Solamente las empresas que se atrevan a dar un giro, innovar y apostar por el balance entre trabajo y familia son las que serán más productivas y, por ende, más competitivas.
La sentencia es rotunda y se desprende de las declaraciones de Patricia Debeljuh, directora ejecutiva del Centro Conciliación Familia y Empresa, del IAE Business School, de la Universidad Austral de Argentina, al diario Última Hora.
“Las empresas deben tomar en cuenta a la persona como lo que es, no como individuos aislados, sino como alguien que tiene una familia, y esto quiere decir que la familia del colaborador es un ‘stakeholder’ (parte interesada) importante a quien hay que atender”, agrega Debeljuh quien ha sido invitada especial del Club de Ejecutivos del país suramericano a propósito de su último libro Varón + Mujer = Complementariedad, editado en Argentina y que ha sido presentado en Chile, Perú y Centroamérica.
La experta sostiene que hay compañías que cuando se dan cuenta de que las personas tienen responsabilidades familiares, es decir, que no son solo empleados que producen, sino que forman parte de una familia, “intentan, a través de algunas prácticas y políticas de Responsabilidad Social Empresarial, facilitar, acompañar y ayudar a los empleados con esas responsabilidades familiares”.
Agrega que si no se tienen cubiertas las responsabilidades hacia adentro, las acciones hacia afuera se quedarán cortas. Según lo entiende, las empresas que adoptan esta nueva orientación dentro de la RSE, que pone en el centro de la escena a la familia como creadora de capital humano y social, ganarán mayor productividad y rendimiento, pues sus empleados estarán más felices y motivados.