Sheinbaum y México: ¿un modelo diplomático para negociar con Trump?

Frente al vendaval de presiones de la nueva Casa Blanca, México, bajo el liderazgo de Claudia Sheinbaum, responde con astucia, firmeza y una estrategia que privilegia el diálogo sin ceder soberanía

La táctica preferida de Donald Trump en sus relaciones con la mayoría de los países ha sido la “diplomacia coercitiva”, basada en amenazas de represalias si no se acatan sus exigencias. No obstante, México ha representado una excepción. Su presidenta, Claudia Sheinbaum, ha adoptado una postura de serenidad, negociando de manera directa con Trump y su equipo en distintos niveles.

Fuente: Presidencia de México

Sheinbaum ha adoptado un “tercer camino” —ni confrontación ni rendición—, lo que le ha permitido obtener demoras y excepciones en la imposición de aranceles estadounidenses. Incluso ha ganado elogios de Trump, quien la ha llamado una “mujer maravillosa”, algo poco común dada su tendencia a insultar a otros líderes.

Un panel de expertos analizó por qué y cómo Sheinbaum ha logrado mantener abiertos los canales de comunicación con Trump, y qué está en juego para ambos países.

Llevando la herencia un paso más allá

David Ayón es investigador senior en el Centro Leavy para el Estudio de Los Ángeles de la Universidad Loyola Marymount. Ha sido dos veces investigador visitante en el Centro de Estudios México-Estados Unidos y explica que para entender la situación actual, hay que remontarse al último año del gobierno de Enrique Peña Nieto.

Recuerda que, desde 2015 –cuando Trump era candidato– ya atacaba al TLCAN o NAFTA, que en español es el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, conocido en inglés como NAFTA: North American Free Trade Agreement. Para aquel tiempo, ya lo calificaba como “el peor acuerdo jamás firmado”, lo que amenazaba el modelo económico central de México.

La respuesta de Peña Nieto fue invitar a Trump a México en 2016, ayudándolo a proyectarse como un líder serio, lo que Ayón describe como una estrategia de apaciguamiento. Esta política continuó con Andrés Manuel López Obrador, quien antes de asumir la presidencia impulsó la conclusión del nuevo tratado comercial USMCA.

Sheinbaum hereda una relación basada en esa estrategia: evitar confrontar a Trump directamente, mantener la estabilidad y proteger la economía mexicana. Aunque no se conocen los detalles exactos de sus llamadas o reuniones, parece que Sheinbaum ha dejado claro a Trump que ambos gobiernos tienen interés en mantener la estabilidad.

México ha tenido suerte: la pandemia de COVID-19, el impulso del “nearshoring” (traslado de manufactura más cerca de EE. UU.) y la inversión en infraestructura como el puerto de Manzanillo, han reforzado su posición. A pesar de las amenazas arancelarias y las dificultades en la frontera, México ha mantenido la continuidad de su modelo económico globalizado.

En resumen, tres administraciones mexicanas han optado por una política de apaciguamiento hacia Trump para proteger la inversión extranjera y el valor del peso, adaptándose a un entorno cambiante sin renunciar a su apertura comercial.

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Una relación fortalecida por el interés común

Para Luis Alvarado, estratega político republicano radicado en Los Ángeles, la actual relación entre Trump y la presidenta de México no solo es estable, sino estratégicamente más fuerte de lo que muchos imaginan. Alvarado explicó en el conversatorio cómo esta dinámica ha evolucionado en los últimos meses, desafiando las expectativas de conflicto.

Desde su perspectiva, es importante recordar que esta es la primera vez que Sheinbaum se enfrenta directamente a Trump como mandataria. Durante la salida de López Obrador, surgieron cuestionamientos sobre su relación con la familia Trump, especialmente después de otorgarle a Jared Kushner el Águila Azteca, el máximo honor de México. Este gesto, en palabras de Alvarado, reconocía la importancia crucial de la relación económica entre ambos países.

Hoy, esa relación comercial es más fuerte que nunca, según Alvarado. “México ha desplazado a China como el principal socio comercial de Estados Unidos, un cambio que refleja el crecimiento económico y social del país”. Agrega que la dinámica migratoria ha cambiado radicalmente: mientras que antes eran principalmente mexicanos quienes cruzaban la frontera en busca de mejores oportunidades, ahora la mayoría de los migrantes provienen de Centro y Sudamérica. Esta transformación, señala Alvarado, ha contribuido a la estabilidad de México.

Otro punto central en su análisis es el papel de Wall Street. Tras las elecciones, figuras clave del mundo financiero estadounidense viajaron a Ciudad de México para asegurar la continuidad de las relaciones económicas. Para Trump, quien mide el éxito económico en buena medida a través de los indicadores de Wall Street, este respaldo es vital. Según Alvarado, “este fortalecimiento de los vínculos económicos es uno de los principales pilares de la cooperación actual”.

