Expertos legales, investigadores y defensores de derechos civiles analizan las consecuencias jurídicas, sociales y políticas de la medida impulsada por el presidente Donald Trump, que busca limitar quién puede obtener nacionalidad al nacer en territorio estadounidense
Una orden ejecutiva que busca restringir el derecho a la nacionalidad por nacimiento en Estados Unidos ha desatado un intenso debate legal y social. Abogados, académicos y activistas advierten que esta medida podría dejar a miles de niños sin país, debilitar derechos fundamentales y abrir la puerta a una redefinición peligrosa de quién pertenece realmente a la nación.
La Corte Suprema será clave para decidir el rumbo de esta batalla.
“¿Puede un presidente decidir, con un simple trazo de su marcador, quién es estadounidense?” Con esta pregunta comenzó la periodista Sunita Sarabji una conversación nacional organizada por American Community Media, que reunió a expertos legales, académicos y activistas para hablar sobre un tema que podría cambiar la vida de millones de personas: la ciudadanía por nacimiento.
Todo esto se da en el contexto de una orden ejecutiva firmada por el presidente Donald Trump que busca eliminar el derecho a la ciudadanía automática para algunos niños nacidos en Estados Unidos. Este derecho está protegido desde 1868 por la Enmienda 14 de la Constitución, pero hoy está siendo cuestionado y su futuro está en manos de la Corte Suprema.
¿Por qué importa tanto?
Martin Kim, de la organización Asian Americans Advancing Justice (AAJC), lo explicó así: “La idea de que la ciudadanía puede quitarse según el capricho de una sola persona debilita ese derecho para todos, no solo para quienes están directamente afectados”.
Kim recordó que este derecho ha sido atacado desde hace mucho tiempo por quienes promueven una visión excluyente del país. “Incluso antes de la Enmienda 14, los esclavistas ya querían limitar quién podía ser ciudadano”, afirmó.
Según Kim, esta orden ejecutiva se basa en una teoría legal “marginal”, y va en contra de más de un siglo de jurisprudencia que protege la ciudadanía por nacimiento. Además, advirtió que, si se aprueba, afectará principalmente a los hijos de personas indocumentadas o con visas temporales.
¿Qué pasaría si se elimina la ciudadanía por nacimiento?
Julia Gelatt, del Instituto de Políticas Migratorias (MPI), presentó un análisis que revela un resultado sorprendente: esta orden, en lugar de reducir la inmigración no autorizada, la aumentaría. “En 20 años habría 2.7 millones más de personas sin estatus legal, y en 50 años serían 5.4 millones”, explicó.
Gelatt también mencionó que cada año podrían nacer unos 255.000 bebés en EE. UU. sin ciudadanía ni estatus legal. “Eso significaría que crecerían sin acceso a ayudas públicas, sin poder estudiar con apoyo financiero, ni trabajar legalmente en el país”, dijo.
Y no solo eso. “Muchos podrían quedar completamente apátridas, dependiendo de las leyes de sus países de origen. Y para muchos, ni siquiera habría una forma clara de registrarse como ciudadanos en otro lugar”, alertó.
Una amenaza directa para las comunidades latinas
César Ruiz, abogado de LatinoJustice, dejó claro que esta orden afecta directamente a la comunidad latina. “Desde la campaña electoral, hemos visto un discurso que apunta directamente a los latinos, especialmente venezolanos y salvadoreños”, denunció.
Ruiz explicó que su organización presentó una demanda legal en Nueva York representando a dos mujeres embarazadas y a organizaciones comunitarias. “Esta orden es inconstitucional y está basada en la discriminación, no en la ley”, aseguró.
También advirtió sobre el impacto en la democracia: “Eliminar la ciudadanía por nacimiento podría reducir la representación política en zonas con gran población inmigrante, afectar el censo y hasta limitar el derecho al voto”.
¿Y todo esto de dónde viene?
El profesor Robert Chang, del Korematsu Center for Law and Equity, ofreció un recorrido por la historia del país. Recordó cómo, desde su fundación, EE. UU. ha restringido quién puede ser ciudadano. “Durante muchos años, solo los ‘hombres blancos libres’ podían naturalizarse”, contó.
Chang habló de casos históricos como el de Dred Scott en 1857, que negó la ciudadanía a los afroamericanos, y el de Wong Kim Ark en 1898, en el que la Corte Suprema confirmó que un niño nacido en EE. UU., hijo de padres chinos, sí era ciudadano. “Desde entonces han pasado 127 años sin que se cuestione este derecho”, afirmó.
Pero advirtió que, si la Corte aprueba esta orden ejecutiva, podrían abrirse las puertas a cosas peores, como quitar pasaportes o incluso revocar ciudadanías a personas que pensaban estar protegidas por la ley.
Reflexiones finales
Antes de cerrar, cada experto compartió lo que considera más importante que la gente entienda:
Julia Gelatt: “Eliminar la ciudadanía por nacimiento no reduciría la inmigración, la aumentaría. Y tendría efectos que durarían generaciones”.
César Ruiz: “Esto es un ataque a los valores de igualdad y justicia. No podemos permitir que el presidente tenga ese poder”.
Martin Kim: “Si dejamos que la ciudadanía dependa del presidente, la ponemos en peligro para todos”.
Profesor Chang: “Esto va mucho más allá de un documento legal. Se trata de quién puede ser parte de esta nación”.
La batalla legal continúa y aún no hay una decisión final. Pero lo que está claro es que el futuro de millones de personas y la esencia misma de la ciudadanía en EE. UU está en juego.