700 colones. Ahí hay una innovación que triplica su precio sin implicar desarrollos tecnológicos radicales.
(ii) la innovación en procesos, o forma de hacer.
El cambiar la forma de hacer las cosas por otra más eficiente reduce costos. En el campo vi como un agricultor sembraba el frijol agachándose para hacer el hoyo y luego poner la semilla. En otro lugar vi un pequeño aparato de madera y metal con el que, sin agacharse, hacía el hoyo y caía la semilla. Al menos el doble de rápido.
(iii) innovación en modelos de gestión; supone que por ejemplo, la forma de vender es diferente. Como cuando pasamos de vender un bien directamente en el negocio a venderlo a través de Internet.
LOS DETALLES: la innovación está en los detalles.
Hace unos días andaba en la zona norte impartiendo unos talleres y un empresario señaló un hecho muy común pero que pasa inadvertido casi entre las personas. El se refería a la mala calidad de los acabados, a la forma poco prolija de fijarse en los detalles. Paredes mal pintadas, o mal revestidas, llaves de agua puestas al revés (fría en donde debe ir la caliente), etc., son simples ejemplos de ello. Y esa poca prolijidad nos hace perder competitividad.
No es solo hacer una rica comida, sino también presentarla bien yen un plato bonito. Todo es parte del producto, no solo la comida. Y si una parte de la cadena asociada no funciona bien, entonces el producto no es excelente, y por tanto no se paga como un producto excelente. Lo mejor de todo es que no supone grandes costos pero si un gran cuidado. En reparar en los detalles puede ser la clave en la innovación en los pequeños negocios. No pensar en hacer las cosas bien, sino en hacerlas perfectas.
Emilio Zeballos | Pymescopio