La estrategia es económica y mediática

Trump, “el presidente de los medios”, como lo describe Alvarado, maneja la percepción pública como un recurso de poder. Sheinbaum y su equipo, conscientes de esta dinámica, han evitado caer en provocaciones, manteniendo una postura firme y estratégica. A diferencia de Canadá, donde algunas regiones respondieron con retórica hostil a Trump, México ha optado por un enfoque diplomático que, lejos de debilitar su posición, ha consolidado la relación bilateral.

Ambos gobiernos, explica Alvarado, están impulsando profundas reformas internas para enfrentar los retos de la globalización. Aunque en público puedan parecer tensos o distantes, en privado entienden que mantener su alianza es vital. “Han encontrado la manera de trabajar al mismo tiempo sin sonar hipócritas frente a sus propias bases políticas”, subraya.

Al responder a una pregunta de Araceli Martínez, periodista de “La Opinión”, sobre el riesgo de una posible ruptura en la relación, Alvarado fue enfático: ve todo lo contrario. Asegura que el vínculo entre ambos líderes se ha fortalecido gracias a su historia de colaboración, especialmente porque Sheinbaum ya participaba en negociaciones bilaterales importantes desde su gestión como jefa de Gobierno de Ciudad de México.

Aunque en la arena mediática pueda parecer que hay tensiones, lo que sucede en las verdaderas negociaciones es otra historia. En palabras de Alvarado, “cuando se sientan a hacer negocios serios, logran representar con fuerza a sus respectivas administraciones”.

Para Luis Alvarado, el futuro inmediato de la relación entre Estados Unidos y México bajo Trump y Sheinbaum no solo es estable: es estratégica, pragmática y fundamental para el éxito político de ambos países.

La importancia de Texas

Además, Rubin subrayó el papel fundamental de Texas, que representa un tercio del comercio bilateral, en la estrategia económica y de seguridad. “No podemos olvidar que Texas tiene una importancia crítica y geopolítica en la relación”, concluyó.

Ambos expertos coincidieron en que, aunque el panorama global está lleno de tensiones y riesgos, México se encuentra en una posición privilegiada para fortalecer su alianza estratégica con Estados Unidos. Sin embargo, el éxito dependerá de mantener la prudencia política interna y de gestionar con inteligencia los desafíos globales.

El futuro

Alberto Díaz-Cayeros, profesor del Freeman Spogli Institute y exdirector del Centro de Estudios Latinoamericanos de Stanford, abrió su intervención subrayando un aspecto poco mencionado en los medios: el uso estratégico de los aranceles. Para él, no se trata simplemente de coerción económica, sino de una táctica geopolítica más amplia. “Lo que Trump está tratando de lograr con muchas de las políticas arancelarias no tiene tanto que ver con el comercio en sí, sino con cómo Estados Unidos encontrará su nuevo lugar en el mundo y sus esferas de influencia”, explicó.

Inspirándose en el trabajo del economista Albert Hirschman de 1945, Díaz-Cayeros recordó cómo los aranceles fueron utilizados en Europa entre guerras para construir alianzas estratégicas. “Si no pensamos en ello en esos términos, estamos perdiendo de vista lo que Trump está tratando de lograr”, advirtió.

En este nuevo orden, México parece estar bien posicionado, pues podría terminar beneficiándose de un trato preferencial que no se extendería a otros países.

El profesor también dedicó tiempo a analizar el liderazgo de la presidenta Sheinbaum. Desmintió la percepción de que Sheinbaum era simplemente una extensión de Andrés Manuel López Obrador. “Ella es su propia persona”, afirmó. Díaz-Cayeros destacó su temple frío y su impresionante formación académica —es miembro del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático, ganador del Premio Nobel de la Paz— aunque ella raramente utiliza este logro en su discurso público. “Tiene habilidades políticas que incluso su antecesor, AMLO, no tenía. Claudia puede jugar en el escenario mundial”, subrayó.

Finalmente, Díaz-Cayeros advirtió sobre los riesgos de un poder excesivo. La actual supermayoría del partido Morena podría, según él, convertirse en el “talón de Aquiles” de Sheinbaum. “Cuando los gobiernos tienen supermayorías, empiezan a jugar con los tribunales. Eso relaja los controles y equilibrios”, alertó. Con más del 80% de popularidad, Sheinbaum enfrenta la tentación peligrosa de actuar sin suficiente contrapeso político.

Por su parte, Larry Rubin, presidente de la American Society of México, resaltó la solidez de la relación bilateral actual, especialmente en el terreno económico. “Los aranceles que se han implementado a nivel mundial no tienen mucho impacto en México”, explicó. A pesar de las tensiones comerciales globales, el sector automotriz mexicano, por ejemplo, apenas se ve afectado, ya que “solo el 2% de los vehículos manufacturados en México para Estados Unidos no cumplen con los requisitos del T-MEC”.

Rubin enfatizó la importancia estratégica de México para Estados Unidos en tres áreas prioritarias para Donald Trump: el combate al fentanilo, la migración y la economía. “Probablemente ningún otro país juega un papel tan crucial como México”, aseguró. También recordó que más de 38 millones de mexicoamericanos viven en Estados Unidos —el 12% de la población—, y que 2 millones de estadounidenses residen en México, lo que refuerza los profundos lazos humanos y culturales entre ambos países.