Hace dos décadas, Medellín era una ciudad inhabitable, sembrada de pánico por la violencia de los carteles de la droga. El 2 de marzo, la segunda capital en importancia de Colombia recibió el reconocimiento como Ciudad del Año, que concede el diario The Wall Street Journal y Citigroup por sus visibles avances en transporte público, medio ambiente y políticas social y educativa.
El premio es fruto de la sinergia entre Estado, empresa y universidad, que han orientado el desarrollo de la ciudad desde hace más de una década.
El presidente del Concejo de Medellín, Nicolás Albeiro Echeverri, citado por el diario El Tiempo, afirma que la inversión se ve reflejada, por ejemplo, en los casi 40.000 millones de pesos que la Alcaldía destinó a los jardines Buen Comienzo, para darles educación y alimentación gratuita a los niños de las comunas más pobres de la ciudad; y en los 115.000 millones que se invirtieron en la descontaminación del río Medellín y la actual construcción de una planta de aguas residuales, que está presupuestada en 347 millones de dólares.
Una de las variables que hizo imponerse a la ciudad colombiana por encima de Tel-Aviv y Nueva York fue su sistema de transporte público que ha permitido mejorar la calidad de vida de los sectores más vulnerables, con respeto al medio ambiente. Se trata del sistema de metrocable y la construcción de las escaleras eléctricas en la Comuna Trece.
Pero además, la municipalidad ha edificado bibliotecas en zonas consideradas conflictivas y ha adelantado una política de programas sociales con miras a reducir los índices de violencia.
El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, escribió en su cuenta de Twitter: “Felicitaciones Medellín, la ciudad más innovadora. Innovación es más empleo e inversión. Ahora vamos por los Juegos Olímpicos de la Juventud”.
Aníbal Gaviria, alcalde de Medellín, expresó la alegría que embarga a los dos millones y medio de habitantes de la ciudad por el reconocimientos internacional.