Sobre el escenario, dos actores. El animador del evento pregunta al público: “¿Qué creen que define a un innovador?” Los presentes gritan sus respuestas: “Impacientes, originales, curiosos, engreídos, divertidos, desinhibidos, no tienen miedo de errar en público y toman demasiada cafeína”. A partir de esos adjetivos, los actores de la empresa On your Feets improvisan una pequeña obra de teatro.
Semejante apuesta por la creatividad fue una de las iniciativas más celebradas del primer día del Foro Mundial de Innovación (WOBI por sus siglas en inglés) en Nueva York. Paneles, presentaciones y debates con un denominador común: de dónde viene la innovación.
On your feet afirma la improvisación teatral ayuda a innovar porque sirve para “eliminar los filtros mentales” que impiden la innovación (¿Haré el ridículo? ¿Me equivocaré? ¿Ganaré dinero?). Lanzándose sin red, dejando atrás lo que creíamos que sabíamos, es como realmente se prepara la mente para innovar, aseguran.
Otro caso de estudio en el foro consistió en que los asistentes debían escribir en un papel las tres cosas que más les gustan para después buscar un compañero y debatir con él una idea comercial que combine sus dos cosas favoritas. Así, en apenas unos minutos, se “fundan” empresas de helado para gatos o canoas que se refrigeran, entre otros delirios.
Michael Martin, director general de Vibram, explica cómo su empresa dio un cambio radical después de 70 años haciendo suelas para zapatos. Vibram es la productora de las zapatos deportivos con cinco dedos que se adaptan a la forma del pie. Asegura que un día uno de los socios se dijo que la naturaleza había querido que tuviésemos dedos. ¿Por qué no aprovechar ese avance de diseño? “Los consumidores son inteligentes y a la gente le encanta descubrir productos y compartirlos”, aseguró Martin. Y la gente empezó a comprar esos extraños zapatos sin casi publicidad, afirma.
Algunos de los ponentes rescataron ideas que forman parte del acervo cultural común para tratar de demostrar que aún se puede innovar con ellas. Rebecca Henderson asegura que el hecho de que los recursos naturales se acaben y que la tierra se esté contaminando puede ser una base de negocio futuro. “Podemos hacernos ricos haciendo lo correcto”, explica la investigadora de la Universidad de Harvard. Pone como ejemplo de empresas que no se adaptan a Kodak, que ha entrado en bancarrota; KMart, que en un momento clave consiguió subirse al nuevo paradigma; y GM, que ella considera mantiene el rumbo y de momento no ha diversificado hacia la economía del futuro. Estamos en una gran transición, insiste. Pasamos de un mundo en el que los recursos naturales eran baratos y abundantes, nos centrábamos en el factor trabajo y en el capital. “Ahora, creo, nos movemos a un mundo en el que los recursos naturales son limitados y no puedes deshacerte de los residuos de forma gratuita. “¿Cuánto tardará en cambiar totalmente el paradigma? ¿20 años? En 30 años, seguro”.
¿Qué relación tiene la conservación medioambiental con la innovación? Para explicarlo pone el ejemplo de Lipton, la marca de té de la empresa Unilever. La compañía tenía miedo de que no hubiera suficiente producción de té en un futuro. Se comprometieron por ello a que el 100% proviniese de plantaciones sostenibles, y van “alrededor de un 20% en Europa y EEUU”. Se han unido a una alianza conocida como Rainforest Alliance, de la que obtienen una certificación para sus productos.
El foro cerró con un análisis sobre cómo innovar para los consumidores conocidos como milenials, los que han nacido de los ochenta en adelante. “Hay que captar su atención de forma diferente porque están acostumbrados a recibir estímulos en decenas de dispositivos diferentes a lo largo del día”, apunta Will Pearson, presidente de Mental Floss magazine. Son una generación optimista pero que está cansada de la forma tradicional de obtener información, por eso hay que crear nuevas formas de cautivarles.
Fuente: Mario Saavedra | Dirigentes Digital